En Blanco y Negro: 'La Canción de la Tierra”

viernes, 22 de septiembre de 2017 · 20:16
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- “El vino brilla en las copas de oro, pero no lo bebáis todavía, ¡Primero escuchad mi canto!”. Así empieza la maravillosa conjunción de versos y música que confluyen en La Canción de la Tierra, creación señera de Gustav Mahler (1860-1911), y obra emblemática de la composición musical de todos los tiempos, como afirman los entendidos, y que desplegándose durante unos sesenta y cinco minutos atrapa a quienes la oyen y los conduce a un trance casi hipnótico. Con esta composición, originalmente escrita para orquesta y solistas cantantes en dos modalidades, tenor y contralto, o tenor y barítono --que posteriormente derivó en versión para piano y cantantes en las modalidades ya dichas--, se inició la edición número 21 del más importante encuentro pianístico internacional que tenemos en nuestro país: En Blanco y Negro, denominación que, obviamente, alude al teclado del piano. El privilegio de la nada sencilla función inaugural correspondió al joven pianista mexicano de mayor proyección de hoy, Abdiel Vázquez, ganador entre otros premios del The World Competition que, como su nombre indica, es un certamen mundial realizado en Nueva York. La versión escogida para esta ocasión fue la de tenor y barítono, que no es la más común por cierto, y para la cual fueron invitados los cantantes estadunidenses Joshua Dennis, tenor, y el barítono Michael Chioldi. El porqué de esta elección de cantantes extranjeros, teniendo nosotros tan buenos, lo ignoro. Empero, la velada transcurrió atinadamente, no hubo interrupción ninguna de aplausos, y el público sabía o intuyó que no debía romperse el encanto, y permitió que la magia musical fluyera y la sala Blas Galindo del Centro Nacional de las Artes dejara de serlo para convertirse en una sala familiar, íntima, cálida, en la cual un amigo al piano se perdía en las profundidades del ensueño, y dos voces lejanas, aunque cercanas, nos hacían llegar la dicotomía del Eros y el Phatos al decirnos “¡Es el momento amigos, vaciad las copas áureas hasta el fin! Sombría es la vida y la muerte”. Seis son las partes que integran La Canción de la Tierra: el Canto báquico al dolor de la Tierra, El solitario en otoño, De la juventud, De la belleza, El borracho en primavera, y el magistral final El adiós. Por tanto, los versos siguen desgranándose y la música envolviéndonos, ratificando la calidad pianística de este joven mexica que, evidentemente, ha estudiado a profundidad la música de Mahler y, como les ha sucedido a miles en el mundo, ha sucumbido ante ella. Su embrujamiento, sin embargo, no es dañino, al contrario, ya que, gracias a él, nosotros, público, tenemos una noche de excepción. No la misma altura alcanzan sus cantantes, pero el encanto permanece, llevándonos a un remanso de paz espiritual al repetir las frases finales de esta maravillosa obra: “Mi corazón tranquilo espera su hora. De nuevo la tierra amada florece y reverdece. ¡Eternamente, eternamente!”. Así, estupendo inicio de esta vigésimo primera edición del Festival Internacional de Piano en Blanco y Negro que, con conciertos los jueves, sábados y domingos, se extenderá en el Blas Galindo del CNART hasta el próximo domingo 12 de octubre inclusive.

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