La corrupción egipcia en 'Crimen en El Cairo”
La despampanante estrella pop libanesa Suzanne Tamim fue hallada en su vivienda de Dubai con el rostro destrozado y apuñalada, el 28 de julio de 2008. Esta es la escalofriante génesis del nuevo filme del director nacido en la capital sueca en 1972, Tarik Saleh, Crimen en El Cairo, prohibido en Egipto por mostrar cómo algunas de las máximas esferas políticas han corrompido la vida cotidiana.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Prohibida en Egipto, pero ya proyectada en alrededor de 40 países, la película policiaca y política Crimen en El Cairo (The Nile Hilton incident), del destacado cineasta sueco de origen egipcio Tarik Saleh llega a las salas de México.
Desde Suecia, Saleh escribe por e-amail que le encanta México, “especialmente su capital, ¡sólo desearía estar allí!...”.
Su largometraje obtuvo el Premio del Jurado en el Sundance Film Festival, la Espiga de Oro en el hispano Valladolid Film Festival y el Gran Premio en el francés Beaune Film Festival; se encuentra en la cartelera nacional desde el 4 de mayo, bajo la distribución de la empresa Alameda.
Periodista, editor, grafitero, experto en cultura urbana, documentalista, además de productor y presentador de televisión, el director Saleh narra en este filme cómo un policía corrupto investiga el asesinato de una cantante libanesa en el Hotel Nile Hilton de El Cairo, Egipto, días antes de la Primavera Árabe, en el año 2011. Pero la identidad de la chica fallecida y sus relaciones con gente del gobierno y empresarial de esa metrópoli, obligan al detective a tomar decisiones que nunca imaginó, como ponerse contra el sistema él solo pase lo que pase.
El realizador nacido en Estocolmo el 28 de enero de 1972, de padre egipcio y madre sueca, relata a Proceso que un asesinato real lo impulsó a crear el guión. Se refiere al homicidio de la estrella del pop Suzanne Tamim, libanesa deslumbrante con 31 años quien fuera hallada el 28 de julio del 2008 en su vivienda de Dubai con el rostro destrozado, apuñalada en varias partes del cuerpo.
Dos meses después, la Fiscalía General egipcia acusó a Hisham Talaat Mustafá, un magnate de la construcción quien también ocupaba un alto cargo en el Partido Nacional Democrático, al que entonces pertenecía el presidente Hosni Mubarak. Mustafá había sido amante de la artista y le encargó al policía Muhsen el-Sukkari que matara a la artista. Le prometió dos millones de dólares.
Cabe destacar que Sukkari había trabajado en la oficina de seguridad del Hotel Four Seasons e incluso se sabía que Mustafá era muy cercano al hijo de Mubarak; éste llevaba en el poder alrededor de tres décadas, pero tras las manifestaciones masivas en 2011, dejó la presidencia.
“Ese juicio a Mustafá en Egipto fue muy visto, como el del jugador de futbol americano O. J. Simpson en Estados Unidos. Todos los árabes seguían el caso de Suzanne Tamin. Comencé a fantasear acerca de cómo sería que un policía estuviera a cargo de un suceso así donde se da cuenta de que el principal sospechoso es el mejor amigo del presidente de una nación”, subraya Saleh.
Rodaje en Casablanca
En la prensa egipcia del 2008 y 2009 se lee:
El caso, un relato sensacional de un hombre con sed de venganza tras haber sido abandonado por una amante en la que gastó millones de dólares, a los ojos de muchos egipcios sirvió como una prueba crucial para demostrar que la élite del país estaba por encima de la ley.
“Escribí el guion en 2010, un año anterior a la Primavera Árabe del 2011; entonces terminaba la historia con una revolución, pero eso me parecía imposible y cuando comenzaron los primeros movimientos, me di cuenta que no podía dejarlo a un lado, y reescribí el guion”, relata.
Del asunto de la diva de ojos verdes, a Saleh le sorprende que el jefe de seguridad del estado en 2011, Omar Suleimán, detuviera a ese hombre importante en los negocios de Egipto. Mustafá fue condenado a muerte, después se le bajó la pena a 15 años y luego salió libre.
–Para usted, ¿cuál es la importancia de situar la película en el marco de la revolución de 2011?
–No es importante, pero sí necesario. Esta historia podría haber sucedido en muchos lugares y en muchas ocasiones en la historia, pero me gusta ser muy específico. Decidí no sólo ponerla como marco, sino utilizar ese momento como una conexión con el relato de la cinta, porque todo lo que ocurre es por el hartazgo de la población tras años de sometimiento a una dictadura y las pobres condiciones de vida.
En el filme de 106 minutos se aprecian barrios con pobreza extrema y lugares con casas bastante lujosas, la migración africana, el abuso de poder de los ricos y las extorsiones. No hay persecuciones, ni tiroteos, pero en el relato se percibe un acertado suspenso. La acción se ubica en El Cairo, aunque en realidad se filmó en Casablanca, Marruecos, porque el gobierno egipcio se negó a que el director entrara a rodar la historia. La simulación de El Cairo es atinada; así, en la cinta esta urbe se convierte en otro personaje y muy desolador.
Saleh ha dirigido los documentales Sacrifice: Who Betrayed Che Guevara, 2001 (Sacrificio: ¿Quién traicionó al Che Guevara?), donde se plantean preguntas acerca de la muerte del Che Guevara por lo que dicho trabajo causó polémica, y Gitmo: The New Rules of War (Guantánamo: Las nuevas reglas de la guerra), sobre los campos de detención de la bahía de Guantánamo, codirigida con Erik Gandin en 2005.
Luego siguió con la ficción Metropia (2009), cinta de animación desarrollada en 2024, en una enorme red del Metro que enlaza a toda Europa durante una época en la que el petróleo se acabó y los mercados han colapsado. El personaje principal, Roger, decide alejarse de la red y descubre que es controlado por entes empresariales al escuchar voces. El control social se ejerce a través de una marca de champú. Este largometraje inauguró la Semana de la Crítica en Venecia.
Luego hizo Tommy (2014), basada en hechos reales de los años noventa. Se centra en un robo en un aeropuerto. Aquí el director aborda la situación de mujeres en el mundo del crimen en Suecia, para lo cual entrevistó a chicas reales de ese mundo.
Crimen en El Cairo es una producción de Suecia, Dinamarca y Alemania y cuenta con la extraordinaria fotografía de Pierre Aïm y la indicada música de Theis Schmidt.
Viejas canciones de amor
El actor principal de Crimen en El Cairo es el sueco Fares Fares, nacido en Líbano el 29 de abril de 1973, quien en 2012 debutó en Hollywood junto con Denzel Washington. También ha trabajado con Tom Hardy y Gary Oldman, entre otros. Laboró en Rogue one: Star Wars Story (2016), donde también participó el mexicano Diego Luna.
En este nuevo filme de Saleh, Fares interpreta al comandante Noredín Mostafá, quien sólo busca el dinero. Es sobrino del comisario que maneja ese departamento como si fuera el negocio familiar. En varias ocasiones, Saleh ha declarado que escribió el papel pensando en el actor, galardonado como Mejor Actor en los reconocimientos del cine sueco, donde la película también obtuvo premios a Mejor Película y Dirección.
–¿Cómo fue el proceso creativo de crear al oficial Noredín?
–Me basé en alguien que conozco, pero faltaba una pieza. Cuando me di cuenta de que le gustaba escuchar viejas canciones de amor, finalmente lo entendí por completo.
Fares sostiene todo el tiempo el largometraje. Noredín es un hombre solitario; perdió a su esposa en un accidente automovilístico y fuma en exceso. Al investigar el crimen de la cantante se da cuenta de todo el problema de la corrupción y la impunidad. Es un antihéroe que no cambia su mirada ni su forma de caminar, pero resalta su angustia y preocupación.
–La corrupción policiaca también es un grave problema en México, ¿qué piensa de este conflicto que padecen muchos países?
–No me gusta cuando la policía se convierte en un símbolo de los soldados que protegen a los poderosos y a los ricos que se van contra las personas que no tienen nada. Entonces la democracia se convierte en un insulto.
En otras entrevistas en Europa ha reiterado que espera que la película sirva para que el público se cuestione y se dé cuenta que “la democracia es una broma si todos se mueven por el poder y el dinero”.
–Como en sus películas anteriores, un hombre se enfrenta solo al sistema, ¿por qué?
–Creo que es hermoso ver a alguien enfrentarse a un sistema, incluso si falla.
Condena egipcia
Para el cineasta, la corrupción en Egipto “es una cuestión de supervivencia”. Argumenta:
“Cuando has estado gobernado por extranjeros desde muchos años atrás, la corrupción es una forma de vida. Si vives en un pueblo y debes registrar a un hijo, pero la administración es extranjera y no comprendes el idioma, buscas a un funcionario y te ayuda en todo si le pagas. La corrupción se concreta en lo que llaman wasta, que es un favor y no tiene connotaciones negativas. Para no hacer filas se necesita un wasta. Sin eso nada funciona y es que el sistema real no sirve, no marcha bien.”
(En árabe significa vagamente “nepotismo”.)
–¿Qué satisfacciones le ha dado Crimen en El Cairo?
–Ha sido increíble ver a personas de todo el mundo reconociéndose en un oficial de policía corrupto en Egipto, que para mí ese es el poder del cine.
Para el papel secundario destaca una migrante de sangre africana que labora en la limpieza en el hotel; ella se da cuenta de quién mató a la bella artista y por ello su vida peligra.
–¿Qué opina de la migración de África que muestra en la película?
–Es un problema severo. Debido a que mi padre emigró a Europa, siempre me preocupo mucho cuando veo a personas que se vieron obligadas a abandonar su hogar en sus países de origen.
Saleh cree que no existe una mejoría en Egipto:
“No en la superficie, pero dentro de las personas ha ocurrido un cambio real que no se puede deshacer.”
Resalta que los jóvenes que participaron en la revolución del 2011 “son sinceros y deseaban un futuro, por el cual estaban dispuestos a sacrificarse”, explica:
“En realidad la Primavera Árabe fue contra la policía y por mejores derechos sociales. Mustafá, quien mandó asesinar a la cantante Suzanne Tamin, fue perdonado por el presidente, eso dice mucho del Egipto de ahora.”
Sin embargo, es optimista. Piensa que Egipto va a cambiar.
“Pero será muy difícil”, advierte.
Mientras, Crimen en El Cairo está prohibida en Egipto.
“En el verano pasado el millonario que asesinó a la cantante salió libre, pero si alguien ve la película puede ser encarcelado.”
El crítico de cine Ken Jaworowsky de The New York Times, escribió de la película: “Es horriblemente fascinante de ver”.
–¿Fue difícil escribir un guion ubicado en el Egipto del año 2011 y con los problemas de la corrupción y el abuso de poder?
–Fue muy complicado, pensé que no iba a lograrlo...
–¿Cómo le dice adiós a una película y comienza otra nueva?
–Alguien más inteligente que yo lo dijo: “Las películas no se terminan, se abandonan”. Creo que eso es muy cierto.
En enero próximo volverá a rodar otro largometraje.
Debido a la buena aceptación en todo el mundo de Crimen en El Cairo, algunos críticos lo consideran el mejor thriller europeo del 2017; por ello, Saleh fue invitado a dirigir el sexto episodio de la segunda temporada de la serie televisiva de ciencia ficción y suspenso Westwold para HBO, basada en la película homónima de 1973, dirigida y escrita por Michael Crichton.
–¿Por qué eligió usted realizar películas?
–Porque un filme es el boleto del pobre para viajar. Se compra un boleto, en ese momento son cinco dólares, y se viaja a algún lugar, al Caribe en un barco pirata o al futuro como en 2001: Odisea del espacio. Eso amplió mi mundo, porque vengo de un entorno en el que no se podía ir al Caribe en un avión. Podrías ir al cine y verlo. Para mí, ese sueño es algo que me apasiona mucho.
–¿Qué tipo de historias le gustan más?
–Me gusta todo tipo de historias, pero el film noir tiene un lugar especial en mi corazón. Es mi favorito porque se trata de investigar una sociedad y acaba uno reflejándose.
Este texto se publicó el 6 de mayo de 2018 en la edición 2166 de la revista Proceso.