Festejo de Tigres reunió a medio millón de aficionados

lunes, 11 de diciembre de 2017 · 22:16
MONTERREY, NL (apro).– Si fue inédita la final del futbol mexicano, por ser la primera en que dos equipos regiomontanos se enfrentaban, también el festejo. El domingo, Tigres vino de abajo, empató el marcador y al final superó (3-2 global) a su acérrimo rival, Rayados de Monterrey, para coronarse en casa ajena como el actual campeón del deporte más popular de este país. La hazaña felina y los cinco campeonatos que ya tenía en su historia —es el equipo más ganador de la ciudad; Monterrey sólo tiene cuatro títulos— fueron la mejor invitación para medio millón de personas que dejó de hacer lo que habitualmente hacía para sumarse a la fiesta que comenzó en el Estadio Universitario y concluyó en la Macroplaza. De entrada, unos cinco mil seguidores se reunieron en las inmediaciones del Estadio Universitario para vitorear a sus ídolos, quienes partieron en un autobús descubierto a las 11:48 horas rumbo al Centro de Monterrey. Durante su trayecto, el vehículo de los campeones fue escoltado por miles de jóvenes que festejaban con gritos, porras y cánticos. “¡En dónde están, en dónde están, en dónde están esos Rayados que nos iban a ganar…!” y “¡poropopó, poropopó, el que no salte es un rayado maricón!, se escuchaba entre la multitud. En la marcha, a la afición no le importó el cielo gris ni el frío de un invierno adelantado. Centenares de miles siguieron el contingente que avanzó por la avenida Alfonso Reyes y después por Pino Suárez. En punta, a un lado del trofeo de plata, iban el francés André-Pierre Gignac y el chileno Eduardo Vargas, unos de los futbolistas más caros de la liga. Ambos estaban acompañados por el resto de sus compañeros, saludando y tomando fotografías y videos a la multitud. También con ellos iba sonriente su entrenador, Ricardo Tuca Ferretti, quien a ratos fumaba y agitaba la mano para responder a quienes lo vitoreaban. Los regiomontanos no sólo fueron un ejemplo de afición apasionada al futbol durante los dos encuentros de la final, también mostraron su civilidad, pues sólo bastaron 300 policías y agentes de tránsito para custodiar a los 500 mil presentes, según Protección Civil estatal, y apoyar el paso de los campeones. Por todo el camino, el emocionado francés se unía a los cánticos de los jóvenes de la porra “Libres y Lokos”, quienes gritaban sin cesar “¡dale campeón, dale, dale, dale campeón…!” Aquí no sólo la policía lo veía todo. Desde el cielo, helicópteros y drones de las televisoras transmitían la verbena felina. A las 13:27 horas, los jugadores de Tigres arribaron a la Macroplaza y se apoderaron de la zona del Palacio de Gobierno, donde ya estaba un templete para ellos. Ahí ya había al menos 60 mil personas que los esperaban con el escándalo. La atestada Explanada de los Héroes estaba dividida en cuatro secciones de vallas de contención, dentro de las cuáles los aficionados coreaban los nombres de sus ídolos. El rey Desde el templete, el argentino Nahuel Guzmán demostró que, además de ser uno de los mejores cancerberos de la liga, es un animador natural. Durante los 50 minutos de la celebración se adueñó del micrófono para arengar y hacerla de maestro de ceremonias. El Patón, como le dicen, vestía pants de color verde tipo militar y una playera roja con la imagen del Che Guevara; también traía una peluca rubia, lentes oscuros y, en la espalda, una imitación de piel de tigre, con una cabeza del felino que lo coronaba. Gignac, Vargas, Damián Álvarez, Jesús Dueñas, Francisco Torres, Francisco Meza, Lucas Zelarayán, Jorge Torres Nilo, Enner Valencia, Jürgen Damm —quien recientemente encendió a sus seguidores al señalar ante la prensa que Tigres es el equipo de la década—, Ismael Sosa, Juninho, Israel Jiménez, Luis Rodríguez, Alberto Acosta… ahí estaban todos ellos en la celebración. Algunos, solos o con sus familias. En segundo plano, el Tuca junto con Miguel Mejía Barón, Antonio Sancho, el médico Óscar Salas y el presidente de Tigres, Alejandro Rodríguez. Como en toda fiesta, el mariachi se hizo presente y tocó El rey, del cantante y compositor guanajuatense José Alfredo Jiménez, que entonó Nahuel con sus compañeros. También hubo espacio para la carrilla, el Gringo Torres sacó una gran bandera amarilla que decía: “Soy tu papá 2017”, en referencia al rival Monterrey. En una pausa de los músicos, Nahuel salió del escenario y regresó disfrazado con un mameluco verde, de esos de una pieza con un estampado de esmoquin con solapas en el frente. Conservó la peluca rubia, y siguió con el festejo. Torres Nilo tomó la palabra para agradecer a los aficionados el apoyo y su presencia. Como es su costumbre, dijo: “La Gloria es para Cristo”. El colombiano Meza, héroe de la final por anotar el gol del triunfo, habló con dificultad, bisbiseó unas palabras de gratitud y soltó el micrófono como si éste le quemara. En cambio, travieso, el portero-animador pidió a los aficionados que llamaran a Damián Álvarez, para que les dijera unas palabras. “Vamos a hacerlo llorar”, les dijo Nahuel sabedor del sentimentalismo de El Enano, quien recién anunció su retiro. El argentino naturalizado mexicano apenas pudo hablar, estaba a punto del llanto. Su hijo, a un lado, sí lloró conmovido de cómo la afición adoraba a su padre y le pedía que no se fuera de las canchas. Tampoco podía faltar una de las estrellas del futbol mexicano, Gignac expresó en español su gusto por vivir en Monterrey y ser parte de la familia de Tigres. Luego apareció el Tuca sin su característico bigote, pues acostumbra dejarse rasurar por sus muchachos cada que es campeón. El entrenador brasileño tomó la palabra para recordar a dos figuras de Tigres que fallecieron este año. “No queda más que decirles. Ustedes son incomparables. Les agradecemos con todo el corazón el apoyo incondicional de parte de ustedes. Yo quisiera nombrar dos personas que hoy en día Dios los tiene en su santa Gloria: Carlos Miloc y don Roberto Hernández Junior. Gracias, felicidades”, expresó Ferretti en la celebración que culminó en las calles cerca de las 14:14 horas.  

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