Deschamps, la victoria su único estilo de juego
PARÍS (Proceso).– Es el 12 de julio de 1998, Francia –el anfitrión– acaba de golear 3-0 a Brasil y se consagra por primera vez como campeón del mundo; dos goles de cabeza de Zinedine Zidane sentencian las esperanzas de la Verdeamarelha en el primer tiempo y se transforma en una figura legendaria del futbol francés.
Pero quien levanta primero el trofeo no es Zizou, es Didier Deschamps. Contención inteligente y contundente, el nacido en Bayona (País Vasco francés) ha sido el metrónomo y el cerebro del juego galo en aquel Mundial.
Aimé Jacquet, entonces director técnico de la selección gala, tenía un ejército de auxiliares con él. Sin embargo, su referente en la cancha era Deschamps, fue su líder moral en la escuadra de los Bleus. No es una sorpresa ver que el contención, quien jugó en el Milán, la Juventus y también en el Chelsea de Inglaterra, se haya convertido en un exitoso hombre de futbol: campeón del mundo como jugador, campeón del mundo como director técnico.
Sin Benzema
Es curioso ver la filosofía de Deschamps en el banquillo porque parece que tiene las mismas ideas que su predecesor, Aimé Jacquet. No obstante, antes que otra cosa, ser director técnico para él, en un torneo como el Mundial, es formar un grupo de hombres más que un grupo de jugadores. La idea es que ningún elemento perturbador pueda romper la cohesión del equipo.
Precisamente, su filosofía de grupo llevó a Deschamps a apartar a Karim Benzema del conjunto, pese a que es uno de los mejores delanteros del mundo. En 2015, el aún goleador del Real Madrid se vio envuelto en un escándalo de chantaje contra su compañero Mathieu Valbuena.
A unos meses de la Eurocopa 2016, Deschamps prefirió prescindir de los servicios del delantero estrella, para salvaguardar la unidad de su selección. Hoy, a propósito de que Francia y Croacia son finalistas de la Copa del Mundo de Rusia, hay quienes se preguntan cómo habrían jugado los galos con Benzema. Lo que sí es que los seleccionados respaldaron a su entrenador y se ha sentido el buen ambiente dentro del grupo.
Tácticamente, Dédé confía en un mediocampo sólido y contundente que deja poco espacio al rival, igual que Aimé Jacquet. Un equipo defensivo, que concede pocos goles y que convierte cualquier oportunidad en jugada clara de anotación.
Ganar ganar
Deschamps, pese a tener joyas del balompié internacional como Paul Pogba y Antoine Griezmann o Franck Ribery y Karim Benzema, en el pasado, no ha sabido darle un estilo estético a la escuadra.
Esa manera de considerar el futbol ha puesto a Deschamps en los radares de los críticos. “Ganar como sea” define su idea de ver el futbol. Y antes de comenzar el Mundial fue cuestionado por especialistas y compañeros de equipo en 1998, como los campeones Emmanuel Petit o Christophe Dugarry.
Y es que, en cuestión de calidad de juego, Dédé es poco explicativo: “Qué es una identidad de juego, ¿puras palabras?”, dijo después de una derrota ante Suecia, en la fase clasificatoria del Mundial, en junio de 2017.
Ahora, ante el éxito mundialista, pocos recuerdan que después de un año al frente de la selección, Deschamps estaba a punto de no calificar a los Bleus al Mundial de Brasil. Fue Mamadou Sakho, un defensa que nunca había metido gol, quién anotó un doblete para regalarle la victoria a Deschamps y así salvarlo de la guillotina.
Sin embargo, con un palmarés como el de Deschamps no se puede hablar de pura suerte: dos ligas de Campeones, un Mundial y una Euro, como jugador; una final de Liga de Campeones con el Mónaco, una final de Copa del Mundo y de una Euro, como entrenador.
En resumidas cuentas, quienes aprecian el trabajo del vasco conceden que su estrategia es poco estética pero contundente, poco admirable pero ganadora y así ha sido hasta ahora con Deschamps: ganar como sea. Y así lo hizo Francia este domingo 15 ante Croacia para ganar su segunda Copa del Mundo.
Este texto se publicó el 15 de julio de 2018 en la edición 2176 de la revista Proceso.