El homenaje de Coahuila a Pilar Rioja

jueves, 26 de octubre de 2017 · 20:48
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- El discurso del escenógrafo Guillermo Barclay, lleno de tributo emocionado hacia el arte y la figura descollante de Pilar Rioja en el baile español, envolvió al público del salón de actos de la Casa de Coahuila, el domingo 22, en una atmósfera de armonía fuera de este mundo. “Es hermoso rendir un homenaje a quien sobradamente lo merece… Pero es más hermoso todavía cuando este homenaje está hecho por tus coterráneos a quienes, a través de los años, has llenado de alegría y orgullo con tu arte, y quienes se sienten honrados al decir: ‘Pilar Rioja es de mi tierra’.” La bailaora de Torreón lucía, como siempre, impecable, elegante, alegre, llena de vitalidad en este homenaje por sus 85 años, conducido por el doctor coahuilense Guillermo Amaro. Ella llevaba puesto un conjunto sobrio y al mismo tiempo jovial de vestido negro largo y saco rojo y, al final del acto, luego de que sus jóvenes y lucidores alumnos Elisa Pérez, Fernando Nemer y Jenaro Sosa le dedicaron varios números de baile popular español, flamenco y clásico, recibió los besos, los aplausos y las flores de un centenar de amigos y admiradores con una reverencia corporal y su mano derecha extendida como en giro de castañuela. Todo le decía Barclay: “En Coahuila se acrisoló la sangre española de tus padres con la tierra mexicana… y así naciste tú Pilar, en Coahuila, para por todo el planeta derramar el caudal de maravillas que es tu danza, y para trasmitirnos el sentimiento español, fundido con el mexicano dentro de ti.” Habían acompañado a sus alumnos el cantaor Pepe Bramasco, el guitarrista José Luis Negrete y en el cajón Patricio Cruz, marco espléndido para que la Rioja recibiera la Medalla Nazario Ortiz Garza, entregada por el presidente de la Casa de Coahuila (asociación civil que tiene 61 años), Rafael Ibarra, “como máximo reconocimiento por llevar el nombre de Coahuila y México por el mundo con el arte plástico y estético de su danza”, y la Castañuela de Plata otorgada por La Casa de Andalucía en México, “como reconocimiento por su contribución a la difusión del baile andaluz en los escenarios mundiales más importantes”. El salón, repleto, mostraba en sus paredes, alrededor de los asistentes, una treintena de dibujos, grabados, esculturas, fotografías, carteles y pinturas con la efigie de la bailadora que artistas de renombre le dedicaron. Se leyeron tres poemas de Luis Rius, el inolvidable vate cuencano con el que compartió gran parte de su vida desde 1968, que vieron la luz un año después bajo el título de Canciones a Pilar Rioja. “Si yo pudiera hacer a mis palabras girar como los giros de tu cuerpo curvarse como el vuelo de tus brazos y quebrarse al compás de tu cintura, se moriría de amor ese silencio de la sonrisa que sonríen tus labios y gemiría tu sangre largamente al escucharlas, como la mía gime cuando al bailar me hieres y me sonríes.” Y uno más de Pita Amor, que dice: “Desde la Pastora Imperio Hasta la gran Argentina, Pasando por la Divina… Lo digo, lo afirmo en serio, Nadie rompió el cautiverio Del baile como Pilar Danzar, danzar y danzar Es aprisionar el viento Y su airoso movimiento Es al sol aprisionar.” Barclay, quien desde siempre acompañó con sus escenografías los espectáculos de la Rioja, había manuscrito con pulcra caligrafía: “Así como la sal atrae al agua, Pilar atrae y hace suyos el movimiento, la cadencia, el brillo, la eficacia comunicativa que el movimiento posee, y los recrea ofreciéndonoslos como un don a todo aquel que la ve bailar, y en ese momento en que Pilar, como ancestral sacerdotisa nos inunda con tragedia, sutil alegría, con brillante gozo, sensualidad enorme, con belleza, en suma, en ese momento Pilar nos entrega la felicidad”. Y sí… Pilar estaba feliz. Lo decía el asomo de sus dientes blancos cuando los labios se abrían, aunque los anteojos oscuros pudieran ocultarlo. Y lo decían sus palmas al seguir el ritmo de los bailes. Y su erguida cabeza como un ave en búsqueda de su destino ante la descripción cincelada de “Bili” Barclay: “El vuelo de Pilar cuando ella baila no sólo corta el aire, sino que lo dirige a su antojo; el vuelo está en su esencial naturaleza, la fuerza de gravedad no la afecta en nada pues ella la ignoró desde el comienzo. El vuelo y el vértigo en su danza fueron desde sus inicios sus propios elementos, su ritmo y su pasión complementaron el prodigio… Pilar danza y vuela con la elegancia y el poder de un águila, como una flecha disparada por Apolo corta el aire y se hace flecha ella misma porque el vuelo y el aire forman parte de su propia naturaleza. Su danza es la pureza en suma, es la imagen de lo esencial cuando ella convierte el movimiento en danza”. Desde las 14 horas todo estaba preparado para recibir a la gente. La tarde, con cielo despejado, sol a punto de reaparecer, auguraba una celebración desparpajada para el jardín de la casona aledaña al Convento de Churubusco, y eso que la promotora y responsable de prensa de Televisión Educativa, Lilia Cárdenas, guardaba algunos secretos todavía, como la participación alucinante de las sopranos, barítonos y tenores a la hora de la comida, con el grupo Ara Vocalis. Y la actuación del maestro Guillermo Correa y su Cuadro de Baile Español --las bailaoras Casandra Badillo, Maleni Jiménez, Laura Marroquín y Denisse Frías, el guitarrista Lucio Rodríguez y el percusionista Jorge Enrique Beltrán--, quienes concluyeron la celebración presentando un selecto programa al más puro y tradicional estilo andaluz dedicado especialmente para la artista. “Para mí --expresó Correa--, haber formado parte de esta celebración tiene un valor muy significativo debido al particular afecto que le guardo a Pilar Rioja. Mi formación como bailaor estuvo decisivamente marcado por ella con quien aprendí no sólo el zapateado clásico español, sino también a conocer de manera crítica muchas facetas del arte español. Mi convivencia diaria con ella y con Manolo Vargas --uno de los mejores bailaores de todos los tiempos-- a lo largo de ocho años es algo de lo que siempre me sentiré orgulloso y afortunado”. La joven bailaora zacatecana Casandra Badillo se acercó entonces a la mesa donde la escritora, periodista, guionista y promotora cultural Susana Cato departía con la pintora Aliria Morales. En el aniversario cien del nacimiento de Juan Rulfo, Aliria montó una magnífica exposición “Poética de la Tierra”, con el tema de Pedro Páramo en la galería de Televisión Educativa de la SEP, y pidió a Susana el texto para el catálogo. Casandra fue a recordarle cómo, siendo la directora del camión ambulante Teatro Blanquito hace justo cinco años, durante un homenaje a Federico García Lorca en la Feria del Libro del Zócalo, Cato la invitó a bailar con su grupo el mismo día en que Pilar Rioja estuvo ahí. Y mientras Correa anunciaba su presencia el 28 de noviembre en el Lunario del Auditorio Nacional, los cantantes recorrían las mesas de los invitados con la interpretación hermosa de algunas de las piezas clásicas del repertorio mexicano del amor, como “Bésame mucho”, “Muñequita linda”, “Amar y vivir”… Y Pilar departía con sus amigos, con Barclay y su compañero inseparable, el director teatral Manuel Montoro. Sin duda seguía resonando en sus oídos todavía el hilo finísimo que “Bili” había tejido adentro de la casa: “Por supuesto que para trocar en danza los dones que posee, Pilar ha sujetado su existencia a una apolínea e inclemente técnica creada por ella misma, abrevando en las fuentes más diversas del conocimiento profundo del movimiento en el cuerpo humano y se ha sujetado toda su vida a estas disciplinas explorando y descubriendo elementos que la han hecho poseedora de ese nivel de madurez y brillo extraordinarios…”

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