Y cuando apareció Neymar... el delirio

domingo, 13 de agosto de 2017 · 07:18
PARÍS (Proceso).- No cabe un alfiler en el auditorio del Parc des Princes, el estadio del club París-Saint-Germain (PSG), asediado –dos horas antes de la conferencia de prensa del ídolo– por más de 200 periodistas de todo el planeta. Es preciso abrirse paso a codazos y pelear duro para conseguir un asiento. Luego empieza la espera. La llegada del ídolo está prevista a las 13:30 de este viernes 4. Estallan conatos de pleito entre fotógrafos y camarógrafos. Crece la tensión cada vez que se mueve una edecán. Todo el mundo observa gestos y movimientos de cabeza del padre y de la madre del ídolo, sentados en primera fila al lado de Pini Zahavi. Éste también es objeto de la atención general. El famoso experiodista deportivo israelí lleva tres décadas moviéndose discretamente en las altas esferas del foot business y jugó un papel capital en el “traspaso del siglo”. Repentino silencio. Aparición del ídolo que costó 222 millones de euros a Nasser Al Khelaifi, presidente y director general del París-Saint- Germain, y sobre todo a su amigo íntimo, Tamin ben Hamad Al Thani, príncipe heredero de Qatar, dueño del club parisino desde 2011. No muy alto, delgado, elegante con su sobrio traje oscuro y su corbata negra, que contrastan con sus anillos en la oreja, Neymar da Silva Santos Junior enarbola una sonrisa matadora, juvenil y pícara. Se ve feliz, simplemente feliz. No parece impresionarlo en absoluto la armada reporteril que se apresta a bombardearlo con preguntas. Ni incomodarlo. Ni halagarlo. Quizá le da un poco de curiosidad… Nada tiene que ver esa frescura con la megalomanía patológica de Zlatan Ibrahimovic, delantero centro sueco y estrella del PSG de 2012 a 2016. Al Khelaifi toma la palabra. Hace un esfuerzo sobrehumano para expresarse en francés. Presenta a “su trofeo” –arrebatado al Barcelona después de semanas de arduas negociaciones– con una emoción que sorprende a los presentes, pues el poderoso mandamás del PSG tiene una sólida fama de introvertido. “Neymar es un ídolo para todo el planeta. Es el mejor jugador del mundo. Juntos vamos a escribir la historia del París-Saint-Germain. Bienvenido a tu nueva casa, Neymar”, dice. De inmediato brotan preguntas en portugués, español, francés, inglés… “¿Te fuiste del Barça para salir de la sombra de Messi? ¿Qué papel jugó el dinero en tu decisión? ¿Qué se siente ser el futbolista más caro del mundo? ¿Te consideras un ciudadano del mundo, de Brasil o del marketing? ¿Qué día tomaste la decisión de dejar el Barça? En Barcelona mucha gente te considera traidor, ¿cómo lo vives?” Imperturbable, paciente, sonriente, Neymar escucha la traducción de la pregunta cuando el reportero no se expresa en portugués o en español y luego contesta a su manera, con sencillez y habilidad. Aparenta total naturalidad, pero es obvio que previo a la rueda de prensa pasó cierto tiempo con el equipo de comunicación del PSG. Imposible hacerle precisar en qué momento exacto decidió dejar al Barcelona. Cada vez que alguien lo interroga al respecto acaba contestando más o menos lo mismo: “Fue tan difícil y doloroso tomar esa decisión que le pedí a Dios que me ayudara. Reflexioné mucho sobre lo que quería hacer de mi vida. ¿Quedarme en el Barça? ¿Lanzarme a otro proyecto? Le rogué a Dios que me iluminara. Y finalmente oí su voz y entendí que debía firmar con el PSG. Tengo la convicción de que Dios me prepara algo grande”. Sobre el alto costo de su traspaso es Al Khelaifi quien se apresura a contestar: “¿Caro, Neymar? ¡Por favor! Cuando se toma en consideración el peso de la marca Neymar, pues es obvio que ese precio dista de ser elevado”. La sospecha de violación de la regla del fair play financiero por parte del París-Saint-Germain y la eventualidad de una investigación de la UEFA al respecto divierten al poderoso qatarí, que contesta en un inglés fluido al reportero español que arriesga la pregunta: “Relax. No se preocupe por nosotros. Más bien váyase a tomar un café tranquilo… Todo está bajo control. Somos transparentes. Contamos con un equipo de expertos internacionales del más altísimo nivel. Ellos se encargaron de todo. La transacción es limpísima.” Neymar retoma la palabra cuando los periodistas españoles insisten sobre la frustración de los aficionados del Barcelona: “No sé qué contestar”, dice apenado. “Me da tristeza saber que la gente está enfadada. No le falté al respeto a nadie. No traicioné a nadie. Pero no soy un robot. Soy una persona con derechos. Sentí que había llegado la hora de irme y tengo el derecho de hacerlo.” –¿Qué busca Neymar en París, si su meta no es salirse de la sombra de Messi? –Estoy aquí para escribir la nueva historia del París-Saint-Germain, para ganarlo todo, la Liga de los Campeones y todos los campeonatos. Nunca me sentí a la sombra de Messi, que sigue siendo mi ídolo. Aprendí muchísimo con él y somos amigos. Pero hoy me estimula el desafío que me propone el PSG. –¿Jugará mañana con el PSG en el Parc des Princes contra el equipo de Amiens? –Estoy listo –lanza con expresión traviesa–. Estoy aquí para jugar futbol y jugar futbol es lo que más me gusta en la vida. Última sonrisa. Unos minutos de pose ante las cámaras con su nueva camiseta, la del PSG. Neymar dice que se siente parisino y que el París-Saint-Germain es su casa. Y se va. Ante los fanáticos Fuera del estadio, centenares de aficionados del PSG, encabezados por el Collectif Ultras París, el club de fanáticos más poderoso de la Ciudad Luz, llevan horas esperando a la estrella. Cantan, gritan y arman alboroto bajo estrecho control policiaco. Su entusiasmo se convierte en delirio cuando aparece Neymar. Es el principio de la historia de amor entre París y el atacante brasileño, predice el diario L’Equipe, biblia del deporte en Francia. Los admiradores de Neymar sin embargo oscilan entre el orgullo absoluto, por tener a uno de los tres futbolistas más talentosos del mundo en “su” equipo, y una “inmensa vergüenza” por no haberlo celebrado en grande. El sueño de Al Khelaifi y del padre de Neymar era dar al “prodigio del drible” una bienvenida apoteósica en los Campos Elíseos o al pie de la Torre Eiffel. Problemas de seguridad en la capital gala, que sigue viviendo bajo alto riesgo de atentados, frustraron el proyecto. La presentación pública de la nueva estrella del PSG se haría de forma mucho más modesta el sábado 5 en el Parc des Princes, día del partido PSG-Amiens. La alegría de los aficionados del PSG contaminó al presidente francés, Emmanuel Macron, que aceptó posar con Nasser Al Khelaifi exhibiendo una camiseta del club parisino con su nombre. El mandatario, que baja en los sondeos de opinión, aprovechó la oportunidad para recalcar que la irrupción de Neymar en la Ciudad Luz era la “mejor prueba de lo atractiva que es Francia”. Mucho más pragmático, Gérald Darmanin, ministro de las Cuentas Públicas, se mostró sumamente interesado por los 30 millones de euros de impuestos anuales que tendrá que pagar el jugador al fisco francés. Es, sin embargo, el emirato de Qatar el que saca el mejor provecho del éxito planetario del traspaso de Neymar. “Desde 1990 esa monarquía del Golfo Pérsico despliega una intensa diplomacia deportiva”, explica Christophe Lepetit, experto del Centro de Derecho y Economía del Deporte de la ciudad de Limoges. “Invirtió primero en el Barça, pero al darse cuenta de que no podía comprar el club, que pertenece a sus socios, cambió de estrategia y se interesó en el PSG. Se trata de una estrategia muy bien pensada y coherente, que apuesta al fuerte impacto mediático del deporte para hacer olvidar aspectos oscuros de su política. Fue la razón por la que hizo lo imposible para albergar el Mundial de 2022”, explica. Agrega Lepetit, arriesgando comparaciones atrevidas: “Qatar es un país pequeño, riquísimo, pero sin potencia militar. Neymar es su ‘nave insignia’. La potencia que Qatar logra con el deporte –y hoy con Neymar– compensa la potencia que dan unas fuerzas armadas de alto nivel. Neymar es un poco la bomba atómica de Qatar”. El experto subraya que la compra del jugador brasileño se da en un momento sumamente difícil para el país con el que Arabia Saudita, Egipto, Bahréin, Yemen y los Emiratos Árabes Unidos acaban de romper relaciones diplomáticas. “Qatar acaba de contrarrestar su aislamiento y deja a sus adversarios totalmente rebasados por la situación, porque ninguno de ellos cuenta con un arma de comunicación tan poderosa como el deporte en general y el futbol en particular”, concluye. Nadie tocó este tema en la rueda de prensa de Neymar da Silva Santos Junior orquestada por Nasser Al Khelaifi, “embajador” de Tamin ben Hamad Al Thani, príncipe heredero de Qatar. Esta crónica se publicó en la edición 2127 de la revista Proceso del 6 de agosto de 2017.

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