Sin mencionar a México, Trump ofrece "proteger las fronteras" de EU

viernes, 20 de enero de 2017 · 13:16
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Al asumir oficialmente la presidencia de Estados Unidos esta mañana, Donald Trump no fijo ninguna línea en materia de política interior o exterior, excepto su promesa de “hacer Estados Unidos grande de nuevo” a través de medidas proteccionistas, pero no entró en detalles. “Debemos proteger nuestras fronteras de los estragos de otros países fabricando nuestros productos, robando nuestras empresas y destruyendo nuestros empleos. La protección llevará a una gran prosperidad y fuerza”, declaró. Desde el balcón del Capitolio, y ante una escasa asistencia, el magnate pronunció un discurso cargado de referencias patrióticas, de menciones religiosas, de elogios al “sueño americano” y de ataques anti establishment, claramente destinado a la clase media inquieta por su precarización y a los “olvidados” –quienes perdieron sus empleos en las últimas décadas o entraron en la pobreza--. El multimillonario aseveró que “aquí y ahora” termina la “carnicería estadunidense”. Lo ilustró con varios ejemplos: sostuvo que los demás países “se enriquecen” a costa de las clases trabajadora y media estadunidense; que se clausuraron las fábricas en el país; que las escuelas “privan a los estudiantes de conocimiento”; y que crecen la pobreza, la violencia, las pandillas, el crimen y el tráfico de drogas. [caption id="attachment_471014" align="aligncenter" width="702"]Trump toma juramento como presidente de EU. Foto: AP / Matt Rourke Trump toma juramento como presidente de EU. Foto: AP / Matt Rourke[/caption] Protegidos por Dios Su alocución consistió en una sucesión de frases genéricas y llamados populistas, como “La Biblia nos dice: cuando América está unida, América está totalmente imparable. No tengamos miedo: nos protegen los militares y las agencias de seguridad, y más importante, estaremos protegidos por Dios”. A nivel de política exterior, si bien Trump no hizo mención al muro fronterizo que pretende erigir en la frontera con México ni a la renegociación del Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN), entre otros, aseveró que “una nueva visión gobernará nuestra tierra: será Estados Unidos primero”. Prometió regresar los empleos, las fronteras y la riqueza a los estadunidenses mediante “dos reglas simples: comprar estadunidense y emplear estadunidense”. Con ello, aseveró, “Estados Unidos empezará a ganar de nuevo”. A diferencia de la primera investidura de Barack Obama, en 2008, la asistencia al evento no fue masiva: el público, mayormente blanco, no llenó el Bulevar Nacional, que une el Capitolio al Memorial a Lincoln, pasando por el Monumento a Washington, el alto obelisco blanco que domina el lugar. Las avenidas aledañas al emblemático lugar se encontraban medio vacías. De hecho, tanto el público, los músicos, los integrantes del coro o los miembros de la comitiva de Trump, es decir, todos los actores que participaron en la investidura del magnate, tenían el rostro blanco, en un país donde una tercera parte de la población es de color. Dirigiéndose al mundo y debajo de una fina lluvia, Trump sostuvo: “Cualquier decisión en comercio, impuestos, migración o relaciones exteriores se tomará para beneficiar a los trabajadores y las familias estadunidenses”. Con él al frente, Estados Unidos negociará “poniendo sus intereses primero”, insistió. Añadió que “durante años”, los sucesivos gobiernos de Estados Unidos subsidiaron los ejércitos de otros países y defendieron las fronteras de los demás “mientras nos neguemos a defender las nuestras”. A lo largo del discurso, se pudo observar una mueca en el rostro de Barack Obama, quien entregó la presidencia al multimillonario. Trump deploró que la riqueza de la clase media estadunidense fue extirpada de sus hogares y esparcida en el mundo --“Estados Unidos hizo ricos a los demás países”, dijo—a la par que el desempleo crecía y las fábricas cerraban. En materia de diplomacia, Trump extendió otro compromiso bélico y simplista: “Unificar el mundo civilizado contra el mundo islámico radical, que erradicaremos de la faz de la Tierra”. [caption id="attachment_471016" align="aligncenter" width="702"]La ceremonia de transición en el Capitolio. Foto: AP / Patrick Semansky La ceremonia de transición en el Capitolio. Foto: AP / Patrick Semansky[/caption] Los olvidados “Los olvidados de este país ya no serán olvidados”, prometió el magnate, al arremeter en repetidas ocasiones contra el establishment y la clase política asentada en Washington, uno de los ejes de su campaña que lo llevó al poder. “El tiempo de las pláticas vacías se acabó, ahora viene el tiempo de la acción”, declaró. El nuevo presidente prometió a los estadunidenses “devolverle el poder” desde Washington. “Se recordará este día como el día que el pueblo se volvió gobernante de esta nación de nuevo”, aseguró. “Durante demasiado tiempo, un grupo pequeño ha gobernado (…) los políticos prosperaron pero los empleos se fueron y las fábricas cerraron”, sostuvo, al añadir: “Su victoria no ha sido su victoria”. Trump sostuvo también que la pobreza, las fábricas cerradas, las deficiencias del sistema educativo, las pandillas, el crimen y el tráfico de drogas “se detienen aquí y ahora”, pero no explicó cómo pretendía resolver estos fenómenos. “Nunca serán olvidados de nuevo, sus voces, sus esperanzas y sus sueños definirán nuestro destino estadunidense, juntos haremos a América fuerte de nuevo, haremos América próspera de nuevo, haremos América orgullosa de nuevo, haremos América segura de nuevo y sí, haremos América grande de nuevo”, concluyó su discurso, puño derecho en alto.

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