Paso a paso, el último día de Lesvy

jueves, 27 de julio de 2017 · 09:19
El caso de Lesvy Berlín Osorio, la joven hallada muerta en CU el pasado 3 de mayo, tiene aún muchos puntos poco claros. La procuraduría capitalina ya dictaminó que fue un suicidio, con lo que la familia de la fallecida no está de acuerdo. Y hay testimonios que apuntan a que el novio de la muchacha tiene un historial de violencia hacia ella. Gracias a las pruebas testimoniales del caso, contenidas en la carpeta de investigación, es posible reconstruir detalladamente el último día de vida de la víctima. CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- La mañana del martes 2 de mayo Lesvy Berlín Osorio y su novio, Jorge Luis González Hernández, con quien vivía en unión libre desde el 28 de diciembre de 2016, despertaron como a eso de las 10:30 horas y se arreglaron para salir, pues él iba a desayunar con su mamá, María del Socorro Hernández Guevara, cerca del Metro Copilco. En una reconstrucción de hechos a partir de las pruebas testimoniales que obran en la carpeta de investigación del caso, unos 40 minutos después, como a las 11:10 horas, ambos salieron del cuarto que habían alquilado semana y media antes, el 23 de abril, a María Elena Valverde Ortiz, en la colonia Pedregal de Santo Domingo. Lesvy llevaba a su mascota, el perro Tío Michael. La pareja caminó unas cuadras y al llegar a la calle Delfín Madrigal se separó. Jorge Luis, de 29 años, se dirigió a la estación Copilco y Lesvy, de 22, deambuló por el campus de Ciudad Universitaria (CU). Hacía meses que no trabajaba ni estudiaba. Su último empleo fue como mesera en un restaurante de Narvarte, donde intimó con un muchacho llamado Cristóbal, con quien vivió un tiempo después de salir de la casa materna. También interrumpió sus estudios en el CCH Sur, aunque tenía intenciones de regresar a las aulas, a la escuela de Artes Plásticas de la UNAM. Dominaba varios idiomas: inglés, italiano, japonés, catalán y latín. La situación de Jorge Luis no era mejor. Estaba desempleado. El 28 de abril había concluido su contrato como auxiliar de intendencia en la UNAM y estaba en espera de amarrar una renovación del mismo. Aproximadamente a las 13:15 horas Lesvy alcanzó a su novio en el restaurante donde Jorge Luis todavía estaba con su madre. Los tres platicaron unos 10 minutos. Luego salieron a la calle y al filo de las 14:30 horas se despidieron. Sin salir del perímetro de Copilco, Jorge Luis se comunicó luego por teléfono con su papá, Arturo José Luis González Trigueros, trabajador de la UNAM, quien le dijo que no estaba en su puesto de trabajo sino en el área de Relaciones Laborales del STUNAM, del otro lado de Insurgentes. Como estaban relativamente cerca, Jorge Luis y Lesvy fueron hacia allá con su mascota. Padre e hijo platicaron un rato y cerca de las 15:30 horas cada uno se fue por su lado. Antes de la despedida, don Arturo le dio a su vástago 500 pesos para sus gastos. De ahí, Jorge Luis y Lesvy se adentraron en CU, donde diariamente solían pasar la mayor parte del tiempo. No sabían si comprar cervezas, psicotrópicos o comida. Jorge Luis tenía deseos de ir al baño y entró a los de la Facultad de Arquitectura. Lesvy aprovechó el momento para soltar a su mascota y que jugara con otros perros. Sin saber qué hacer, cambiaron de ruta y se enfilaron hacia la Facultad de Química, donde trabajaba su amigo, Carlos David Castro Bonilla, como auxiliar de intendencia. Al no encontrarlo, Jorge Luis y Lesvy decidieron ir a un expendio de comida, contiguo a dicha facultad, conocido como Las Postas, que atiende Beto, a quien apodan El Sopes. Mientras Jorge Luis conversaba con éste, Lesvy se comió unos chilaquiles con carne al pastor. Alrededor de las 17:00 horas El Sopes le mandó un mensaje por radio a Carlos para que se dirigiera a Las Postas. Éste llegó una hora después, hacia las 18:00. Luego de ponerse de acuerdo con Jorge Luis y Carlos David, decidieron ir por unas cervezas a la tienda Oxxo de Eje 10 esquina con Odontología. Lesvy los siguió con su mascota. Con el dinero que le había dado su padre, Jorge Luis compró la primera de tres tandas de cervezas, en paquetes de 12, que bebió con su novia y sus amigos en el campus universitario. No fue todo. Cerca de las 21:00 horas, después de comprar el último cartón de cervezas, Carlos, Jorge Luis y Lesvy cruzaron por un área verde conocida como “Sherwood”, cerca del estacionamiento que colinda con la reja de la Facultad de Química, donde Carlos compró nueve tachas, de las conocidas como “tortugas ninja”. Luego regresaron a Las Postas, donde los esperaba El Sopes. Ahí, Carlos, Jorge Luis y Lesvy consumieron la droga. [caption id="attachment_485345" align="aligncenter" width="1200"]Estudiantes marchan en la UNAM en repudio al asesinato de Lesvy. Foto: Octavio Gómez Estudiantes marchan en la UNAM en repudio al asesinato de Lesvy. Foto: Octavio Gómez[/caption] Las videocámaras De lo que pasó en las horas posteriores, Jorge Luis divagó en la declaración que rindió ante el Ministerio Público el 8 de mayo. Primero dijo que por el efecto del alcohol y las drogas perdió la noción del tiempo y que sólo recordaba que él permaneció en CU y que Lesvy se retiró. Luego cambió su versión y comentó que le dijo a su novia que si quería quedarse, que lo hiciera, que él se fue caminando hacia su casa con el perro y que no recordaba cómo llevaba sujeto al animal. Carlos David Castro Bonilla se encargó de llenar algunos huecos de la versión que ofreció a la policía investigadora su amigo Jorge Luis. En su testimonio refiere que al terminarse las cervezas, compraron todavía dos botellas de mezcal, de un litro cada una, y que bebieron en “Sherwood”. También manifestó que a la 01:45 horas del 3 de mayo se incorporó al grupo un sujeto conocido como El Cuervo, que deambula por CU. Éste y Carlos comenzaron a hablar de la pelea que ese fin de semana sostendrían Saúl El Canelo Álvarez y Julio César Chávez junior. Para dejar constancia, Carlos le pidió a Jorge Luis que grabara la apuesta con su celular. Cerca de las 03:00 horas Jorge Luis y Lesvy se despidieron de Carlos, quien se quedó solo, pues El Cuervo había partido antes. El auxiliar de intendencia de la UNAM vio a la pareja caminar hacia las escaleras que unen “Sherwood” con la Facultad de Medicina. Luego de permanecer media hora sentado, solo, decidió refugiarse en esa misma facultad. En su declaración subrayó que durante el tiempo en que permanecieron juntos no vio que Jorge Luis y Lesvy riñeran o se agredieran. Incluso añadió que él evitó en todo momento intercambiar palabras con Lesvy para evitar que Jorge Luis se enojara, como la última vez que se habían reunido, en un hotel de la calzada de Tlalpan, para beber y drogarse. En esa ocasión, recordó, Jorge Luis le propinó tres cabezazos a su novia en el rostro durante una discusión. Carlos David también contó a la ministerial que en ningún momento notó que el consumo de cerveza y mezcal hicieran efecto en Lesvy; es más, dijo que la joven ni siquiera vacilaba al caminar. Con el material audiovisual aportado por la UNAM, la procuraduría capitalina pudo reconstruir lo que sucedió cuando la pareja y su mascota se dirigían, en aparente calma, rumbo a su domicilio. Minutos después de las 04:00 horas, antes de pasar por el Instituto de Ingeniería, ambos frenaron su marcha y comenzaron a manotear, como si estuvieran discutiendo. Jorge Luis alza la cadena del perro y en la imagen no alcanza a distinguirse a ciencia cierta si ésta impacta en su pareja, aunque en el resultado de la necropsia aparecen dos lesiones recientes en la cabeza. Luego Jorge Luis aferra con sus brazos a Lesvy a la altura del cuello. La chica logra zafarse, y en lugar de apartarse, rodea con sus brazos y coloca su cabeza a la altura del pecho de su novio, quien con un codazo en el rostro aparta a la mujer. Segundos después Jorge Luis se aleja a paso veloz y Lesvy lo sigue. A las 04:18 horas ambos vuelven a detenerse cerca de una caseta telefónica, a 30 metros del Instituto de Ingeniería. Pero cuando se ve que Lesvy se acerca a Jorge, la cámara de videovigilancia que enfocaba la escena inexplicablemente se mueve en otra dirección. Es justo el momento en que Lesvy queda colgada del cable del teléfono de la caseta de Telmex. Después de ese incidente, hacia las 04:20 horas, ya no aparece Lesvy en las videograbaciones. Sólo Jorge Luis y su mascota. El extrabajador universitario camina hacia la salida de CU cabizbajo y con las manos en los bolsillos. En un momento voltea hacia atrás, fija la vista en el sitio donde dejó a su novia y luego patea a su perro. [caption id="attachment_485351" align="aligncenter" width="1200"]Estudiantes marchan en la UNAM en repudio al asesinato de Lesvy. Foto: Octavio Gómez Estudiantes marchan en la UNAM en repudio al asesinato de Lesvy. Foto: Octavio Gómez[/caption] Laura, su amiga María Elena Valverde, la casera de Jorge Luis y Lesvy, declaró que a las 06:30 horas de ese 3 de mayo bajó a la cocina a preparar el desayuno y escuchó que su perro no dejaba de ladrar. Se asomó por una ventana y vio a Jorge Luis frente al zaguán. No supo si entraba o salía, por lo que le preguntó si pasaba algo. Él no le contestó. Regresó a la cocina, pero un grito de su nieta la obligó a salir. Se dirigió al traspatio, donde vio a Jorge Luis recargado en la puerta del cuarto que recientemente había alquilado. En su testimonio aseguró que lo notó raro, nervioso. Le dijo que le tocara a Lesvy, pero Jorge Luis le respondió que no estaba. La mujer le pidió entonces a su hijo que le abriera el cuarto y regresó a la cocina. No pasaron ni 10 minutos cuando escuchó que arañaban la puerta del zaguán. Salió a ver qué pasaba y cuando advirtió que era el perro de Lesvy, abrió la puerta. Entonces se percató de que el botón de seguridad del zaguán seguía puesto, por lo cual dedujo que Jorge Luis había brincado la barda. Jorge Luis despertó a las 09:30 horas y notó que Lesvy no había llegado a dormir. Tomó su celular para ver si tenía algún mensaje. Nada. Entonces salió a buscarla, pero antes le dejó un mensaje escrito sobre un ejemplar de la Gaceta de la UNAM: “Sabes, estoy preocupado por ti. Chale, ni pedo, al rato ni vas a querer nada”. Como al mediodía encontró a su amigo Carlos en “Sherwood”; ambos bebieron mezcal y Carlos aprovechó el momento para comentarle que la madrugada de ese día habían encontrado a una mujer muerta en CU, que si no creía que fuera Lesvy. En lugar de descartar esa posibilidad, a sabiendas de que la víctima que había sido encontrada muerta en la caseta telefónica, con el cable del auricular atado al cuello, era una mujer de cabello rizado, pantalones rotos y una cadena para perro, Jorge Luis decidió volver a su casa ya entrada la noche. Al no tener noticias de su pareja, decidió buscar a una de sus amigas más cercanas, Laura Rosario Martínez Duarte. La buscó en Facebook. Según Laura, Jorge Luis le dijo, llorando, que ya todo había valido madres, que quería verla. Quedaron de encontrarse en la tienda Elektra de Santo Domingo. Una vez ahí, Jorge Luis le dijo que presentía que Lesvy estaba muerta, pues habían encontrado el cadáver de una chica en CU. Laura y Lesvy tenían años de conocerse, desde que estudiaron en el Centro de Educación Preescolar y Primaria para hijos de trabajadores del STUNAM. Por tratarse de su mejor amiga, Laura le respondió a Jorge Luis que mejor fueran a buscarla y se dirigieron a la base 1 de Vigilancia de CU, pero los vigilantes les dijeron que no sabían nada, que acababa de cambiar el turno. Antes de retirarse, se toparon con un abogado de Relaciones Laborales de la UNAM, Jaime Bustamante, quien les dijo que esperaran para ver unas fotos. Minutos después se presentó una abogada de la cual no recuerda el nombre, que les pidió el nombre completo de Lesvy y los trasladó a la Coordinación Territorial de Coyoacán No. 1, donde a Jorge Luis le practicaron un examen toxicológico que resultó positivo. La misma abogada los llevó luego a su domicilio. Jorge Luis no duró mucho tiempo ahí, la madrugada del 4 de mayo, ya enterada de los acontecimientos, la casera le dijo que se fuera, que no quería problemas. Jorge Luis buscó de nueva cuenta a Laura para pedirle que le permitiera quedarse en su casa, pero la joven se negó. No le caía bien porque, según la declaración que rindió ante el Ministerio Público, trataba mal a Lesvy. En alguna ocasión, relató, su intervención evitó que Jorge Luis la agrediera físicamente. Además, resaltó que a raíz de esa relación, Lesvy comenzó a consumir drogas más duras, ya no sólo mariguana. [caption id="attachment_485344" align="aligncenter" width="1200"]Estudiantes marchan en la UNAM en repudio al asesinato de Lesvy. Foto: Octavio Gómez Estudiantes marchan en la UNAM en repudio al asesinato de Lesvy. Foto: Octavio Gómez[/caption] El cadáver El cuerpo de Lesvy fue encontrado a las 5:50 horas del miércoles 3 de mayo por la trabajadora universitaria Esperanza Sánchez Hernández, quien de inmediato dio aviso a su compañero Juan Andrés Sánchez Andrade. Ambos se dirigieron a la caseta telefónica donde se encontraba el cadáver y al percatarse de que tenía el auricular atado al cuello y que no respiraba reportaron el hecho a la Central de Atención de Emergencia de la UNAM. Pese a la violencia documentada que precedió a la muerte de Lesvy, el dictamen de mecánica de hechos realizado por el perito de la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México (PGJCDMX) Gilberto Saldaña Prieto, la víctima debió dirigirse a la cabina telefónica, circundar su cuello con el cable del auricular y dejarse caer hasta asfixiarse. Sobre el golpe que presenta en el rostro, el especialista dedujo que se lo produjo con la caseta al caer. “Las heridas que presentó la occisa son de características suicidas por la posición, el objeto constrictor utilizado y la ausencia de lesiones propias de lucha, forcejeos, sometimiento y defensa. La muerte se produce debido a la asfixia por ahorcamiento por suspensión incompleta con maniobras de suicidio”. La defensa de la familia de Lesvy discrepó totalmente de dicha prueba pericial. El pasado lunes 10, en la audiencia en la que se vinculó a proceso a Jorge Luis González por el presunto delito de homicidio simple doloso por comisión de omisión y no feminicidio, la representación legal sostuvo que las escoriaciones encontradas en distintas partes del cuerpo de la joven fueron producto de forcejeos y golpes que el imputado le propinó momentos antes de su muerte, como se advierte en los videos proporcionados por el área de vigilancia de la UNAM. En la carpeta de investigación se anexó una necropsia psicológica de la víctima, elaborada por la psicóloga Sandra del Socorro Hernández Meza. La experta analiza los momentos previos, la mecánica de hechos, los exámenes químicos, los antecedentes familiares y personales, y los rasgos y dinámica de personalidad de Lesvy y concluye que la joven se suicidó a consecuencia del estado de intoxicación alcohólica que presentaba el día de los hechos, así como por el temor a ser abandonada por su pareja y la presumible depresión que arrastraba desde el año pasado. A petición de la defensa de la familia de la joven, dicha pericial fue descartada por el juez de Control del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México Christian Ricardo Franco Reyes, durante la audiencia del lunes 10. Pero en lo que no cedió el juzgador fue en vincular a proceso al detenido por el delito de feminicidio y no por homicidio simple doloso por comisión de omisión, a pesar de que la PGJCDMX incurrió desde un principio en un sinnúmero de irregularidades: Por ejemplo, la PGJCDMX no actuó con perspectiva de género y, peor aún, descartó el feminicidio como la principal línea de investigación. En la carpeta de investigación COY-1/IU-1C/D/1099/05-2017 se clasificó el delito como “homicidio”. El día posterior al hallazgo del cadáver, la PGJCDMX difundió tres mensajes en su cuenta oficial de Twitter –@PGJDF y con la firma del entonces procurador de justicia, Rodolfo Ríos Garza–, con detalles de la vida personal de Lesvy en los que resaltó que era drogadicta, alcohólica y que debía materias de bachillerato. La comunidad universitaria y la ciudadanía en general censuraron la actuación de la autoridad por recriminalizar a Lesvy con ese tipo de mensajes. El 8 de mayo Ríos Garza decidió cesar a la autora de los mismos, la vocera María Elena Cárdenas Rodríguez. No conforme con eso, Ríos Garza se opuso en un primer momento a la participación de cinco académicas expertas en equidad de género de la universidad en las investigaciones del caso, pese a que fue uno de los compromisos que la secretaria de Gobierno, Patricia Mercado, pactó con el rector de la UNAM, Enrique Luis Graue Wiechers, el 8 de mayo. Días después, el 29 de mayo, el Observatorio Ciudadano Nacional de Feminicidio pidió la figura legal de coadyuvancia técnica en la indagatoria sin encontrar eco por parte de la procuraduría capitalina. Más: los padres de Lesvy tuvieron acceso a la carpeta de investigación completa el 4 de junio, un día antes de que la procuraduría anunciara oficialmente que la joven se suicidó. La defensa de la familia de Lesvy presentó el pasado jueves 13 una apelación contra el fallo del juez de Control Christian Ricardo Franco Reyes, en un intento de que un tribunal colegiado revierta la imputación inicial del juzgador y reclasifique el delito como feminicidio. De no surtir efecto esto último, la defensa tiene cuatro meses para aportar las pruebas que permitan guiar la indagatoria a esa dirección. Este reportaje se publicó en la edición 2125 de la revista Proceso del 23 de julio de 2017.

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