'Tres anuncios por un crimen”, una mujer empoderada

viernes, 26 de enero de 2018 · 14:08
MONTERREY, NL (apro).- En una época donde las mujeres luchan por conquistar su autonomía, Mildred le lleva la delantera a todas. El personaje interpretado por Frances McDormand en "Tres anuncios por un crimen" (Three billboards outside Ebbing, Missouri, 2017) es uno de los más intensos presentados en años recientes en la pantalla grande. Desde una perspectiva de género –ante la abundancia de películas que presentan a las mujeres como floreros--, el director y guionista Martin McDonagh merece ovaciones por tratar con justicia a la protagonista, que si bien es víctima colateral de una horrorosa tragedia, recibe toda la atención y se le permite el total empoderamiento para decidir su propio destino y el de prácticamente todos quienes la rodean. Más allá de los méritos técnicos resalta, con lustre excepcional, el casting de finos intérpretes que hacen de ésta una película vibrante y espiritualmente crispada. La voluntariosa empleada de clase media tiene la vida destruida, pero no se permite derrumbarse. Y esa fuerza interior que refleja en su permanente tensión, muestra que su alma grita mientras su cuerpo calla. En una época donde las mujeres han decidido expresar su inconformidad frente al trato de los varones, ella decide cerrar la boca, pero no silenciarse. Cuando la provocan, tiene mucho qué decir. De esta forma toma por asalto tres anuncios en la entrada principal del pequeño pueblo donde vive, para hacer una denuncia directa en contra de las autoridades. Mildred le habla a todo el mundo sobre las inequidades que sufren las mujeres por cuestión de género. Ese microcosmos ubicado en el centro de Estados Unidos se convierte en una perfecta muestra demográfica universal de las desigualdades, los abusos y la vulnerabilidad de ellas. El discurso, así, desdobla lo que puede ser un panfleto de denuncia y adquiere resonancias políticas, con un fuerte pronunciamiento contra las agresiones que las mujeres han tenido que soportar a lo largo de la Historia. También hace un llamado a la subversión, al amotinamiento social contra el establishment, que se empeña en hacer que la falocracia permanezca indiferente a los reclamos femeninos de protección. Erin Brokovich (2000) ya había intentado una pequeña revuelta social, pero lo hizo convulsionando al sistema con su audacia, frente a abogados y dentro de oficinas. Sexy y guapa, venció con su carisma y astucia. Mildred, desgarbada y con actitudes masculinas, se va al lado opuesto y enloda sus manos, nombre y prestigio, en la cruzada vindicativa. La señora de errática conducta, con un proyecto personal fracasado y señalada en la comunidad, no puede actuar contra el desalmado que atacó a su hija. Pero sí puede hacerlo contra el poder de la ley, representado por dos policías contrastantes: un honorable sheriff (Woody Harrelson) y su imbécil asistente neonazi (Sam Rockwell). Lo que decide es hacer algo, lo que sea, para superar la desesperación y la dolorosa impotencia, ante una investigación congelada. Se le puede acusar de transgredir la ley, pero no de falta de coraje. Es indiferente al significado de una estrella dorada colgada en el pecho de unos hombres que resultan inútiles para hacer que se cumplan los códigos que desampararon a ella y a su hija. Por ello, los rebasa, pasa por encima de su investidura y, al encontrar que no puede hacer más que enfadarse, opta por la lucha, simbólica y literal, con el riesgo de que se le califique de enemigo público. La transformación, en el último acto, es maravillosa. El destino travieso mueve constantemente sus piezas. Cualquiera puede tener un momento de iluminación que le transforme la vida. Los diablos se vuelven serafines y viceversa, cuando se enfrentan con sus propias realidades. Muchas veces sólo se necesita una sacudida para cambiar la perspectiva. "Tres anuncios por un crimen" es una película vigorosa, con soberbias actuaciones.

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