Microteatro se pone PorNo

jueves, 21 de septiembre de 2017 · 19:05
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Microteatro es un concepto de obras breves que nació en Madrid en 2009. Con los años se ha ido expandiendo por el mundo, hasta tener ahora sedes en varios países, y se encuentra cada vez en más ciudades de nuestro país: CDMX, Guadalajara, Monterrey, Puebla y Veracruz. Las funciones de 15 minutos se presentan en distintos cuartos de casonas, y las une un tema. Los autores mandan sus textos, los cuales son seleccionados por un comité y montados durante breves temporadas. La CDMX presenta actualmente PorNo. La siguiente es una selección de tres de ellas: Deseo Escrita por Juan Manuel Torreblanca, la obra consta de tres personajes virtuales. Los conectan las redes sociales. El director Héctor Berzunza plantea un juego escénico donde los actores se comunican rápido, con frases cortas y haciendo uso de emoticones. La escenografía, diseñada por la arquitecta Ana Karen Orozco, comprime de manera atinada el concepto del narcisismo. Al estilo de un camerino, el espacio de paredes negras tiene espejos por todos lados, donde se ven reflejados tanto los actores como los espectadores. Contrastan luces de neón que enceguecen y no dejan ver más que lo brillante. Los actores Leonora Cohen, Ernesto del Cañal y Diego Garza juegan en su pequeño espacio, donde crean cada uno un universo en su burbuja. La adolescente en búsqueda de seguidores y fama; el chico tímido que, incapaz de levantarse de su silla, se enamora del que está al otro lado de la pantalla; y el jugador experto, el que manipula a los más vulnerables y los maneja a su antojo. La musicalización en vivo está a cargo de Jonathan Persan, quien persigue las acciones de los intérpretes con su contrabajo desde una esquina del cuarto, detalle que le da vitalidad y apoya de manera sorprendente el ritmo de la representación. La necesidad constante de atención, afecto y aceptación reflejada en la actualidad en la web nos engaña, hasta que descubrimos que somos sólo un ente más solitario, resguardado detrás de una pantalla. Un buen día para volar. Dos soldados se encuentran desde hace ya tiempo encerrados en medio de una guerra. Viven --o sobreviven-- con la añoranza de volver a sus vidas cotidianas, cerca de sus familias. Se han convertido en amigos: sólo se tienen el uno al otro. El dramaturgo Juan Carlos Araujo introduce a los personajes en un limbo, divididos de los espectadores por una reja de púas. No se sabe de cierto si están vivos o muertos. ¿Cuál es la diferencia? Si existen es sólo para ellos mismos. Los duetos de actores --conformados por Ulises Iturbe y Antonio Monroi o Isaac Weisselberg y Antonio Zacruz, alternando-- dialogan acerca de su nostalgia por los pequeños detalles de la vida. Fantasean sobre lo que van a comer cuando salgan: el primero, por el sencillo platillo que solía devorar en casa; el otro, por lo que nunca ha probado. Uno de ellos está decidido a salir y lleva semanas construyendo, con lo que tiene a la mano, una máquina con la cual aspira volar de vuelta a casa. La directora Aleyda Gallardo levanta, con pocos elementos escenográficos --y apoyada en gran parte por los sonidos-- un campo de guerra en el diminuto cuarto. Por no hacerme caso. La historia se desarrolla en un burdel de mala muerte, un particular escenario de crimen lleno de detalles kitch. Comienza con una frase de la madrota frente al cadáver de una de las chicas: “Mira lo que te pasa por no hacerme caso…”. La joven ha sido hallada con un balazo en la cabeza y una pistola en la mano. Habrá entonces que descubrir si se trata, en efecto, de un suicidio, o si es un asesinato que busca ser encubierto. El problema es que el único testigo es la fallecida. Se trata de un thriller al estilo farsa que representa a los clichés de personajes mexicanos: el policía, la madrota, el travesti, el cura, y una especie de duende que aparece en escenas que se congelan y ayuda a resolver el misterio de la muerte de la chica. Los actores --Carmen Vera, Mariana León, Vania Sisaí Rodsan, Rodrigo Ostap, Petter Zhan, Jorge Domínguez, Pedro Hernández, Mayra Soto y Roberto Mendoza, alternando-- tienen un desempeño maravilloso en la creación de personajes. El escritor y director Eduardo Carrasco-Zanini hace un ambiente tremendamente cómico y disfrutable, donde las carcajadas no se hacen esperar. Una obra políticamente incorrecta que nos recuerda la desgracia de la autoridad en nuestro país, representando esos episodios por lo que no sabemos muy bien si reír o llorar. Las obras extendieron temporada y se presentan hasta el domingo 1 de octubre: jueves y viernes a partir de las 19 horas, sábados a las 18 y domingos a las 17, cada 15 minutos, en Microteatro (Roble #3, casi esquina Insurgentes, Col. Santa María la Ribera). Funciones sujetas a modificación.

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