Los valores "artísticos" de José Antonio Meade

lunes, 15 de enero de 2018 · 18:25
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Deslumbrado por la simpleza y mediocridad creativa del productor tridimensional Rodrigo de la Sierra (México, 1971), el candidato priista a la presidencia de la República, José Antonio Meade, develó a través de un twitt (publicado el jueves 4 de enero), su desconocimiento artístico y su discrecionalidad en el apoyo al pseudoarte. Indiferente ante las similitudes conceptuales que tiene De la Sierra con el famoso escultor estadunidense Tom Otterness (www.tomostudio.com), y también ante las similitudes formales que tiene su personaje Timo con el colombiano llamado Timoteo  (www.timoteo.com), José Antonio Meade se declaró admirador de Rodrigo de la Sierra y fan de su personaje Timo. Una preferencia que evidencia el gusto del candidato por la producción plástica de poca calidad, y una actitud que manifiesta su inclinación de promover, a partir de su posicionamiento político, a productores plásticos menores: En septiembre de 2017, cuando todavía se desempeñaba como secretario de Hacienda y Crédito Público (SHCP), inauguró en el Museo de Arte de la SHCP, Antiguo Palacio del Arzobispado, una lamentable muestra del pintor José Gordillo, afirmando que su obra “refleja lo mejor del muralismo mexicano”. Basta con ver el  mural El canto a los héroes que pintó Gordillo en 1952 en el edificio que ahora es el museo de la SHCP y entonces era escuela, para comprobar, con la torpeza del dibujo, que está muy lejano de ser lo mejor del muralismo. ¿Qué valores artísticos y por lo tanto culturales son los que promueve José Antonio Meade? La discrecionalidad y el amiguismo no fomentan la excelencia creativa. A diferencia de la burda resolución de los Timos de Rodrigo de la Sierra y de la trivialidad de las actitudes que representan, las obras de Tom Otterness destacan por la propuesta escultórica, los temas y las circunstancias estéticas que generan.  Con personalidades diferentes a pesar de su homogeneidad corporal y facial, sus personajes conforman un universo paralelo en el que, a través de escenas cotidianas, plantean una ética con respecto al dinero y a las relaciones interpersonales. Diferenciados por el atuendo que visten, sus figuras, ya sea que representen a empresarios, trabajadores, adultos, niños, humanos o animales –ranas, osos, insectos–, se relacionan con los espectadores integrando en una experiencia lúdica el entorno y la vivencia urbanas. Excelente como escultor público, Otterness, en el Metro de Nueva York, en un parque o en la acera de una avenida, atrapa la atención con sus innumerables personajes que invaden el mundo real espiando, sentándose en una banca, compartiendo en una mesa, abrazándose o bailando entre monedas. Presente en las salas 1 y 2 del Aeropuerto de la Ciudad de México, los personajes de Rodrigo de la Sierra exhiben un México mediocre y carente de originalidad. Este texto se publicó el 14 de enero de 2018 en la edición 2150 de la revista Proceso.

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