Gran Bretaña: motines en prisiones con crisis
LONDRES (apro).- En julio, tres centros de reclusión en Inglaterra --The Mount, en el condado de Hertfordshire; Erlestoke, en Wiltshire, y la prisión central de Worcestershire-- registraron serios incidentes de violencia en los que participaron cientos de presos durante varios días, luego de una reducción del número de guardias y por las malas condiciones dentro de las cárceles.
En Erlestoke al menos cinco policías resultaron heridos, mientras que en The Mount, que cuenta con una población de unos mil presos, varias celdas fueron dañadas por incendios intencionales, a un costo de 1.3 millones de dólares para el erario británico.
Los incidentes de violencia en las cárceles inglesas y galesas, que se repiten año tras año, dan cuenta de un problema creciente dentro del sistema penitenciario.
De hecho, a comienzos de agosto el Ministerio de Justicia británico reveló en un informe oficial que entre marzo de 2016 y marzo pasado hubo 26 mil 643 incidentes de violencia en prisiones de Inglaterra y Gales, incluidos 7 mil 159 ataques graves contra guardias. El equivalente es de 20 hechos por día.
Los ataques graves contra empleados de prisiones se triplicaron desde 2013, en tanto que el número de agresiones físicas en cárceles de mujeres alcanzó la cifra de mil 23, el nivel más elevado en nueve años.
También aumentó la cifra de suicidios de presos, que trepó a 119 en el último año.
Al respecto, la presidenta de la Asociación de Gobernadores de Prisiones (PGA, en sus siglas en inglés), Andrea Albutt, sostuvo que el sistema penitenciario de Inglaterra y Gales está en una crisis profunda debido a una serie de “perversas” reformas impuestas por el gobierno británico y presiones “muy tóxicas” como la superpoblación y escasez de guardias, que ponen ahora en peligro la seguridad nacional.
En una carta abierta dada a conocer el pasado 2 de agosto, tras los motines y protestas en las tres cárceles inglesas, Albutt acusó al Ministerio de Justicia, encabezado por el conservador David Lidington, de dejar al sistema penitenciario “devastado”, debido a un decline total del sector, que podría agravarse aún más tras la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea (UE).
La presidenta de la PGA advirtió además que el aumento de la indisciplina y disturbios por parte de los presos “es tema de mucha preocupación”.
De acuerdo con cifras oficiales, actualmente hay 86 mil 230 presos en cárceles de Inglaterra y Gales, 10 mil más que el máximo establecido por el gobierno. De ese total, 75% de los detenidos están presos por haber cometido delitos no violentos (como fraude, falsificación o tenencia de drogas), y cerca de la mitad fueron sentenciados a menos de seis meses o un máximo de 12 semanas tras las rejas.
Las prisiones del país se están viendo severamente afectadas por una creciente superpoblación carcelaria, en línea con el aumento de la población en el Reino Unido.
Aunque las autoridades prometieron aumentar el número de prisiones y guardias, además de establecer un nuevo organismo para implementar el programa de reformas, Albutt dijo que por ahora el gobierno no está haciendo lo suficiente para aliviar las presiones en las cárceles.
“Sabemos que hay muchas prisiones británicas en crisis. Estoy usando esa palabra deliberadamente porque no es posible esconder más esta realidad”, agregó la funcionaria.
Albutt explicó que el inesperado aumento en el número de presos dejó al Estado británico “sin celdas disponibles”, generando más presiones para los empleados y guardias de las cárceles.
La experta señaló que la inestabilidad y crisis que registra el sector “se debe a un sistema empobrecido durante años”.
“La escasez de celdas y el mayor número de incidentes de violencia, como los que vimos en The Mount, están obligando a las autoridades a trasladar a presos a otras cárceles, perjudicando el ritmo de visitas familiares a detenidos y desestabilizando los regímenes en otras prisiones”, continuó.
En ese sentido, indicó que sin soluciones a la vista “los problemas aumentarán”.
La presidenta de la PGA explicó también que el aumento en el número de guardias fue ínfimo en el último año, de sólo 75, cuando se necesitan cientos de custodios más por año.
“Sucias, desgraciadas y miserables”
Desde que los conservadores asumieron el gobierno en 2010, las políticas de austeridad y ajuste llevaron a una importante merma en el número de empleados de prisiones.
Por ejemplo, en 2010 había unos 20 mil empleados de prisiones, cifra que se redujo a 15 mil en 2014 y a 14 mil 700 en la actualidad.
Además, entre los empleados de cárceles que dejaron su puesto en los últimos años, la mayoría eran trabajadores con amplia experiencia y trayectoria en el sector. En 2010, cinco de cada diez empleados de prisiones habían trabajado en el sistema penitenciario por al menos dos años. Pero ahora esa proporción cayó a uno en diez.
Bajo las reformas impuestas por el gobierno, se decidió separar el control operacional de las prisiones de la toma de decisiones en las mismas.
“Los empleados de las cárceles me están informando que no han visto ninguna mejoría por parte del Ministerio de Justicia para reducir las presiones del servicio penitenciario. La decisión de separar los sectores es perversa y ciertamente no es efectiva en cuanto a los costos. Los presupuestos de las cárceles siguen con muchas presiones”, subrayó la presidenta de la asociación.
Según un informe de la PGA publicado en junio de este año, en Inglaterra y Gales hay 40 prisiones cuya situación es “preocupante”, y de ellas hay 10 cuyo estado es ahora “muy alarmante”.
John Podmore, exgobernador de las prisiones de Brixton, Belmarsh y Swaleside, todas ellas en Inglaterra, consideró que el sistema penitenciario de Gran Bretaña “es un desastre”.
“Estamos donde estamos porque ha colapsado la relación entre los empleados de las cárceles y los presos. Las prisiones funcionan gracias al principio de cooperación, y esa cooperación ha desaparecido. Los empleados están desmoralizados y los prisioneros están cada vez más frustrados”, subrayó Podmore en una entrevista para la radio 4 de la BBC.
Por su parte, un portavoz del Ministerio de Justicia indicó que el gobierno ha aceptado que el servicio penitenciario “enfrenta muchos desafíos”.
“Es por ello que hemos tomado acciones inmediatas para aumentar el número de guardias y crear el Servicio de prisiones y probación. Esto ayudará a crear un sistema profesionalizado y que permite poner en práctica las reformas necesarias”, agregó.
Según el vocero oficial, es preciso crear un medio ambiente “de calma y orden” en las cárceles para garantizar una rehabilitación efectiva de los prisioneros.
“Seguimos trabajando de cerca con los empleados del servicio penitenciario y con el sindicato del sector para conseguir estas reformas vitales, y hacer de las prisiones lugares seguros y reformados”, concluyó.
El mes pasado, Peter Clarke, inspector jefe de prisiones en el Reino Unido, advirtió que el número de guardias en muchos centros penitenciarios del país “es demasiado bajo” para mantener el orden y evitar motines, y calificó las condiciones dentro de las cárceles británicas como “sucias, desgraciadas y miserables”.
Varios activistas y grupos que abogan por una reforma del sistema penitenciario, entre ellas la organización benéfica Prison Reform Trust, expresaron serias preocupaciones por la situación del sector, especialmente por el aumento de la violencia en las cárceles, el creciente uso de drogas en celdas y la superpoblación carcelaria, en tanto que el sindicato de trabajadores de prisiones, la POA, exhortó al gobierno de Theresa May a abrir una pesquisa independiente para evaluar de inmediato la situación.
Mark Fairhurst, presidente de la POA, sostuvo que el número de empleados en las prisiones británicas se ha convertido ahora en un problema nacional.
“Es una epidemia en todo el país. Le hemos venido diciendo al gobierno que debemos reestructurar el sistema y mejorar los salarios”, afirmó el sindicalista.
“Los sueldos de los trabajadores de prisiones no son lo suficientemente competitivos comparados con otros organismos del sector público o incluso del privado. Se debe aumentar el salario inicial para incentivar a los interesados a enrolarse como guardia-cárceles, y luego incrementar regularmente sus ingresos para que sigan en sus puestos. Pero esto no es lo que está ocurriendo actualmente”, continuó.
Al preguntarle por qué es tan difícil mantener a los empleados de las prisiones en Inglaterra y Gales, Fairhurst respondió: “Es una combinación de malas condiciones de trabajo, la creciente violencia que enfrentan día a día, y pésimos salarios”.