Chile decide quién administrará 'el modelo”

sábado, 16 de diciembre de 2017 · 09:26
Valparaíso (proceso.com.mx).- “Más allá del natural antagonismo que ha enfrentado al empresario derechista Sebastián Piñera y al periodista de centroizquierda Alejandro Guillier, no parece haber demasiado en juego en el desenlace de la segunda vuelta presidencial”. La afirmación es del destacado sociólogo, periodista e historiador Felipe Portales. Alude al hecho de que –en su parecer– gane quien gane el balotaje de este domingo 17, no se verá alterado el modelo económico y político neoliberal impuesto por la dictadura militar de Augusto Pinochet (1973-1990) y consolidado en la inacabada transición de Chile a la democracia, en la que se mantiene vigente la Constitución Política impuesta en 1980. En entrevista con Apro, Portales –autor del ya clásico libro Los mitos de la democracia (Editorial Sudamericana, 2000) – explica su aseveración: “Guillier y la oficialista Nueva Mayoría (NM) han dejado muy claro que no plantean un cambio profundo de las instituciones heredadas de la dictadura. ¡Ni siquiera como una forma de atraer de manera decisiva al electorado del Frente Amplio (FA) y a la mayoría abstencionista!”. Portales resalta que la NM “ha desechado explícitamente la sustitución de las AFP (administradoras de fondos de pensiones), que no solo ha sido demandada por el Frente Amplio (alianza de izquierdas) sino por millones de chilenos movilizados en los últimos años por la Coordinadora No + AFP”. En este mismo sentido, el investigador y académico de la Universidad de Chile expresa que “no se requiere ser muy imaginativo para considerar que un llamado de esa envergadura, por parte de Guillier, le habría asegurado un triunfo en la segunda vuelta”, pero “prefiere perder la elección a ganar bajo el compromiso de sustituir uno de los ejes claves del modelo neoliberal impuesto por la dictadura: las AFP”. De todos modos, Portales reconoce que un anuncio de este corte le habría asegurado al candidato de la Nueva Mayoría “las auténticas iras del gran empresariado y del virtual monopolio comunicacional controlado por ellos”. En relación con Piñera, el también autor de Historias desconocidas de Chile (2016) expresa que éste demostró ya en su anterior gobierno (2010-2014) “que hizo muy pocos cambios respecto de la consolidación del modelo que habían efectuado durante los 20 años previos los gobiernos concertacionistas”. La introducción al sucinto programa de gobierno de Piñera –de 30 páginas– evidencia la conformidad del abanderado derechista con la obra de los gobiernos de Pinochet, la Concertación y el suyo propio, al señalar en su introducción: “En las últimas tres décadas fuimos capaces de convertirnos en la nación con mayor ingreso per cápita de la región, con mayor expectativa de vida y con mayor cobertura en educación y salud. Adicionalmente, redujimos la pobreza a la cuarta parte y democratizamos enormemente el acceso a bienes y servicios, como la vivienda, la tecnología y el turismo”. Sin embargo, Piñera marca distancia en dicho escrito con el giro reformista que caracterizó algunos pasajes de la actual administración Bachelet: “A partir de un diagnóstico erróneo y una ideología equivocada (Bachelet) ha puesto en marcha un conjunto de iniciativas mal pensadas y peor implementadas. Y las consecuencias están a la vista: hemos perdido nuestra histórica posición de liderazgo en América Latina”. El sociólogo Portales indica que el actual modelo neoliberal vigente en Chile fue instalado por la dictadura, “pero paradójicamente fue la Concertación que lo legitimó y consolidó”. Como expresión de lo anterior, reseña que en sus primeros años los gobiernos de la Concertación “dieron un viraje completo de lo que plantearon como oposición a la dictadura respecto del plan laboral, las AFP, la legislación minera, las Isapres (seguros de salud) y un largo etcétera”. Por todo lo anterior, estima que lo que está en juego no es el modelo económico, sino solamente quién lo administrará. Es dable señalar que la NM está compuesta por los partidos Socialista (PS), Comunista (PC) Radical (PR) Por la Democracia (PPD) y Demócrata Cristiano (PDC), y sostiene en el poder a la presidenta Michelle Bachelet, que termina su mandato el 10 de marzo. Esta coalición es sucesora de la Concertación por la Democracia que gobernó sin pausa entre 1990 y 2010, año en que Bachelet entregó el poder a Piñera. Este traspaso entre las mismas autoridades se podría repetir el 11 de marzo de 2018 de ganar este último el balotaje. Pero esta vez Bachelet ha puesto todo su capital político para evitar que esto ocurra, lo que le ha valido acusaciones de intervencionismo electoral por parte de Piñera. Numerosos líderes políticos y culturales chilenos y extranjeros han apoyado a Guillier –de cara al balotaje– advirtiendo de los riesgos de un retorno de la derecha al poder. Pese a los reparos con lo que representa la NM, los apoyos más valiosos han venido del Frente Amplio y su líder Beatriz Sánchez, que obtuvo uno de cada cinco votos en la pasada elección del 17 de noviembre. Otro respaldo a Guillier que ha sacudido el escenario político fue el del expresidente de Uruguay José Mujica, quien se hizo presente en el cierre de campaña oficialista realizado el jueves 15 frente al palacio de La Moneda, en Santiago, robando la atención de la opinión pública. Piñera, desesperado al ver que su contrincante consigue más apoyos que él, y que el otrora seguro triunfo ahora parece escapársele de las manos, ha sugerido que en la primera vuelta fue víctima de un fraude y ha inventado que diversas personalidades –como el médico estadunidense Patch Adams– lo apoyan, lo que ha provocado bochornosos desmentidos, aumentando el desconcierto en su equipo. Piñera fue el más votado en la primera vuelta del 17 de noviembre. Allí alcanzó los 2 millones 409 mil votos (36,64%). Le siguió Guillier con 1 millón 492 mil sufragios (22,69%). Más atrás llegó la representante del Frente Amplio y periodista Beatriz Sánchez, quien con un 20.27% y un millón 333 mil votos fue la gran sorpresa de esta elección. Este resultado fue tremendamente sorpresivo, dado que todas las encuestas auguraban que el líder de Chile Vamos obtendría entre un 40 y un 45% de los sufragios. El más prestigiado de todos los estudios demoscópicos, el elaborado por el Centro de Estudios Públicos (CEP), daba poco antes de la elección un 45% a Piñera y sólo 8% a la abanderada del FA. El gran desacierto de sus pronósticos derivó en una crítica devastadora contra las empresas encuestadoras, las que acusaron el golpe y se abstuvieron de difundir resultados de cara al balotaje. Auge del FA, decadencia de la DC “Creo que, lejos, el principal cambio que trajo para Chile las elecciones generales del 19 de noviembre ha sido la emergencia de una fuerza política contraria al modelo de sociedad neoliberal heredado de la dictadura: el Frente Amplio (FA). Más allá de ser una coalición de numerosos partidos chicos, dicho Frente ha tenido la credibilidad para constituirse en una real alternativa a las ‘dos derechas’”. Es lo que señala Felipe Portales aludiendo a las dos fuerzas políticas que han dominado el panorama político desde el retorno a la democracia (Chile Vamos y la NM) y al FA, que a su juicio “tiene un enorme espacio para crecer”. Otro aspecto del presente político en el que el historiador Portales se detiene es el que dice relación con el derrumbe de la DC, uno de los partidos políticos más importantes de la transición y hasta ahora el más poderoso de la NM. Él constata que “su caída viene desde hace tiempo”, pero acota que “ahora alcanzó niveles insospechados no sólo por el catastrófico resultado de su candidata presidencial Carolina Goic (5,8%), sino además porque superó la pérdida del millón de votos desde 1989 (de 1 millón 766 mil 347 a 616 mil 668)”. A manera de síntesis, Felipe Portales señala: “Todo indica que estas elecciones han generado un punto de inflexión en la sociedad chilena”. Sin embargo, es cauto en cuanto a definir la temporalidad de los cambios. Asegura que cualquier cambio político se estrellará con las transformaciones profundas instaladas por la dictadura militar, la que a su juicio “tuvo un gran triunfo no solo por revertir profundamente las estructuras democráticas que laboriosamente se fueron configurando desde 1925, sino además por destruir el espíritu de solidaridad social que las animaban”. Portales asegura que el régimen de Pinochet cambió la mentalidad a los chilenos convirtiéndolo “en un pueblo atomizado, individualista y consumista. Y el liderazgo concertacionista, en lugar de modificar aunque fuese lentamente lo anterior, ¡consolidó dicho proceso en sus veinte años ininterrumpidos de gobierno (1990-2010)!” Portales concluye que “sólo a partir de 2011 empezó a configurarse una grieta en la sólida estructura pinochetista-concertacionista”. Y Remata diciendo que “sólo ahora con la emergencia del Frente Amplio se inicia un enfrentamiento político real destinado a cambiar efectivamente el edificio. ¿Cuánto tiempo se necesitará para ello? La historia lo dirá...”

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