Trump y su guerra contra la prensa

miércoles, 1 de febrero de 2017 · 10:59
Es de sobra conocida la animadversión de Donald Trump hacia cierta prensa de su país, aquella que no le rinde pleitesía y a la cual, ahora como presidente, prácticamente le declaró la guerra. Los especialistas advierten que la historia de desen­cuentros entre los medios y el poder en Estados Unidos no es nueva, pero en la actualidad llegó a cotas graves, incluso a agresiones o demandas contra periódicos emblemáticos, como The New York Times o The Washington Post. Ante ello, los reporteros que cubren la Casa Blanca ya anunciaron que formarán un frente común para ponerle un alto al magnate devenido mandatario. EL PASO, Tx. (Proceso).- Aún no había asumido la Presidencia y Donald Trump ya había declarado su primera guerra. Y fue contra la prensa. Su ríspida relación con los medios empezó junto con su campaña, pero el discurso belicista se recrudeció en la medida en que éstos investigaban y cotejaban sus actividades como empresario, sus declaraciones fiscales, sus discursos públicos y su vida personal. “Creo que la prensa política tiene a la gente más deshonesta que yo he encontrado… La prensa política es increíblemente deshonesta”, dijo el 31 de mayo de 2016 en una conferencia con medios de comunicación. En ese mismo acto llamó “sinvergüenza, ruin”, a un reportero después de que éste lo cuestionó sobre el paradero de los recursos que la Fundación Trump supuestamente había entregado a una agrupación de veteranos, dinero del que no había rastro. Como en ocasiones anteriores, Trump enfureció y dejó claro lo que esperaba de la prensa: halagos y cero escrutinio. “En lugar de decir ‘muchas gracias, señor Trump’ o ‘Trump hizo un buen trabajo’, están diciendo: ‘¿quién lo recibió (el dinero)?’, ‘¿quién lo recibió?’ ‘¿quién lo recibió?’. Y me hacen ver muy mal… Nunca he recibido tan mala publicidad por hacer tan buen trabajo”, dijo. Trump ha atacado por igual a medios pequeños, medianos o grandes que lo cuestionan. En octubre de 2016 amenazó con demandar a The New York Times luego de que el diario publicó en su primera plana la información de dos mujeres que lo acusaban de haberlas tocado sin su consentimiento. El empresario calificó la historia de “alegatos fabricados”, “mentiras absolutas”, y dijo que aportaría pruebas de su falsedad. Sus abogados calificaron el artículo­ como difamatorio, pero nunca procedieron a la demanda. En uno de sus constantes y ya famosos tweets dijo que “el fallido NYT debería enfocarse en el buen periodismo y en sobrevivir financieramente, y no en dar constantes palos contra Donald Trump”. Univision, CNN y Buzzfeed han sido también blanco de los ataques de Trump. A Jorge Ramos, conductor de Univision, lo corrió de una conferencia en Iowa, en agosto de 2015. A Jim Acosta, corresponsal de CNN en la Casa Blanca, le negó la palabra en lo que fue su primera conferencia de prensa como presidente electo: “Tú eres noticias falsas” (You are fake news), le gritó, apuntándole con el índice luego de que la cadena publicó una nota sobre un reporte de inteligencia –no verificado– que supuestamente contenía información que comprometía a Trump. En diversos medios estadunidenses circularon versiones de que Trump y su equipo electoral crearon una “lista negra” de medios a los que se les impedía el acceso a actos de campaña. En ella figuraban The Washington Post, Univision, Político, BuzzFeed y The Huffington Post, entre otros, cuya cobertura siempre fue calificada de injusta por el republicano. Hostilidad “in crescendo” La aspereza entre la prensa y un presidente entrante no es algo nuevo en la historia de Estados Unidos, dice Jane E. Kirtley, directora del Centro Silha para el estudio de la ética y las leyes en periodismo de la Universidad de Minnesota. Richard Nixon, dice la abogada, tenía una “lista de enemigos” en la que figuraban periodistas y llevó a cabo acciones muy agresivas contra la prensa, que incluso motivaron la creación del Comité de Reporteros por la Libertad de Prensa, del cual Kirtley fue directora ejecutiva 14 años. Ronald Reagan trató de acabar con las filtraciones que afectaban su administración; Bill Clinton fue poco colaborador con los medios, y el mismo Obama tiene mucho que responder cuando se habla de cómo presionó a periodistas a revelar sus fuentes. Sin embargo, dice Kirtley, la relación de Trump con los medios sobrepasa con mucho lo que ha sucedido en la historia reciente. “Ningún partido político o ninguna administración ha tenido el monopolio de las relaciones hostiles con la prensa pero, a pesar ello, creo que todo los presidentes en los tiempos modernos –con la excepción de Nixon al final de su mandato– han entendido que, les guste o no, la prensa libre está para reportar al público y mantener la transparencia del gobierno”, dice Kirtley. “Pero no veo eso en la administración de Trump”. Kirtley, quien fue periodista durante el gobierno de Reagan, asegura que otras administraciones trataron de ser abiertas y transparentes en sus inicios. Pero con Trump es radicalmente distinto. “Su retórica sugiere que si la prensa reporta algo que le disgusta, él lo etiqueta como noticia falsa, pero, más allá de eso, preocupa que esté ordenando a las agencias federales no dar boletines de prensa, no hablar con los medios y que esté dando órdenes para remover información o bases de datos importantes de las agencias federales.” La animadversión de Trump hacia la prensa ha escalado a tal punto que provocó que el grupo de periodistas acreditados en la Casa Blanca, conocido como Press Corps, escribiera una inusual carta abierta al presidente para dejarle claros los principios que guiarán la relación entre ambos. “Aunque usted tiene el derecho de decidir sus reglas para relacionarse con la prensa, nosotros también lo tenemos. Después de todo, es nuestro tiempo aire y nuestras columnas las que usted busca influir. Nosotros, no usted, decidimos cómo servir mejor a nuestros lectores, escuchas y televidentes”, asentó el documento. En la carta, los miembros del Press Corps hacen un recuento de las ofensas de Trump hacia la prensa y reiteran su decisión de investigar la verdad. “Cuando usted o sus subalternos digan o tuiteen algo equivocado, lo diremos repetidamente. Buscamos hechos y no tenemos obligación de repetir falsedades; el hecho de que usted o alguien de su equipo diga algo es noticioso, pero también lo es si lo que se dice no resiste el escrutinio. Ambos aspectos deben tener el mismo peso.” En su carta los periodistas insisten en que serán obsesivos al cubrir los detalles del gobierno de Trump, pero que también establecerán estándares para reportar con objetividad, balance, justicia y ética. “Ahora reconocemos que el reto de cubrir su presidencia requiere que (como periodistas) cooperemos y nos ayudemos uno a otro cuando sea posible. Así que cuando en una conferencia de prensa usted le grite o ignore a un reportero que ha dicho algo que a usted no le gusta, usted se topará con un frente unido”, indica la carta. “Trabajaremos juntos en temas que tengan sentido y nos aseguraremos de que el mundo escuche cuando nuestros colegas escriben temas de importancia. Por supuesto, tendremos desacuerdos y debates sobre ética y balance. Pero esos debates serán nuestros de principio a final.” Estrategias defensivas Uno de los medios más atacados por Trump ha sido The New York Times. Su cobertura del “fenómeno Trump ha sido pobre y altamente imprecisa”, dijo en uno de sus múltiples tweets. En otro calificó su cobertura como “ruin” y “deshonesta”. Las escaramuzas han sido constantes y provocaron una reacción del rotativo reconocido con más de 117 premios Pulitzer. El martes 17, tres días antes de la toma de posesión de Trump, el Times anunció una inversión de 5 millones de dólares adicionales para la cobertura de la presidencia y su administración. “Cubrir esta información de manera agresiva, justa y constante será la prioridad más alta para The New York Times”, indicó un memorándum interno del periódico. “Usaremos esos recursos para asegurar que estaremos a la delantera en reportar sobre la era Trump en Washington, Nueva York, la nación y el mundo. Agregaremos periodistas de investigación, expertos en áreas y temas específicos, desde impuestos e inmigración a educación y cambio climático, para asegurarnos de que no habrá mejor cobertura de la Casa Blanca y más allá”. El documento del Times dejó claro que la historia del nuevo gobierno no es sólo sobre la estabilidad del orden global y del lugar de Estados Unidos en el mundo. “Es sobre lo que pasa cuando un grupo de magnates que han construido imperios traen su filosofía de libre mercado para sostener todo, desde la educación a la salud y la defensa nacional, y cómo ese cambio filosófico afecta la vida de las personas”. En una amplia entrevista con la periodista Terry Gross, de la Radio Pública, el director ejecutivo del periódico, Dean Baquet, dijo que no le preocupa particularmente que Trump haya propuesto cambiar las leyes de difamación para demandar con mayor facilidad a los medios. “No creo que vaya a tener éxito en eso”, dijo. “Creo que las leyes en este país son fuertes”. Lo que más preocupa, dijo Baquet, es que el presidente de Estados Unidos tiene un tremendo poder para obstaculizar el flujo de información. Las mejores notas de nuestra generación han venido de gente –dentro del gobierno– que decide hablar en secreto con la prensa, ya sea Edward Snowden, los papeles del Pentágono o las grabaciones de la Agencia de Seguridad Nacional. “Si los presidentes eligen perseguir agresivamente a quienes filtran información o remover a la gente que valientemente provee información sobre cómo funciona el gobierno, si un presidente decide hacerlo, eso sería muy malo para el país y para el flujo libre de información. Eso me preocupa más que (las leyes de) difamación.” Baquet reiteró que el periódico se está preparando para la era Trump. “Mi plan es reforzar el periodismo explicativo y de investigación en la oficina de Washington, porque creo que tenemos que entender qué pasa cuando personajes inusuales llegan a Washington”, dijo. “Y quiero asegurarme de que seremos mucho más creativos para cubrir el país, de manera que entendamos mejor el enojo y la desconexión que siente la gente”. En la misma tónica, el director de The Washington Post, Martin Baron, dijo a El País que su intención es cubrir la administración de manera honesta, honrosa y directa. “Queremos decir la verdad. Nos gustaría tener una relación normal con este gobierno. De momento parece difícil”. The Washington Post, al cual Trump se ha referido como “mentiroso” y “deshonesto”, fue el primero en informar que las agrupaciones de veteranos a las que supuestamente la Fundación Trump había dado recursos, no los recibieron. El periódico documentó además que parte de ese dinero fue usado por el republicano para comprar retratos de sí mismo. Por si fuera poco, el rotativo también dio a conocer el famoso video en el cual Trump se refiere a las mujeres de manera despectiva y alardea de cómo hacía con ellas lo que quería. Baron dijo que las declaraciones de Trump y su gobierno serán sometidas a un proceso de verificación y que seguirán haciendo un reporte de los tuits del presidente, porque son indicadores de lo que hará durante su administración. No son tiempos fáciles para la prensa estadunidense. La era Trump apenas empieza, pero no augura una relación tersa o fluida. Es un momento clave de redefiniciones y de defensa de uno de los pilares de la libertad estadunidense: la libertad de prensa. “Un reporteo preciso, objetivo, factual, es más importante que nunca”, dice Kirtley.­ “La prensa no puede darse el lujo de cometer errores, porque cada uno de ellos será magnificado”. Este reportaje se publicó en la edición 2100 de la revista Proceso del 29 de enero de 2017.

Comentarios