El país, sin controles antidopaje confiables

domingo, 3 de septiembre de 2017 · 10:26
Actualmente la Conade busca financiamiento privado para recuperar la acreditación de la Agencia Mundial Antidopaje a su laboratorio, suspendida en noviembre del año pasado, pero no ha corregido ninguna de las anomalías que causaron sus errores. Los exámenes antidoping siguen dependiendo de los intereses de quienes los aplican y difunden sus resultados a conveniencia de ellos, no del deporte nacional. CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- En julio de 2010 el Laboratorio Nacional de Prevención y Control de Dopaje que opera la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade) erró al procesar una muestra de orina de la nadadora mexicana Diana Luna, quien no pudo participar en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Mayagüez porque tuvo un resultado analítico adverso por testosterona, sustancia prohibida por la Agencia Mundial Antidopaje (WADA). No obstante, el resultado del análisis de la muestra B arrojó que dicha sustancia en realidad no estaba presente en el cuerpo de la atleta y cuatro meses después ella fue exonerada por el Comité Nacional Antidopaje (CNA), que en esas fechas presidía el entonces director de la Conade, Bernardo de la Garza. La Conade ocultó este hecho para no afectar el proceso de acreditación de su Laboratorio Nacional de Prevención y Control de Dopaje ante la WADA –que obtuvo tres años después– y le pidió a la atleta guardar silencio sobre el caso. A cambio, De la Garza financió un viaje de la deportista a Dubái. El caso de Diana Luna estuvo plagado de irregularidades. El 23 de abril de 2010, a solicitud de la Federación Mexicana de Natación (FMN), dicho laboratorio le realizó un control en competencia mientras ella participaba en la Olimpiada Nacional en Puerto Vallarta, Jalisco. Según consta en el informe de resultados, del cual la deportista proporcionó una copia, la muestra de orina fue recibida en el laboratorio de la Conade el 28 de abril. El 8 de julio, dos meses y 10 días después, concluyó el análisis de la muestra, cuyo resultado fue: relación Testosterona/Epitestosterona (T/E)=15, un valor muy elevado cuando se trata de una mujer. Pero este resultado no le fue comunicado de inmediato a Luna. La atleta, que en ese momento representaba a Veracruz, donde residía, estuvo concentrada dos días junto con el resto de la selección nacional de natación en el Centro Nacional de Desarrollo de Talentos Deportivos y Alto Rendimiento (Cnar) en la Ciudad de México, pero fue el 13 de julio, la noche previa a que la delegación viajara rumbo a Mayagüez, cuando la mandó llamar el vicepresidente de la FMN, Jesús Quintero Azuara. “Él me notificó. Se juntaron los entrenadores que iban con la selección y Azuara me dio el aviso: ‘Diste positivo en el antidoping, no vas a poder viajar, te vas a quedar y si preguntan por ti tus compañeros, les decimos que no viajaste porque tenías dolor de panza’. Azuara me dijo que no le dijera nada a nadie y ahí me quedé”, cuenta Luna Sánchez en entrevista. Inconforme por el resultado, la atleta, entonces de 19 años, avisó a su familia. Al día siguiente se presentó en las instalaciones de la Conade, donde tiene su sede el laboratorio, para solicitar la apertura de la muestra B. Se presentó con el director del laboratorio, el doctor Benjamín Velasco Bejarano, quien –narra Luna Sánchez– intentó persuadirla de no abrir la muestra B, pese a que cualquier deportista tiene derecho a ello según el Código Mundial Antidopaje. En parte el doctor se rehusaba porque quería que el entrenador de la nadadora estuviera presente, así como un representante de la FMN y otro de la asociación estatal veracruzana de natación. Pero ninguna autoridad deportiva estuvo disponible. “Benjamín Velasco me amenazó –señala la competidora–. Me dijo que si se abría y en la muestra B se confirmaba la sustancia, el castigo podría ser peor, incluso de por vida. Me explicó que por fallar en la muestra A eran dos años de sanción y en la B era más tiempo, lo cual hoy sé que es falso. Me advirtió que pensara bien si la abría o no. Le dije que yo no tomo ni aspirinas para la gripa y estaba tan segura de no haber tomado nada que me arriesgué a abrirla.” Dos días después, el resultado del análisis de la muestra B arrojó que no había ninguna sustancia en el cuerpo de Diana Luna. El padre de la deportista compró el boleto de avión para que su hija viajara a Mayagüez, toda vez que Velasco les informó que si salía limpia no habría ningún problema para que participara en los Juegos Centroamericanos y del Caribe. La nadadora llegó a Puerto Rico cinco días antes de que se iniciaran las competencias de natación. Se comunicó por teléfono con el subdirector de Calidad para el Deporte de la Conade, Alejandro Cárdenas, para informarle que estaba lista para competir. Pero Cárdenas se escandalizó. Se sorprendió de que estuviera ahí y le dijo que la WADA estaba enterada de que falló en el control antidopaje y que si la veían ahí se metería en más problemas. Luna verificó que seguía inscrita en las pruebas en las que competiría. No había nada que le impidiera participar. Aun así, empujada por Cárdenas, regresó a México. “Me trataron como criminal. Cárdenas me dijo que la WADA me estaba persiguiendo, que ellos ya le habían notificado de mi resultado en el antidoping. Hicieron todo mal desde el principio y me quedé sin competir porque desde que yo estaba concentrada en el Cnar, Cárdenas y un entrenador decían delante de mí ‘¿Ya le avisaste?’ o ‘¿ella ya sabe?’. Yo no entendía de qué hablaban. “Tuvieron mayo, junio y julio para analizar mi muestra y justo me dijeron la noche antes del vuelo. Si me hubieran avisado días antes, aunque hubiera pasado este error, sí alcanzaba a competir. Si lo hubieran hecho con orden se aclara el asunto y no pasa nada. Luego supe que todo el lote donde estaba mi muestra se contaminó y que los resultados de otros atletas también salieron alterados; no supe quiénes ni qué pasó, pero por ese error me quedé sin competir.” –¿La Conade o el laboratorio asumieron que cometieron un error? –Al principio nadie dio la cara. Después supe que ellos (la Conade) estaban buscando que WADA le diera la acreditación al laboratorio y no querían tener un error y que éste se hiciera público. Incluso yo les pedí que en ese momento me tomaran una nueva muestra para demostrar mi inocencia. El 14 de julio me hicieron un control fuera de competencia que confirmó que tampoco había nada en mi cuerpo. “Tiempo después, ya que se habían terminado los Juegos Centroamericanos, Bernardo de la Garza me citó en su oficina y me preguntó cómo podía compensar lo que pasó. Le pedí ir al Campeonato Mundial de Natación de Piscina Corta que se realizó en diciembre de ese año en Dubái, y ahí terminó todo.” Fue hasta el 25 de noviembre siguiente cuando oficialmente Diana Luna Sánchez fue informada. Mediante el oficio C.N.A./007/2010, que firmó en calidad de presidente del Comité Nacional Antidopaje, Bernardo de la Garza le dijo: “Usted está libre de toda responsabilidad respecto a la administración de sustancias prohibidas”, toda vez que el análisis de la muestra B arrojó un resultado negativo. “En apego al Código Mundial Antidopaje que en el artículo 7.5.1 indica que en el caso de que no se confirme la presencia de la sustancia prohibida en la muestra B el deportista puede participar en los eventos, y que en el artículo 7.3.5.7 se indica que si el análisis de la muestra B no confirma el resultado de la muestra A, el Comité Nacional Antidopaje deberá notificar al atleta que la muestra ha sido declarada negativa y no se tomará ninguna acción posterior.” La WADA suspendió la acreditación del laboratorio de la Conade en noviembre de 2016. Durante seis meses no podrá operar después de que tuvo un falso positivo: la esgrimista Paola Pliego no pudo competir en los Juegos Olímpicos de Río 2016 porque supuestamente falló un control antidopaje por la sustancia modafinil. Una investigación posterior, ordenada por la Federación Internacional de Esgrima, llevó al laboratorio de Colonia, Alemania, a determinar que el de la Conade confundió la molécula del estimulante modafinil con la de un antihistamínico. El daño a la atleta es irreparable. Un mes después del error, la WADA anunció en su página de internet la suspensión de la acreditación que el país demoró 13 años en conseguir. El laboratorio debió haber comenzado a operar en mayo de este año, sin embargo, sigue sin cumplir con los requisitos de la WADA. Lleva nueve meses sin realizar controles antidopaje, con el daño que eso ha ocasionado al deporte nacional. Historial de errores El caso de Diana Luna es uno de muchos yerros que se han cometido en el Laboratorio Nacional de Prevención y Control de Dopaje desde que se instaló en 2000, cuando Nelson Vargas dirigía la Conade. Durante 13 años se aplicaron controles antidopaje cuyos resultados eran meramente informativos, para consumo interno, pues los resultados no eran oficiales. Es decir, no llegaban a la WADA ni ningún atleta podía ser sancionado conforme al Código Mundial por no tratarse de un laboratorio oficialmente acreditado por esa agencia internacional. Así, quienes han operado el laboratorio decidían qué hacer con los atletas en los que se confirmaba un positivo: no se daban a conocer los resultados y los atletas simplemente no viajaban a competencias internacionales con el pretexto de que estaban enfermos o lesionados, para no exponerlos a una sanción. En los casos extremos los castigos eran de seis meses o los atletas recibían una amonestación privada por haber usado alguna sustancia prohibida. A partir de que certificó el laboratorio mexicano en junio de 2013, la WADA ha estado vigilando con lupa cómo lleva a cabo los procesos. Desde septiembre de 2015, después de una exhaustiva revisión que realizaron la directora de la Oficina Regional de Latinoamérica, María José Pesce, y el gerente de relaciones WADA-Organización Nacional Antidopaje, David Julien, se le advirtió a la Conade que su laboratorio no estaba trabajando de acuerdo con el Código Mundial Antidopaje ni con los cuatro estándares internacionales. Proceso publicó, en su edición 2035, que México estaba en riesgo de perder la acreditación del laboratorio antidopaje en virtud de las serias irregularidades y anomalías con las que estuvo operando, entre ellas el bajo presupuesto asignado, los controles antidopaje paralelos que hacían por su cuenta las federaciones deportivas, mala planeación en los controles fuera de competencia –en los que, de forma indebida, también participan las federaciones–, aparte de que se comprobó la existencia de un grupo registrado para controles antidopaje, dirigido a 257 deportistas, que no es “real”. El tema más grave es el conflicto de interés, pues el subdirector general de la Conade, Pedro Luis Benítez Vélez, ocupa también el cargo de presidente del CNA, considerado por el Código Mundial Antidopaje como la Organización Nacional Antidopaje de México. Esto significa que, de acuerdo con dicha normativa, el CNA es “la entidad designada por cada país como autoridad principal responsable de la adopción y la puesta en práctica de las normas antidopaje, de la recogida de muestras (de orina o sangre), de la gestión de resultados y de la celebración de las audiencias a nivel nacional”. Lo anterior se traduce en que la Conade es juez y parte. Los mismos empleados de la Conade –y otros más del gobierno federal– forman parte del CNA: quienes preparan a los deportistas son los mismos que procesan los resultados de los exámenes en los que se busca el uso de sustancias prohibidas. Para solventar parte de las irregularidades la Conade pidió al Congreso de la Unión que realizara un par de ajustes a la Ley General de Cultura Física y deporte y su reglamento, lo cual permitió que pudiera seguir funcionando hasta que el falso positivo del caso Paola Pliego obligó a la WADA a suspender la acreditación. Benjamín Velasco se excusó de dar una entrevista a este semanario. Como responsable del laboratorio está impedido, dijo, de hacer declaraciones. Sin embargo, envío a la reportera un documento breve en el que expone que sí recuerda el caso de Diana Luna Sánchez. “En ese momento el laboratorio no se encontraba acreditado por la EMA (Entidad Mexicana de Acreditación) ni por la WADA, los resultados eran informativos”, escribió. Y añadió: “Sólo se mantuvo contacto con la atleta al momento de la apertura de la muestra B, posteriormente en ningún momento se estableció contacto alguno con la atleta por parte del personal del laboratorio porque no está dentro de las atribuciones”. Consultada por la reportera, la WADA se abstuvo de hacer alguna declaración sobre este hecho que ocurrió hace siete años y afectó la carrera de la nadadora. La Conade está en busca de financiamiento privado (19 millones de pesos) para adquirir nueve equipos a fin de conseguir que el organismo internacional vuelva a certificar su laboratorio. Este reportaje se publicó el 27 de agosto de 2017 en la edición 2130 de la revista Proceso.

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