La "horrible noche" de Theresa May

domingo, 18 de junio de 2017 · 06:48
El gobierno de la conservadora Theresa May sufrió un sorpresivo revés el jueves 8, cuando el electorado británico le quitó la mayoría absoluta en el Parlamento y la obliga ahora a formar un gobierno de coalición… o a dimitir. Además, su derrota genera incertidumbre sobre el divorcio de Gran Bretaña con Europa, cuyas negociaciones iniciarían el próximo lunes 19. De hecho, el resultado electoral –en el que los votantes jóvenes fueron determinantes– refleja el rechazo al “Brexit duro” que May defendió y que implica, entre otras cosas, la salida del mercado común europeo. LONDRES (Proceso).- Las elecciones generales británicas del jueves 8 echaron por tierra el sueño político de la gobernante conservadora Theresa May, quien había apostado todo para obtener una amplia mayoría en los comicios adelantados y así conseguir el mandato necesario para iniciar las complejas negociaciones del Brexit (el divorcio del Reino Unido y la Unión Europea). Sin embargo, tras unos comicios con resultados inesperados y sorprendentes, el electorado británico le dijo “no” a su propuesta electoral de más ajustes y recortes, y le quitó la mayoría parlamentaria de 17 escaños que disfrutaba hasta ahora su Partido Conservador. Se trató de una noche “desastrosa” para la primera ministra. La elección confirmó a los conservadores como el partido que más votos y parlamentarios obtuvo, aunque sin mayoría absoluta, lo cual los obliga ahora a buscar socios y hacer concesiones de último momento para formar un gobierno de coalición. Minutos después del cierre de las mesas electorales, los resultados a boca de urna elaborados para la BBC, ITV y Sky News ya adelantaban lo que muy pocos esperaban: que los conservadores sufrían un grave retroceso (esperaban ganar con una mayoría de más de 60 parlamentarios) y que el país se encaminaba a un hung Parliament (Parlamento sin mayorías). Los conservadores obtuvieron 42.4% de los votos, mientras que los laboristas, 40%; los liberales democráticos, 7.3%; el Partido Nacionalista Escocés, 3.1%; el Partido por la Independencia del Reino Unido, 1.9%, y el Partido Verde, 1.6%. Así, los conservadores se quedaron con 319 de los 650 escaños en la Cámara de los Comunes (perdieron 12), los laboristas con 261 (aumentaron 29), los nacionalistas escoceses con 35 (21 menos), los liberales democráticos con 12 (sumaron cuatro) y el Partido Democrático Unionista de Irlanda del Norte (DUP) con 10 (dos más). May buscará formar un gobierno de coalición con los unionistas de Irlanda del Norte, un partido derechista, antiaborto y contra los matrimonios homosexuales. Esa coalición totalmente inesperada ocurre cuando faltan 11 días para iniciar las negociaciones del Brexit. “Mi partido pondrá la justicia social y la oportunidad en el eje de todo lo que haremos”, dijo May tras haberse reunido con la reina Isabel II para informarle de lo ocurrido. La primera ministra prometió que construirá un país “donde nadie quede atrás”. “Los conservadores y el DUP trabajarán juntos en el interés de todo el Reino Unido. Esto nos permitirá trabajar juntos como país y canalizar nuestras energías hacia un Brexit exitoso, que funcione para todos en este país, garantizando una nueva relación con la Unión Europea que garantice nuestra prosperidad a largo plazo. Ahora pongámonos a trabajar”, agregó. Crecimiento laborista El resultado de los comicios del jueves 8 no sólo refleja una sorprendente fortaleza del Partido Laborista, bajo el liderazgo del izquierdista Jeremy Corbyn –de quien hasta hace pocas semanas la prensa británica opinaba que iba a llevar a la destrucción de su partido–, sino también el rechazo del electorado a la desastrosa campaña de May, acusada de haber vaciado a la Policía al recortar su presupuesto en medio de una oleada de atentados terroristas. “Los conservadores han perdido escaños, votos, apoyo y confianza. Creo que eso es suficiente para que se vaya (Theresa May)”, aseguró Corbyn apenas se supieron los resultados. Según Corbyn, el panorama político de Gran Bretaña cambió radicalmente tras los comicios. “La política ha cambiado. La política (en Gran Bretaña) no volverá a estar en una caja como antes. Lo que ha ocurrido es que la gente ha dicho basta a las políticas de austeridad”, destacó el jefe laborista, de 67 años, quien consiguió en las elecciones mejorar las oportunidades de su partido. Corbyn consideró que May convocó en abril pasado a unos comicios adelantados para afirmar su autoridad política. “Ella quería un mandato. Bueno, el mandato que tiene es que perdió bancas conservadoras, perdió votos, perdió apoyo y confianza. Hubiera pensado que es suficiente para que se vaya”, dijo, eufórico, el veterano izquierdista. May pareció totalmente resignada cuando aceptó los resultados en su circunscripción electoral de Maidenhead; con voz entrecortada repitió su determinación de proveer la “estabilidad” necesaria para iniciar la negociación por el “divorcio” con Bruselas. “Si el Partido Conservador ganó el mayor número de votos y bancas, entonces será nuestra responsabilidad proveer de un periodo de estabilidad, y eso es lo que haremos”, dijo la mandataria, cuyo futuro político a largo plazo es incierto. Sin embargo y a medida que se supo del desastre electoral para su partido, varios parlamentarios de su agrupación, entre ellos la diputada Anna Soubry, pidieron la dimisión inmediata de May. “Estos resultados son muy malos. Ella está en una situación muy difícil. Ha sido una noche horrible”, afirmó Soubry, la primera conservadora en pedir la renuncia de su jefa política. “Este es un muy mal momento para el Partido Conservador y tenemos que analizar lo que pasó. Nuestra líder debe evaluar esto”, continuó. Por su parte, George Osborne, quien fue secretario del Tesoro en el gobierno anterior, el de David Cameron, calificó el resultado como “catastrófico”, mientras que varios veteranos del partido dijeron que a May “no le queda más que renunciar”. La imposibilidad de la primera ministra de conseguir una mayoría parlamentaria, cuando inicialmente su partido disfrutaba de una ventaja de hasta 20 puntos sobre los laboristas y cuando no estaba obligada a convocar a unas elecciones generales, provoca ahora más incertidumbre frente a las negociaciones del Brexit, que se vio reflejada en la caída del valor de la libra esterlina en más de 2%, para cotizarse a 1.27 dólares, debajo de la marca “psicológica” de 1.30 dólares. Los inversores consideran que sin una mayoría parlamentaria, las complejas negociaciones por la salida de la Unión Europea (UE) para marzo de 2019 podrían demorarse más, costándole a Gran Bretaña un tiempo muy valioso. Para el laborismo de Corbyn fue una noche estelar, con los mejores resultados para el partido desde 2010. El partido opositor no sólo consiguió arrebatarle varios escaños a los conservadores, entre ellos el de Canterbury, sino que se quedó con bancadas como la inglesa de Peterborough, considerada una de las “capitales” del Brexit por el gran número de votantes antieuropeos. Dos factores centrales que impactaron en los resultados fueron la gran participación de los votantes jóvenes –que en su mayoría apoyan a Corbyn– y un rechazo a la posibilidad del llamado “Brexit duro”, sin libertad de movimientos para los ciudadanos de la UE y a favor de la salida del mercado común. Corbyn presentó una propuesta izquierdista muy positiva, prometiendo elevar impuestos a los más ricos, mejorar los sistemas de salud y educación, promover la construcción de más viviendas sociales, defender los derechos de los trabajadores y nacionalizar empresas energéticas, postales y ferroviarias. Además de contar con gran apoyo de los electores de entre 18 y 24 años –en gran parte debido al trabajo de base del movimiento juvenil Momentum, que lo ayudó a conseguir el liderazgo de su partido en los comicios internos de 2015 y 2016–, Corbyn enfatizó la necesidad de obtener un acuerdo por el Brexit con acceso al mercado común europeo, y sin perjudicar a los trabajadores y las clases menos privilegiadas. Se trató de una dura campaña de siete semanas en la que miles de simpatizantes de Corbyn participaron en unos 100 actos proselitistas en todo el país. Corbyn finalizó la campaña en Glasgow con un discurso en el que indicó que el principal mensaje antiausteridad del laborismo “representa un nuevo centro” en la política británica. El líder laborista tuvo que hacer frente a una serie de ataques personales por parte de los conservadores y de sectores de la prensa más reaccionaria (como el Daily Mail, el Evening Standard o el Daily Telegraph), pero demostró que sus ideales políticos tuvieron muy buena recepción entre los británicos. Para su ministro de Economía en la sombra, John McDonnell, los conservadores hicieron una campaña “negativa” y de tácticas “ponzoñosas”, mientras que el laborismo dio un mensaje de esperanza. “Hemos cambiado la naturaleza del discurso político. La gente dijo basta al establishment político y a sus tácticas ponzoñosas”, agregó. La debacle conservadora Por el contrario, May presentó una campaña marcada por más ajustes y recortes presupuestarios, demasiado dependiente de su imagen personal y sin mensajes inspiradores, sólo el lema “por un liderazgo sólido y estable”, que la primera ministra repitió hasta el hartazgo. La desastrosa campaña de los tories incluyó además una serie de propuestas muy impopulares entre el electorado, como la del “impuesto a la demencia”, que la mandataria tuvo que retirar. También fue notable la frialdad de May en los actos proselitistas y su rechazo categórico a participar, con Corbyn y el resto de los líderes políticos, en los debates televisivos de rigor durante el periodo de proselitismo electoral. La campaña de May estuvo dominada por visitas a zonas consideradas bastiones laboristas históricos, desde West Midlands, Birmingham y Yorkshire hasta el noreste de Inglaterra, algo que para muchos analistas fue un error político, pues la mandataria dejó de lado los distritos tradicionalmente conservadores del suroeste de Inglaterra, donde terminó perdiendo apoyo. La primera ministra tuvo además que hacer frente a dos atentados terroristas en los últimos meses, en Manchester y Londres; el último, el pasado sábado 3, cuando tres extremistas islámicos conocidos por la policía y los servicios de inteligencia mataron a ocho personas e hirieron a 48 luego de arrollar con una camioneta a varios peatones sobre el Puente de Londres y luego acuchillar a una decena de personas en el concurrido mercado de Borough. Corbyn había responsabilizado a la mandataria por reducir en casi 20 mil el número de policías y de seguir “vaciando” a los servicios de seguridad desde el gobierno anterior, cuando May era ministra del Interior, debilitando así la capacidad de las fuerzas de seguridad para enfrentar a los extremistas. El sorprendente terremoto político en Gran Bretaña dejó a los conservadores muy debilitados, destruyó las aspiraciones políticas de May a futuro y fortaleció sin duda a un laborismo que logró desafiar al establishment político y a las clases más privilegiadas del país. Además, los inesperados resultados de estas elecciones llenan de incertidumbre el arduo proceso de negociación por el Brexit, que incluso podría revertirse si los partidos que forman el nuevo gobierno británico no logran ponerse de acuerdo acerca de qué tipo de “divorcio” quieren con el bloque europeo. Este reportaje se publicó en la edición 2119 de la revista Proceso del 11 de junio de 2017.

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