Experto sugiere grupos de autoayuda para policías expuestos a la violencia en Colima

viernes, 12 de enero de 2018 · 21:40
COLIMA, Col. (apro).- Ante el incremento de los niveles de violencia, los agentes de las corporaciones de seguridad no sólo ven peligrar sus vidas durante el desempeño de sus funciones, sino que en algunos casos también se encuentran en riesgo de sufrir daños en su salud mental. La frecuente exposición a escenas “horribles o atroces”, como las de personas ejecutadas o cuerpos decapitados o desmembrados, puede producir en el personal de las áreas de seguridad y justicia trastornos como síndrome de estrés postraumático o la somatización de problemas psíquicos, afirmó el psiquiatra Moisés Rozanes Tassler, exsecretario técnico del Consejo Estatal de Salud Mental. No obstante, el especialista aclaró que esta situación no afecta de la misma manera a todas las personas expuestas, pues “cada quien tiene sus niveles de vulnerabilidad, sus características y su historia personal; no estamos hechos de la misma manera ni con los mismos ingredientes, hay gentes que genéticamente están más protegidas y otras más vulnerables”. En entrevista, Rozanes comentó que podría darse el caso de que entre los policías haya personas indiferentes a las escenas que ven o que incluso llegan a experimentar “cierto placer”, quienes están en un extremo, pero “en el otro lado estarían aquellos muy vulnerables, que seguramente van a durar muy poco tiempo, sea porque renuncien, porque los corran porque no sirven para ese trabajo o porque sean víctimas del crimen, pues el miedo y la fragilidad emocional puede volverlos más vulnerables”. En las circunstancias actuales, Moisés Rozanes consideró “muy recomendable” que el gobierno estatal establezca un programa permanente de apoyo a la salud mental de los policías y demás personal se seguridad, mediante el cual se conformen grupos de autoayuda con terapias y dinámicas de verbalización. “No me consta —dijo— pero puedo suponer que eso no existe en la policía y eso sería muy bueno para ellos, para sus familias y para nosotros como sociedad, porque imagínate lo que significa que estas personas estén siendo permanentemente agredidas por el medio en que están trabajando y no tengan válvulas de escape: es como la olla exprés o una caldera, se va llenando de presión y se necesita prever no cuando ya explotó, sino antes de que esto ocurra”. Refirió que ante las frecuentes escenas de violencia el personal más vulnerable puede experimentar el síndrome agudo de estrés postraumático con sus efectos más dañinos en la salud mental en días, semanas, meses o años después, pues no se puede saber cuándo aparecerán, ni ellos ni nadie, y no existe ninguna prueba para medir la vulnerabilidad ni los efectos a mediano y largo plazo. “Cuando sucede, los efectos pueden irrumpir sin previo aviso, por ejemplo a la mitad de la noche, con una pesadilla que resulta amenazante, con connotaciones que refieren al hecho o a los hechos; no podemos decir de manera lineal, categórica, esto es lo que va a pasar, pero cuando pasa vienen pesadillas durante la vigilas, vienen ideas y pensamientos que se llaman invasivos, y aunque el sujeto no está queriendo pensar en eso, le vienen ideas por ejemplo de muerte, ya sea de ser la víctima o victimario, puede funcionar de las dos maneras, tengo que matar o me van a matar”, explicó. Los anteriores, dijo el especialista, son efectos totalmente incontrolables por la conciencia y van de la mano con reacciones emocionales conocidas como ataques de pánico, donde “la experiencia es aterradora, la persona siente y piensa muy intensamente, con la sensación de un peligro inminente de muerte o de volverse loco, perder la razón. Eso puede aparecer en cualquier momento”. De acuerdo con Rozanes, nadie está exento sobre la forma como va a reaccionar ante “lo terrible de la realidad” y recordó el caso de un policía que hace unos meses asesinó a su esposa en Villa de Álvarez y después de ser encarcelado apareció muerto en su celda. Así también, en febrero de 2017 otro policía había matado a su esposa y enseguida se suicidó en el municipio de Tecomán, mientras que hace unos años una mujer policía se quitó la vida en las propias instalaciones de Seguridad Pública. —Si no hay programa de atención permanente a la salud mental de los policías, ¿podría darse el caso de que se muestren más intolerantes y violentos con sus familias y con la sociedad? —De que puede, puede. No podemos generalizar, habría que estudiar ese fenómeno y documentarlo, porque no pasa de ser una hipótesis. Yo te puedo decir sí… pero sería muy interesante si en las facultades de psicología o medicina a algún pasante le interesa como tema de tesis, o igual desde el punto de vista periodístico, con el rigor que se requiere pero, así como tesis, sí, podríamos decir que es probable. —¿Entonces los efectos del estrés postraumático podrían repercutir hacia el comportamiento exterior del policía o bien causar daños en su interior? —Una cosa no excluye a la otra, pueden ser las dos al mismo tiempo. Puede ser que este policía tenga una actitud irascible o prepotente con la comunidad y al mismo tiempo estarse dañando a sí mismo y a sus seres queridos. Pero no podemos generalizar porque hay policías que sí cumplen con su deber, son corteses, respetuosos, honestos y cuidan a su familia. Rozanes Tassler contó que en su papel de psiquiatra ha tenido oportunidad de atender a policías, esposas e hijos de ellos, pero los más reacios a atenderse son los propios agentes, a pesar de que “todo mundo a su alrededor está gritando que se está quemando la casa, porque la persona está violenta, intolerante, mentirosa, con brotes de angustia, de desesperación e incluso de llanto incontrolable”. Un obstáculo que Rozanes ha identificado como una de las causas por las que muchos policías se resisten a atender su salud mental es el machismo, pues “si es policía tiene que ser machito, no mostrar emociones, por lo que se guarda y se calla lo que siente. Hace años me tocó atender a un policía federal que me decía: ‘doctor, yo soy muy hombre, yo soy de los que voy y me doy de balazos con los narcos en la sierra, y esto y lo otro, pero no sé qué me pasa…’, y se quebró en llanto”. En muchos casos, puntualizó el entrevistado, los policías van con el cardiólogo, con el gastroenterólogo u otros médicos porque muchos de los síntomas se somatizan y sienten taquicardias, palpitaciones, zumbido de oídos, boca seca, colitis, gastritis, úlceras, temblores o elevación de la presión arterial, pero en realidad son manifestaciones de problemas emocionales derivados del riesgo en el que viven.

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