Los sismos y el homenaje al arquitecto Enrique Cervantes

miércoles, 4 de octubre de 2017 · 13:08
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Responsable en 1985 de la inspección de los edificios dañados tras los terremotos del 19 y 20 de septiembre de aquel año, el arquitecto, urbanista y académico Enrique Cervantes Sánchez recibió un homenaje a sus 94 años de edad, en un contexto que repite la historia de hace 32 años con sismos que dañaron el patrimonio histórico en más de mil 500 inmuebles, y requerirán 8 mil millones de pesos para su recuperación. Es ese el panorama en el que el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) quiso honrar la trayectoria del doctor Cervantes Sánchez, la tarde del viernes 30 de septiembre, en el Auditorio Jaime Torres Bodet del Museo Nacional de Antropología e Historia, donde amigos y colegas del especialista, nacido en 1923, se dieron cita. El evento se desarrollaría en el marco de la XXIX Feria Internacional del Libro de Antropología e Historia (FILAH), cancelada luego de los sismos del 7 y 19 de septiembre de este año. Al tomar la palabra, el antropólogo Diego Prieto, titular del INAH, destacó que al margen de la suspensión de la FILAH, se determinó continuar con el reconocimiento al arquitecto, quien ha afrontado circunstancias semejantes a las que se están viviendo en estos momentos: “Que ha enseñado sobre la planificación urbana, la recuperación de las ciudades y de su patrimonio arquitectónico, urbanístico y cultural ante las catástrofes, y la impotancia de pensar en el cuidado de las poblaciones y su patrimonio.” Prieto expresó solidaridad con quienes sufrieron la pérdida de familias, viviendas, bienes personales, y habló luego de los estragos al patrimonio cultural, “el espacio físico y simbólico de todos y de las comunidades que se identifican con estos elementos de la memoria y la diversidad de México”. Autor de los planes de ordenamiento de ciudades como Uruapan, Saltillo, Acapulco, incluso San Pedro Sula en Honduras, el arquitecto Cervantes, quien creció en la colonia Santa María la Ribera, habla del origen de su vocación en un video producido por el propio INAH, disponible en su página www.inah.gob.mx. Rodeado de su gran biblioteca, relata: “La vocación nace desde que yo era niño, porque mi padre nos llevaba a visitar las ciudades prehispánicas, las ciudades de la época de la Colonia, platicaba con las gentes, de su vida, de su economía. Y simultáneamente la fotografía en una de estas cámaras de cajón grande, cuyo tripié cargábamos mi hermano y yo.” Toma un bello libro de fotografías, hecho a mano. Las imágenes, las decoraciones e incluso el ex libris que lo marca, fue hecho todo por su padre, quien era un amante de la fotografía y gustaba de ir a edificios antiguos a tomar sus fotos. La voz de Cervantes sigue, y cuenta que cuando debió elegir la carrera que estudiaría, pensó inmediatamente en arquitectura. Y ahí tuvo la oportunidad de cursar la materia de urbanismo, que entonces era única. Luego, con apoyo de una beca, pudo estudiar planificación urbana y regional en Estados Unidos, y al regresar entró a impartir cátedra en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en donde ha sido profesor por más de sesenta años. Al hecho de haber conocido desde pequeño las ciudades coloniales y “estudiar los edificios y espacios significativos de tiempos anteriores” atribuye el arquitecto su capacidad para restaurar las ciudades, entre ellas la Ciudad de México. En el video, como en el homenaje, intervinieron, entre otros, Andrés Isunza Fuerte, profesor de la Facultad de Arquitectura; Marcos Mazari, director de la misma, y Ana Lilia Cepeda, exdirectora del Fideicomiso del Centro Histórico, quien recordó que Cervantes asesoró el programa de desarrollo urbano y el plan maestro de rehabilitación del Centro Histórico, realizado durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. El arquitecto evoca que se tuvo que convencer a muchos involucrados para restaurar todo el alcantarillado, restablecer la red de agua potable, el alumbrado público y repavimentar: “Organicé que se hiciera a la usanza de los irlandeses, de poner un arquitecto de calle.” Y así fue, un arquitecto responsable de cada calle y el conjunto coordinado por él. El proyecto, por cierto, no estuvo exento de críticas, entre ellas por haber reabierto la circulación vehicular en la calle de Corregidora y haber quitado una obra que, para algunos, era remembranza de la antigua Acequia Real, y para otros especialistas que subrayaron que sí contenía restos de la original. En el homenaje se reconoció a Cervantes Sánchez haber renovado los planes de estudio de la Facultad de Arquitectura, promovido la reglamentación del uso del suelo que culminó con la respectiva ley en 1976, y restaurar, además del Centro Histórico de la Ciudad de México, así como el de Morelia, Michoacán.

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