Documenta Polgovsky la contaminación del río Santiago

martes, 24 de enero de 2017 · 11:31
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Resurrección es el título de un testimonio fílmico y una utopía. Por un lado, el cineasta Eugenio Polgovsky denuncia la desolación y muerte que ha provocado la estupidez humana en menos de medio siglo de contaminar las aguas del río Santiago, en Jalisco, al tiempo que su documental lanza un último grito de esperanza para salvar lo que hace 40 años fuera un paraíso turístico, en la caída de agua otrora conocida como El Niágara mexicano. El río Santiago, que alberga la cascada de El Salto de Juanacatlán de Jalisco (antes conocida como El Niágara mexicano), se encuentra contaminado por residuos tóxicos desde que en los años setenta fue instalado un corredor industrial en sus orillas, cerca de Guadalajara, mismo que ahora afecta severamente a la fauna, la flora y a los habitantes que padecen enfermedades graves como el cáncer en los municipios circundantes. Bajo el título de Resurrección, el director de cine, cinefotógrafo, productor y editor mexicano Eugenio Polgovsky –conocido por sus documentales Trópico de Cáncer (2004), Los herederos (2008) y Mitote (2012)– filmó aquel panorama apocalíptico de aguas infectadas y captó los testimonios de las víctimas, quienes denuncian su mal estado de salud. “Me impactó que a simple vista se ve la contaminación y aumenta el número de enfermos y fallecidos”, divulga alarmado en entrevista el realizador nacido en la Ciudad de México hacia 1977. En el filme (que formará parte de AMBULANTE Gira de Documentales a finales de marzo próximo), también la gente mayor recuerda que en el Santiago pescaban y asistían turistas para admirar la belleza de la imponente cascada. El largometraje documental Resurrección se centra en una familia que lucha por su sobrevivencia, y la de un pueblo “que sueña con la resurrección de las aguas cristalinas de la cascada de sus recuerdos”. Las aguas del mal Greenpeace le encargó a Polgovsky un cortometraje de la situación del río Santiago, del cual surge una espuma blanca que contiene los mil 190 contaminantes que hay en el río, como se aprecia en la cinta de 94 minutos: “Después de ver y conversar con los habitantes y al terminar el corto, me di cuenta que no estaba la historia completa. Tampoco en un largometraje cabe todo, pero era muy necesario realizarlo.” –¿Qué opina que el problema de la contaminación de ese río lleva 40 años? –¡Es inaudito que la situación es de hace cuatro décadas! Por eso nació la película. Son tres años de trabajo de un equipo muy grande. Este filme es un grano de arena para poder empezar a estudiar cómo resolver la situación. La gente de la industria y del gobierno, artistas, científicos y la sociedad civil, todos podemos aportar lo mejor de nosotros porque entendemos, creo, que el agua es una fuente de vida. Resurrección obtuvo el Premio Especial del Jurado en el Festival Internacional de Cine Medioambiental de París, Francia, en abril del 2016, y el galardón Especial Ambulante en el Festival Internacional de Cine de Morelia en octubre pasado. También se proyectó en el Segundo Festival Internacional de Cine de San Cristóbal de las Casas, efectuado en diciembre del 2016 en Chiapas. Por noviembre del año pasado, Greenpeace difundió en su página de internet que desde hace una década los residentes de los municipios de El Salto y Juanacatlán, en Jalisco, han denunciado “la grave contaminación del río Santiago y sus consecuencias en el medio” ante todos los niveles de gobierno y la opinión pública. Incluso a instancias internacionales y nacionales de derechos humanos, como la Organización de Naciones Unidas (ONU), la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), el Tribunal Latinoamericano del Agua, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) y la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDHJ). Además, Greenpeace publicó los resultados de un estudio con muestras de agua analizadas en la Escuela de Biociencias de la Universidad de Exeter, en Devon, Reino Unido, descubriendo lo siguiente: “Se encontraron 101 químicos orgánicos aislados, entre los cuales se encuentran compuestos orgánicos volátiles y semivolátiles como el nonifenol, octifenol, cloroformo y bencenos, componentes que en altas concentraciones pueden ocasionar impacto en la vida acuática y en el ser humano.” El documental fue producido por Tecolote Films, PIANO y FOPROCINE. Polgovsky resalta que la película fue apoyada incondicionalmente por los pueblos afectados: “Nos dejaron trabajar porque el agua está afectando a todos. El tema tiene muchas aristas; pero hemos evitado que el documental sea una herramienta de crítica, al contrario: a pesar de ser algo tan doloroso –porque hemos perdido un río que fue un paraíso, los árboles, plantas, peces, y por supuesto, seres humanos–, se trata de incitar al debate para cambiar las circunstancias. Que nos demos cuenta que al contaminar el agua, nos contaminamos todos. La película es una semilla de conciencia.” La preocupación es general de los residentes cercanos al río: “Existen muchos colectivos, no es sólo el que se llama Un Salto de Vida, y algunos de ellos llevan la cuenta de las víctimas. Este drama humano y de la naturaleza se ha vuelto lo cotidiano.” El Santiago es el segundo río en importancia del Pacífico mexicano. Abarca parte de seis estados: Aguascalientes, Durango, Guanajuato, Jalisco, Nayarit y Zacatecas, desembocando cerca de San Blas, en costas de Nayarit. Paraíso perdido El largometraje muestra imágenes fijas y en movimiento, de archivos, de cómo era dicha corriente fluvial: “El río Santiago, a su vez, era la fuerza de nueve ríos. Entonces, la cinta invoca esa energía vital, y se confronta el presente porque vemos cómo se ha perdido. Lo increíble es que el ser humano se acostumbra a las peores condiciones, ya que mucha gente del pueblo veía al río como normal, hasta que empezaron a enfermarse las personas y fue cuando comenzaron a denunciar los contaminantes de ahí. “Esto llega al océano y afecta todo. La niña Lupita, quien vive a la orilla del río, es un ejemplo de este desequilibrio y alteración de las condiciones de vida. Esta pequeña sufre en su piel una mancha oscura muy notable. La muestro en la película y ella relata cómo huele el lugar, y por qué se siente mal. Dos personajes del documental fallecieron en abril pasado.” Y el río sigue contaminado, declara el director: “Yo asumo mi responsabilidad como ciudadano mexicano, que ama al país profundamente y me ha brindado mucho; creo que le puedo regresar algo con mi humilde trabajo de cineasta.” –La cascada de El Salto de Juanacatlán era un centro turístico… –Sí, en la película se muestran fotografías de archivo de los grandes fotógrafos del siglo XIX y XX. Llamada El Niágara mexicano, generaba turismo local y proveía alimento. Ahora, la espuma refleja los mil 190 contaminantes que hay en el río y en los estudios de Greenpeace se habla de 101 químicos persistentes, que están siempre. Incluso existen más estudios que confirman cuántos kilómetros del río son afectados por esos tóxicos; pero las casas de los pueblos están a menos de 500 metros. –¿Fue difícil encontrar esas imágenes de años atrás del río? –Fue muy interesante. Trabajé con Ezequiel Reyes y Gregorio Rocha quienes son investigadores de archivo. Se acudió desde la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos en Washington, hasta el Archivo General de la Nación. Es apasionante ver en fotos y cintas antiguas lo maravilloso que era. “Este trabajo fue de mucha investigación, de mucho asombro y de mucha tristeza al ver la pérdida de estos paraísos naturales y que además se han vuelto lugares que han enfermado a los pobladores. Se ha invertido esa energía de vida en energía de muerte.” Al instante, Polgovsky explica que “el cine es un arte sanador, un arte de conciencia, se vuelve una herramienta potente con muchas posibilidades”. Platica que los habitantes de los municipios de El Salto y Juanacatlán aún no han visto Resurrección (“la película apenas está tomando su caminito. Empezó en Francia y luego en Morelia. Han tenido un eco extraordinario los personajes en la gente”). Revela que los miembros de Un Salto de Vida le enseñaron que “en las peores condiciones hay creatividad y esperanza, si se trabaja en equipo”. Redondea: “El arte es una herramienta que propone, que construye. Creo firmemente en el arte como algo que nos reafirma como humanos, porque no podemos perder nuestra humanidad.” Un Salto de Vida se fundó en febrero del 2005, ya que los pobladores de El Salto y Juanacatlán decidieron organizarse “tratando de encontrar respuestas a la depredación ambiental impuesta que sufrimos por acción u omisión de las empresas y los gobiernos”, según se lee en su canal Facebook.

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