Asesinaron a mi padre frente a sus nietos y por su labor: hijo del periodista Carlos Domínguez

martes, 13 de febrero de 2018 · 14:57
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Justo cuando se cumple un mes del asesinato del periodista Carlos Domínguez Rodríguez, en Nuevo Laredo, Tamaulipas, su hijo, Carlos Domínguez Ramírez, reveló que antes del mortal ataque su padre recibió múltiples llamadas, que fue asesinado a puñaladas frente a su nuera y dos nietos y que había “órdenes” para “callar a un buen periodista”. Domínguez Ramírez relató en una carta lo que ocurrió horas antes del asesinato de su padre, a sólo 250 metros del C4, donde hay decenas de soldados y policías y sin que ninguno se percatara del crimen. El asesinato ocurrió “a tan solo 250 metros de distancia del C4 municipal repleto de soldados y policías de Fuerza Tamaulipas, el cuartel general de protección civil y bomberos, la presidencia municipal y ante la mirada de decenas de ciudadanos y automovilistas que circulaban por el cruce de las transitadas calles Morelos y Perú del corazón de la ciudad fronteriza”, reprochó. Incluso, dijo que llegaron periodistas antes que las autoridades que tardaron entre 12 y 15 minutos en llegar cuando ya no había nada qué hacer. “Los homicidas tardaron alrededor de dos minutos realizando su miserable acto mientras mi padre luchaba por su vida recibiendo una a una las 27 puñaladas dentro de su vehículo”, apuntó. “Mi padre tardó más de cinco minutos desangrándose, agonizando por las 27 heridas producidas por arma punzo cortante”, siguió. Y luego cuestionó: “¿Por qué los asesinos no temieron realizar un acto de tal salvajismo a tan solo 250 metros de las narices de decenas de soldados y policías? ¿Existía ya una conspiración para matarlo o es mera coincidencia que todos estuvieran ocupados sin las más mínimas posibilidades de darse cuenta de lo que sucedía frente a ellos? Eso solo lo sabremos si el caso merece el lujo que en este país es recibir justicia”. Domínguez Ramírez relató que el día que asesinaron a su padre, éste se “se levantó muy temprano a publicar su muy famosa columna política”, luego se dio un baño y se preparó para realizar algunas actividades cotidianas. Ese día, comentó, tenía planeado llevar a sus nietos a una exposición permanente de dinosaurios del museo regional de Nuevo Laredo ubicado en el bulevar Colosio. Pero, antes y durante el paseo en el zoológico, continuó, su padre recibió “muchas llamadas, todas con la misma insistencia”. Un grupo de amigos quería verlo en un café para presentarle “a unas personas que querían conocerlo por su trabajo periodístico”. “A mi padre saber eso debió parecerle absurdo ya que desde que recuerdo jamás me había mencionado de ningún caso parecido donde personas que acostumbrasen a leerlo de pronto quisieran conocerlo en persona. “No debió tomar en serio las primeras insistencias y por estar de paseo con sus nietos seguramente rechazó la reunión, pero las llamadas siguieron hasta que una persona que se hacía llamar buen amigo de él lo llamó, para de igual manera citarlo en el mismo lugar con insistencia”, relató el hijo del periodista. Según su dicho, ante la insistencia, el periodista cambió de parecer al tener la certeza de que “si su amigo lo llamaba debía ser algo serio y las personas que lo esperaban podrían ofrecer algo o representar algo de interés”. El lugar de la cita fue un céntrico café de “mala muerte”, llamado Café D* Arturo, famoso por ser concurrido por homosexuales, señaló Domínguez Ramírez. Lo más extraño, fue que al momento de llegar al café el periodista se dio cuenta de que el local estaba cerrado, pero afuera ya lo esperaba un grupo de personas que lo conocían y le insistían que entrara al lugar. El periodista se negó, pidió que lo disculparan y ofreció reunirse otro día en otro lugar. Entonces se marchó y tomó la avenida Madero, avanzó dos cuadras y media y giró a la derecha con dirección hacia el sur por la calle Morelos. “Pasó por el C4 repleto de militares y el cuartel de protección civil y bomberos, solo avanzando cinco cuadras más, alrededor de 250 metros, hasta llegar al semáforo de la calle Perú para detenerse por un semáforo en rojo, donde se da el inicio de los cobardes y brutales hechos”, narró Domínguez Ramírez. Añadió que una vez que lograron que el periodista bajara de su auto, los atacantes descendieron de una camioneta y se abalanzarse sobre él. Al percatarse de ello, se dio la vuelta y entró de nuevo a su auto, puso el seguro y desde afuera los presuntos asesinos le apuntaron con un arma gritándole que no se moviera y que no intentara nada más mientras golpeaban su ventana. Después de tres fuertes golpes, rompieron el vidrio, abrieron la puerta y lo atacaron a golpes y puñaladas, contó. “Sacaron del asiento del copiloto con amenazas de muerte a su nuera con él bebe de 8 meses en brazos, sin darse cuenta que en la parte trasera del auto se quedaba atrapado otro de sus nietos, quien en asiento de primera fila presenció cómo mi padre luchaba por su vida e imploraba por piedad, pero a la misma vez los asesinos también luchaban por quitársela haciendo caso omiso a sus súplicas. “Ni los gritos de dolor y las súplicas de mi padre porque ya no lo lastimaran hicieron tambalear a los asesinos, tenían órdenes, y no cualquier tipo de orden, de esas órdenes que tampoco son lanzadas por cualquier tipo de personas; callar a un buen periodista con lujo de violencia”, acusó.

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