Explosiones en EU: El chico del vecindario latino

martes, 27 de septiembre de 2016 · 14:26
El caso del hombre que presuntamente habilitó las bombas que el sábado 17 provocaron heridas a varias personas en Nueva York y Nueva Jersey es uno de esos asuntos que resultan inasibles para los servicios de inteligencia, sobre todo porque implican a “lobos solitarios”. De hecho, el FBI ya lo había investigado, pero no pudo confirmar las sospechas del propio padre del joven, quien creía que su hijo se había radicalizado. Un oficial de contraterrorismo de Nueva York llegó a declarar que resultaba “poco práctico” dedicar recursos y vigilancia a todos los sospechosos de terrorismo por tiempo indefinido. NUEVA YORK (Proceso).- El pollo de la familia Rahami en Elizabeth, Nueva Jersey, era tan americano como la clientela que lo compraba. “No hubo nadie en este vecindario que no comiera alguna vez de su pollo frito”, dice Steven Ross, joven de origen colombiano que vive a dos casas del First American Fried Chicken, restaurante del padre de Ahmad Khan Rahami, el presunto responsable de plantar las bombas que dejaron varios heridos en Nueva York y Nueva Jersey el sábado 17. “Por eso me da escalofríos pensar que alguien que vive a dos casas de la mía, alguien que estuvo tan cerca de mí y de mi hermanita esté acusado de ser un terrorista”, añade Ross. Aunque la ciudad de Elizabeth está llena de barrios duros, este sector es diferente. La vida es tranquila y próspera en los alrededores de la avenida Elmora, que se adorna con letreros en español de los negocios que sirven a este barrio predominantemente latino. Por eso esta comunidad despertó asombrada cuando el FBI desató la más grande cacería humana desde el bombazo de la maratón de Boston, hace tres años, para atrapar al muchacho afable que despachaba la comida en el negocio de su papá y que alguna vez soñó con tener un auto poderoso y veloz. “Él hablaba de tener un carro, de arreglarlo y correrlo. Eso le ilusionaba mucho. Me lo contaba cuando venía a la casa a jugar con mis hijos”, dijo Dixie Vélez, cuyos hijos se graduaron en la misma preparatoria que Rahami. “Por eso no me esperaba una cosa como ésta. Uno no sabe lo que está en la cabeza de otra persona, pero él nunca pareció un muchacho extraño. Su papá lo educó bien como para que él hiciera algo así.” La calma no volverá pronto al vecindario de Elmora Avenue. La cortina del restaurante de los Rahami está cerrada; una cinta amarilla de la policía acordona la acera frente al lugar, mientras dos camionetas negras del Departamento de Justicia y una más de la policía de Elizabeth vigilan la casa. Los medios, en su mayoría televisoras, han tomado las banquetas aledañas para instalar cámaras y luces en espera de cualquier noticia de última hora. Pero en estos casos la información cae a cuenta gotas y cualquier movimiento en la zona es excusa para movilizar a la tropa de inquietos periodistas. Así ocurrió la tarde del martes 18 cuando Nasim, el hermano menor de Rahami, salió acompañado de un alguacil federal a comprar galletas a la tienda de la esquina. Aunque logró entrar al local con cierta calma, apenas salió de él los camarógrafos, fotógrafos y reporteros se abalanzaron sobre el muchacho, que simplemente se cubrió el rostro y trató de correr de vuelta a casa. “Me da pena por lo que está pasando esa familia. El nene pequeño está asustado. Le pregunté si estaba bien y me dijo que sí, pero en el rostro se le ve que está asustado”, dijo Óscar Ramos, el dueño de la tienda Bottega dei Sapori, que está a dos puertas del restaurante de los Rahami. “Vino por una leche de chocolate, unas galletas y un helado. Y la prensa no lo dejó tranquilo, le brincaron encima. Me da pena”. Si bien la familia es la principal afectada, la investigación también impactó en la economía de los negocios locales, que tuvieron que permanecer cerrados de domingo a martes por orden del FBI. “Nos dijeron que no podíamos abrir porque toda la zona estaba bajo investigación. Así que el impacto fue doble. No nos imaginábamos que algo así pudiera ocurrir y menos que no pudiéramos trabajar debido a un incidente tan triste como éste”, declaró Niyereth Reginfo, encargada del salón de belleza Sonia’s Beauty Color Express, que está a un lado del restaurante de la familia Rahami. “El hermano Osama” Al tiempo que los residentes de Elmora Avenue tratan de volver a la normalidad, el FBI esclarece los motivos de Rahami para cometer los atentados. En los cargos que se presentaron en su contra, las autoridades indicaron que el sospechoso se inspiró en “el Hermano Osama Bin Laden” y planeó sus ataques con meses de anticipación. Fue un milagro que su plan no terminara matando a alguien. Los 31 heridos del bombazo ya fueron dados de alta. Sin embargo, los cargos en contra de Rahami, entre los que se incluyen usar armas de destrucción masiva y bombardear un espacio de uso público, se dieron a conocer al mismo tiempo en que salió a la luz que el padre del acusado, Mohammad Rahami, había contactado a las autoridades porque pensaba que su hijo era un terrorista. Ahora se sabe que el FBI investigó a Rahami pero no encontró elementos suficientes para apoyar las sospechas de su padre. En una audiencia ante el Comité de Seguridad Nacional de la Cámara de Representantes, el subcomisionado de inteligencia y contraterrorismo del Departamento de Policía de Nueva York, John Miller, dijo que resultaba poco práctico dedicar recursos y vigilancia a todos los sospechosos de terrorismo por tiempo indefinido. Sin embargo, Miller dijo que ahora el FBI revisará el caso para determinar si erraron al no detectar señales de alarma que indicaran la peligrosa radicalización de Rahami. “Basado en lo que he visto hasta el momento en esta investigación, asemeja a muchos sospechosos con los que hemos tenido contacto en varias ocasiones y que han sido tratados hasta donde nos permiten el sistema, las leyes y los lineamientos bajo los cuales operamos”, manifestó Miller. Rahami se encuentra bajo resguardo policial en un hospital donde se recupera de las heridas que sufrió en el tiroteo con policías de Linden, Nueva Jersey, que lo arrestaron la mañana del 19 de septiembre. Un juez denegó la petición de sus abogados de comparecer ante la Corte para que se le presentaran las acusaciones estatales en su contra: cinco cargos de intento de homicidio de un agente de la policía. “Matar a los infieles” Tras el arresto de Rahami, la policía le encontró un cuaderno perforado por un balazo y manchado con sangre que contenía escritos que denotan su simpatía por causas yihadistas. Dentro de esos escritos se encontraba la frase “matar a los kuffar (infieles)”. Pero aún no se sabe si Rahami tuvo ayuda de alguien, quizás un grupo externo, para elaborar las bombas. Hasta el momento ningún grupo terrorista ha reivindicado los ataques. Sin embargo, Rahami se yergue acaso como el más reciente capítulo de “lobos solitarios” que han aparecido en varias partes de Estados Unidos y que, sin pertenecer a un grupo terrorista, se han radicalizado gracias a los videos y foros en línea con los mensajes de personajes como Anwar al-Awlaki, el más grande propagandista de Al Qaeda que aún es una gran influencia para posibles yihadistas a pesar de haber muerto en Yemen hace cinco años. Es por eso que no sólo la fabricación de las bombas con ollas de presión recuerda al atentado del maratón de Boston en 2013. Los hermanos Dzhokhar y Tamerlan Tsarnaev se radicalizaron a través de videos a pesar de haber vivido como cualquier joven estadunidense. A 15 años del inicio de la guerra contra el terrorismo, resulta que el enemigo no debe contar con una fuerza avasalladora para sacudir el corazón del mundo occidental.

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