COLIMA, Col. (apro).- El politólogo Manuel Salvador González Villa señaló que pese a la creciente violencia que se vive en la entidad, el gobernador José Ignacio Peralta Sánchez actúa bajo el “síndrome del avestruz: mete la cabeza en un agujero y a partir de ahí dice que no pasa nada”. Como primer responsable político de lo que ocurre en el estado, dijo, el mandatario priista debe valorar lo que está sucediendo y tomar cartas en el asunto sin minimizar la realidad, pero “no parece que le esté dando la importancia que requiere al tema de la inseguridad y la violencia en Colima”. Profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad de Colima, González Villa estimó que como primer paso el gobernador debería reconocer públicamente la problemática de violencia que padece la entidad, con un acercamiento a la población, generando un mensaje de que sí le interesa y está preocupado de lo que está pasando. En entrevista, el académico propuso que Peralta Sánchez visite los municipios más violentos para tener otros mecanismos de monitoreo sobre lo que la gente opina de la realidad, no sólo a través de los principales cuerpos policiacos. “La percepción que se tiene es que al gobernador se le ve de lejos, rodeado de personal que siempre lo está aislando de la gente, y eso no le ayuda ni le favorece en términos de tener un conocimiento directo y sensible de lo que está pasando en Colima”, comentó. En relación con la pasividad de la sociedad colimense frente a los altos índices de violencia, opinó que por una parte el gobierno ha tratado de ocultar el problema comprando a la prensa, pero “si cree que la gente está convencida, me parece que eso es erróneo; la gente guarda silencio y sabe lo que está pasando, pero tiene miedo de comprometerse porque sabe que hay muchas posibilidades de que funcionarios o agentes policiacos tengan que ver con narcotraficantes”. Por lo anterior, expuso, “no hay certidumbre ni confianza para que la sociedad colimense pueda acudir y participar de alguna manera en la resolución del problema de la violencia; la gente más bien guarda una distancia prudente porque en realidad no sabe si el gobierno y los cuerpos policiacos le representen seguridad”. A juicio de Salvador González, el arranque sangriento de este año no sólo en Colima, sino en todo el país, tiene una relación muy estrecha con lo ocurrido en 2017, considerado el año más violento no sólo del sexenio, sino de los últimos tiempos. “Yo creo –añadió-- que el problema principal es la política de gobierno; la relación tan estrecha entre narcotráfico y política sigue siendo un tema abierto a la reflexión y al estudio profundo, pero esto el gobierno no lo ha tomado muy en serio”. El problema de la violencia en México, precisó, tiene que ver con el estacionamiento de la economía y los resultados tan raquíticos que están generando pobreza, que es de donde se alimentan las filas del narcotráfico, y por otro lado está la misma política que no está funcionando, pese a que se ha invertido mucho dinero, porque se puede observar que entre mayor presencia militar hay mayor violencia. Pareciera que ese indicador tangible, tan visible, no lo ve ni lo pondera el gobierno, recalcó. De acuerdo con el catedrático universitario, durante el actual año político el reacomodo de zonas de control por parte de los grupos del crimen organizado en el país seguirá siendo una pauta que no va a disminuir. —¿La coyuntura electoral mantendrá viva la violencia? –se le preguntó. —Sí, por supuesto. Es un momento que van a aprovechar ellos para reacomodarse, aliarse, recomponerse, pero de alguna manera para el gobierno eso implica dejar a un lado el tema. “Hasta quien está a cargo de las fuerzas de seguridad nacionales está pensando en el proceso electoral, y son circunstancias desfavorables lamentablemente, porque en México no hay una política orgánica de combate al narco, sino que todo está empalmado al ritmo y al movimiento político del país”.