'El Nigromante fue un hombre obsesionado por las ideas”: Miguel Ángel Castro

miércoles, 20 de junio de 2018 · 17:33
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- El 22 de este mes se conmemoran 200 años del nacimiento de Ignacio Ramírez El Nigromante y el pasado 15, también de este junio, fueron los 149 años de su fallecimiento, por ello, se efectuó una charla en torno a este destacado político, abogado, constituyente de 1857, militar, escritor y periodista, con el especialista en bibliografía y hemerografía del siglo XIX Miguel Ángel Castro, el abogado e historiador Luis Maldonado, la profesora Mariana Ozuna y el poeta Vicente Quirarte, en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes. El moderador de la tertulia, realizada la noche del pasado 19 de actual mes, fue el historiador Javier Garciadiego, director de la Capilla Alfonsina, quien resaltó que “Ignacio Ramírez es un pilar de la historia de México y siempre me ha conmovido y admirado su relevancia histórica, además, él no sólo hizo una vida intelectual, sino que colaboró intensamente en la construcción de este país”. Castro, investigador del Instituto de Bibliográficas de la UNAM, destacó que El Nigromante “se reconocía como digno defensor de la libertad de pensamiento, de la libertad para el trabajo y de la libertad para las afecciones”. Enfatizó: “Liberal puro, Ignacio Ramírez defendió sus convicciones republicanas en todo momento apoyado en los procesos de la razón en el pensamiento ilustrado que le, como decía don Quijote, le absorbió el seso, y que le permitió entrar en escena con la primera declaración pública de ateísmo en México: ‘No hay Dios, los seres de la naturaleza se sostienen por si mismos’”. Después resaltó: “El Nigromante, al igual que los intelectuales de su tiempo, no encontraba reparos en hacer versos, cuentos y comedias, aquellos hombres de letras y de ideas, muchos de los cuales habían entrado a los torbellinos de los asuntos públicos, daba vuelo a la imaginación para entretenerse, para ilustrarse mutuamente, en veladas y reuniones y cuando contaban con recursos para publicar revistas y periódicos. El Nigromante fue un hombre obsesionado por las ideas, las utilizaba como aguijones y las sometía a la tortura de su implacable razón”. El Nigromante fue su seudónimo al escribir sus artículos y “tenía apetito de enciclopedia” y al final Castro destacó la poesía de Ignacio Ramírez. Ozuna, especializada en la literatura mexicana del siglo XIX y profesora de la facultad de Filosofía y letras de la UNAM, resaltó que “para Ignacio Ramírez la palabra no es expresión del espíritu, su origen no es divino, es humano, y está confinado dentro de los límites del cuerpo humano”. Continuó: “La palabra para Ramírez no es sino una máquina, una locomotora, nos dice otra vez en sus lecciones de literatura”. En tanto, Quirarte, del Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la UNAM, miembros del Sistema Nacional de Investigadores y autor de teatro, recordó que la Ciudad de México tiene en un espacio acotado dos representaciones de Ignacio Ramírez: “La primera es la escultura colocada en el arranque del original Paseo de la Reforma, esa que Porfirio Díaz concibió como la ruta heroica de un México que el poeta Ramón López Velarde vio como una patria pomposa, multimillonaria. La escultura muestra a un Ramírez pequeño de cuerpo, compacto, con gesto sosegado, y no con la actitud incendiaria con la que por general se identifica, sostiene en la mano un documento, puede tratarse de una alegoría de la Constitución de 1857 a cuyo cuerpo y espíritu contribuyó de manera tan definitiva con su talento y energía. El pedestal de la estatua luce en su flanco izquierdo una pinta en rosa mexicano exige: ‘¡Ni una menos!, es una manifestación espontánea de la multitud, que al exigir el regreso de los 43 normalistas desaparecidos, dio rienda suelta a sus manifestaciones callejeras. “La escultura de Ramírez fue inaugurada 10 años después de su muerte, el día en el que se conmemora la Constitución, el 5 de febrero en ese entonces, de 1889”. Enseguida rememoró: “La segunda imagen de El Nigromante se halla, a unos pasos, en el museo que custodia la pintura mural de Diego Rivera Sueño de un domingo en la Alameda. Ramírez se encuentra a la izquierda del mural en compañía de otros connotados liberales: Benito Juárez, Leandro Valle e Ignacio Manuel Altamirano. Originalmente en la pintura de Rivera, el pliego sostenido por Ramírez decía: ‘Dios no existe’, anatema que despertó la ira de las buenas conciencias, lo cual condujo a que durante un tiempo el mural estuviera tras un biombo hasta que el pintor, luego de diversos ataques, accedió a modificar el texto”. Al final describió al también poeta: “Ramírez encarnó el pensamiento radical y avanzado del liberalismo. Llamarse así mismo El Nigromante es una declaración de principios y una actitud ante la vida. Se sabía responsable de una generación que debía apostarlo todo o no ofrecer nada”. Maldonado, autor del libro Zaragoza: Libertad y Reforma y presidente la Academia Nacional de Historia de la UNAM, manifestó que El Nigromante llenó el espíritu del Siglo XIX mexicano: “Ignacio Ramírez, mestizo de marcados rasgos indígenas, de perfil afilado, rostro cetrino y pómulos prominentes, de firme pelambre ensortijada que cae sobre la frente estrecha, ojos tajantes y profundos, de mentón contundente, del que se desvanece una barba frugal y desaliñada y de gesto imperturbable del que emana un halo misterioso como el de un oráculo délfico o un profeta bíblico. “Precursor del materialismo científico calificado por muchos como el gran ateo del movimiento liberal, por otros como por un jacobino radical, pero por todos como hombres de firmes principio. Intolerante a la desigualdad y definitivo en su lucha contra los privilegios”. También estuvo presente Eleazar Romero, en representación de Emilio Arellano, bisnieto de Ignacio Ramírez, quien al final mencionó “de cuanto sirvió la solicitud” que le hicieron a la directora del INBA, “de que se efectuara este evento, y nos sentimos muy orgullos los sanmiguelenses porque tenemos muy poquito de que enorgullecernos en el tema de la historia patria”.    

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