"Rotterdam", el amor de dos mujeres y la transexualidad

miércoles, 3 de mayo de 2017 · 10:15
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- ¿Qué sucede cuando una mujer ha estado enamorada siete años de otra mujer y de pronto se encuentra con que ella se reconoce como hombre y quiere dar el salto? ¿El amor se sustenta en el género, en la persona, en lo que te hace sentir o en las convenciones sociales? ¿Qué nos dice nuestro verdadero ser? En la obra teatral Rotterdam, del dramaturgo Jon Brittain, dos jóvenes, Alice y Fiona/Adrián, se enfrentan a este proceso y juntas y separadas recorren un largo camino buscando su propia identidad. Viven el desasosiego interior y la confrontación con el exterior que les marca su ser “diferentes”. A pesar de que la temática pudiera ser densa y reflexiva, el autor inglés cuenta la historia de una manera suave y dinámica, con toques de humor y mucha ternura. Las actrices, Valeria Vera (Fiona) y Pia Watson (Alice) abordan sus personajes resaltando la naturalidad que pareciera sencillo lograr, pero sabemos la dificultad de llegar a esa verosimilitud que necesita el realismo para crear un universo emotivo y conmover, realmente, al espectador. Ellas, llevadas de la mano del director Roberto Cavazos, que se enfoca, atinadamente, en la profundidad de los personajes, nos regalan la vida de dos mujeres con las que, aun la distancia posible con la problemática, empatizamos. Jon Brittain apoya esta experiencia al complementar el proceso de Alice y Fiona con dos personajes más, que dan diferentes significados a la situación. Josh, interpretado por Luis Romano, muestra el lado amable del ojo externo al tener una relación muy cercana con Alice y Fiona, la cual vamos descubriendo progresivamente. A partir de afecto observa e interpreta lo que les ocurre, sin juicios ni condenas. Es bueno, demasiado bueno, y nos muestra una manera profundamente humana de acompañarlas en el proceso. Lelani encarnada por Fernanda Tosky es una jovencita lesbiana, sin problemas, que se enamora de Alice y que funciona como una válvula de escape y conflicto en la pareja, dando el contrapunto dramático a la obra, al ser un personaje alegre, chispeante y que nos hace reír. Las interpretaciones son también, por fortuna, eficaces y verosímiles, con lo que tenemos un contexto que enriquece con otros puntos de vista, la historia central. Rotterdam es una propuesta ligera para hablar del género y el amor, de la búsqueda de identidad y de las diferentes perspectivas que se suscitan. Los argumentos con las que una y otra se enfrentan, son contundentes, a veces expositivos, pero que dan sustento a los rumbos que cada una quiere tomar. Alice conflictuada por este cambio en su pareja vive también la adaptación de Fiona a su nuevo ser como Adrián. Adrián se atormenta de no poder lograr que los otros la vean como hombre, se obsesiona por su proceso y olvida a la que tiene a lado. Alice, que apenas iba a contarles a sus padres que vive con una mujer, y que es con lo que arranca la obra, se ve cuestionada y descuidada por su pareja. Rotterdam, que se presenta los miércoles en el Foro Shakespeare, nos emociona, nos enseña una manera más profunda para hablar de la transexualidad y nos permite comprender y vivir la historia de dos mujeres, que podríamos ser cualquiera. Una obra de buena factura, con un equipo actoral y un director que nos permiten reflexionar, y sobre todo, disfrutarla. Esta reseña se publicó en la edición 2112 de la revista Proceso del 23 de abrild e 2017.

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