Trump, acosador nato y un 'mentiroso congénito, vacío de emociones”: James Comey

viernes, 13 de abril de 2018 · 11:46
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- En su libro ‘Una lealtad mayor’, que será publicado la próxima semana es Estados Unidos, el exdirector del FBI, James Comey, acusa a Donald Trump de “falta de ética y egocentrismo”, y lo describe como un acosador nato, un “mentiroso congénito, vacío de emociones y desligado de la verdad”. El encuentro que tuvo con el ocupante de la Casa Blanca, el 4 de enero de 2017, y los desencuentros posteriores, son narrados por Comey en primera persona en la obra que supone una inmersión en las rencillas entre dos figuras antagónicas y llamadas por el destino a chocar, según información publicada por el diario ‘El País’. El director del FBI, un puritano de 2.03 metros de altura, apunta, nunca concilió con el showman catódico que ganó las elecciones contra todo pronóstico. Esta fricción se percibe a lo largo de las 304 páginas de la narración, donde no faltan los detalles inéditos y los momentos críticos de la relación, como los abusivos intentos de Trump por frenar la investigación de la trama rusa. Consciente de que sus palabras ante el Comité de Inteligencia han servido de base para la investigación del fiscal especial, Robert Mueller, el exdirector del FBI evita apartarse de lo declarado y caer en contradicciones que a buen seguro serían empleadas por los abogados del presidente, sostiene el rotativo. Aun así, subraya, el libro destila suficiente bilis como para hacer las delicias de los enemigos de Trump. Una de las estocadas más perversas de la obra surge del denominado Informe Steel, un dossier elaborado por un antiguo agente del servicio exterior de inteligencia británico y cuya veracidad ha sido puesta en duda, pero que contiene altas dosis de basura radiactiva para el republicano. Entre los detalles más salaces, que Comey reproduce con minuciosidad escolástica, figura una escena en 2013 en la suite presidencial del Hotel Ritz-Carlton, de Moscú, donde supuestamente un grupo de prostitutas orinó a petición de Trump en la misma cama en la que había dormido el matrimonio Obama. El documento causó impresión a Trump, quien aprovechó que el director del FBI le hubiese informado del contenido para negarlo. “¿Me ve usted acostándome con putas?”, le preguntó. Luego alegó que era un germófobo absoluto (“no hay forma de que nadie se mee a mi alrededor”) y que sólo había estado en esa habitación para cambiarse de ropa, no para dormir. “Preferí no decirle que la actividad referida no requería que pasase la noche en la habitación ni de la proximidad de los participantes. De hecho, aunque no lo sé con seguridad, me imaginé que la suite presidencial del Ritz-Carlton de Moscú era lo suficientemente grande para que un germófobo guardase una distancia de seguridad respecto a la actividad”, escribe Comey. En esta descripción, como en muchas otras, se advierte un fenómeno que ha acompañado a Trump a lo largo de su vida: el rabioso rechazo que despierta en muchos de quienes le han tratado de cerca. “Estar con él me traía a la memoria recuerdos de cuando era fiscal antimafia. El silencioso círculo del asentimiento. El completo control del boss. Los juramentos de lealtad. El mundo del nosotros-contra-ellos. La mentira permanente al servicio de una lealtad por encima de la moralidad y la verdad”. Así describe a Donald Trump el exdirector del FBI, una figura que tuvo a su cargo a 35 mil funcionarios.

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