El polvorín de los suburbios parisinos

viernes, 17 de febrero de 2017 · 21:55
PARÍS (apro).- Se llama Théo, tiene 22 años y vive en el barrio La Rosa de los Vientos de Aulnay-sous-Bois, un suburbio situado al noreste de París y azotado por problemas sociales. El pasado 2 de febrero, a la cinco de la tarde, salió de su casa con la intención de visitar a una amiga y de regresarle los tenis que le prestó a su hermana. Sin embargo, regresó a su hogar hasta este jueves 16, tras dos semanas de hospitalización. Además de traumas psicológicos, Théo padece una “fisura anal de 10 centímetros de largo” y un “desgarre en el músculo esfínter”, ambas lesiones provocadas por la introducción de un bastón telescópico en el recto. Sufrió una operación sumamente dolorosa y no podrá volver a trabajar antes de dos meses. En otras palabras Théo fue violado. Los hechos son terribles y causan consternación en Francia. Camino a casa de su amiga, el joven se topó con una patrulla de cuatro policías que realizaban un control de identidad de jóvenes del vecindario. Estos chequeos se dan casi a diario en Aulnay-sous-Bois, como en la mayoría de los “barrios conflictivos”, y crean un clima de tensión permanente. Según Théo, los policías se mostraron muy pronto agresivos, lo tutearon, lo insultaron y lo golpearon. Él se defendió. Parte de la escena fue filmada por celulares de vecinos y por cámaras de seguridad que pululan en la barriada. De repente, los policías jalaron a Théo fuera del “campo de visión” de las cámaras. Cuenta el joven: “Me siguieron golpeando, me bajaron los pantalones y me hundieron su bastón entre las nalgas. Luego me rociaron la cabeza con gas lacrimógeno. Y también me llenaron la boca con lacrimógeno. Me golpearon las partes genitales. Me escupieron. Me trataron de ‘maldito’ o de ‘pinche negro’, al tiempo que me golpeaban en la cabeza. Pero me dolía tanto el ano que ni sentí los golpes en la cabeza. En realidad pensé que me iba a morir. No podía caminar, tuvieron que arrastrarme”. La versión de los cuatro policías es muy distinta: pintan a Théo como un individuo “rabioso”, sumamente difícil de “controlar”. Sus testimonios contrastan con la buena reputación del joven que cuenta con la estima y el apoyo del alcalde de derecha de Aulnay-sous-Bois. Las primeras reacciones de las autoridades policiacas son alucinantes. La Inspección General de la Policía Nacional (IPGN) calificó la penetración anal de “accidente involuntario”. El policía que golpeó al joven con un bastón telescópico nunca tuvo la intención de violarlo, explican en síntesis los investigadores. La réplica de Eric Dupont-Moretti, abogado de Théo, fue inmediata y su crudeza es a la altura del cinismo policiaco. “¿De qué accidente estamos hablando? ¿Si no es culpa de los policías, entonces quién es culpable? ¿Mi cliente es tan bruto que se empaló solito en el bastón..?” El procurador de Justicia no le dio vuelta al asunto y ordenó abrir una acción judicial contra uno de los policías por violación y contra los otros tres por “violencia agravada”. La “hoguera” a punto de prender El presidente, François Hollande, se precipitó al hospital para manifestar su simpatía a Théo. Pero su gesto no bastó para distender el coraje de los jóvenes de los barrios olvidados de las grandes urbes galas. No pasa un día sin que se den enfrentamientos con la policía, incendios de autos y autobuses, ataques contra tiendas e infraestructuras municipales, tanto en los alrededores de París como en ciudades de provincia. Los múltiples llamados a la calma lanzados por Théo desde su cuarto de hospital y la mediación de asociaciones civiles en los barrios más explosivos evitaron lo peor… ¿Hasta cuándo? Nadie descarta una irrupción de violencia generalizada que podría tener consecuencias de suma gravedad en la situación de alerta antiterrorista permanente en la que vive Francia. “Aquí está la hoguera y sólo falta una chispa para prenderla”, insiste Abdel Belmokadem, quien tiene 20 años de experiencia como mediador social en barrios marginados. “Todos los elementos están reunidos para una explosión: crisis económica, desempleo, falta de perspectivas para el futuro... Si Théo hubiera muerto a manos de los policías, nadie hubiera podido detener el coraje de los jóvenes”. El recuerdo de los violentos motines que sacudieron los suburbios de las grandes ciudades francesas del 8 al 17 de noviembre de 2005 está en todas las mentes. Sin embargo, por paradójico que eso parezca, además de los mediadores sociales son los narcotraficantes quienes, en cierta forma, impiden que se prenda el polvorín de los suburbios, según enfatiza Belmokadem: “Hace 20 o 30 años la estrategia de los traficantes y de los delincuentes consistía en fomentar desorden y conflictos en ciertos suburbios para atemorizar a todo el mundo. Aprovechaban ese caos que controlaban para actuar con toda impunidad. Hoy su estrategia es distinta: optan por la invisibilidad y el silencio. Revueltas en ‘sus’ barrios y mayor despliegue policiaco amenazarían sus negocios”. Esa calma muy relativa que imponen los traficantes tiene consecuencias de suma gravedad, recalca Belmokadem: “Hoy presencio situaciones inquietantes en los suburbios. Veo, por ejemplo, cómo traficantes pagan los gastos escolares de jóvenes cuyos padres están hundidos en la miseria. Todos saben de dónde viene el dinero, pero cierran los ojos. Este fenómeno es inadmisible en nuestra república y si eso sigue así, todo va a resultar corroído”. Intelectuales cuestionan a candidatos Lo que amenaza también a la democracia francesa es la presencia de policías “sádicos y racistas” en los rangos de las fuerzas del orden y la impunidad de la que gozan, advierten en una carta abierta numerosos escritores, cineastas, periodistas, actores y académicos. En ese documento, que suena como un grito de alarma, preguntan: “¿Por qué las víctimas de exacciones policiacas tienen siempre los mismos apellidos (de origen magrebí o africano) o los mismos rostros? ¿Por qué la mayoría de las investigaciones sobre estas exacciones están archivadas? ¿En nuestro país, ‘patria de los Derechos Humanos’, acaso existe una justicia para quienes tienen la piel oscura y otra para quienes llevan puesto el uniforme?”. Y luego presentan a los candidatos a la elección presidencial gala, que se celebrará dentro de dos meses, una lista de exigencias precisas entre las que destaca la siguiente: “Pedimos mayor vigilancia en el reclutamiento de policías porque no son las dificultades inherentes a su misión lo que los vuelve racistas. En realidad todo parece indicar que los elementos racistas de la policía nacional son militantes de un partido político muy preciso (en alusión al Frente Nacional) que se enrolan en las fuerzas de seguridad para tener la posibilidad de cometer sus exacciones con total impunidad”. Los artistas e intelectuales piden también la creación de un comité de ética que supervise las acciones de los policías y la supresión del derecho a apelar para los policías sancionados por actos violentos y racistas. Marine le Pen, candidata presidencial del ultraderechista Frente Nacionalque por el momento va viento en popa en los sondeos de opinión, descarta de un manotazo esas demandas. “Por principio apoyo a la policía, a menos de que la justicia demuestre que se cometieron actos ilegales”, asegura inflexible. François Fillon, el muy controvertido candidato de la derecha a la Presidencia, contesta a esa carta agregando una nueva medida de seguridad a su programa electoral: bajar la mayoría penal de 18 a 16 años para remediar la “clemencia del sistema judicial que favorece a los jóvenes delincuentes”. El candidato socialista volvió a hacer grandes promesas que dejaron indiferentes a los jóvenes de los suburbios difíciles ya que François Hollande se apresta a dejar el Palacio de Eliseo sin haber cumplido las que hizo en 2012.

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