Tamayo, fotógrafo

domingo, 29 de julio de 2018 · 10:12
El pintor oaxaqueño Rufino Tamayo no es conocido por su afición fotográfica y sin embargo se registran 7 mil imágenes de su autoría. De ellas, 16, todas en la modalidad estereoscópica, componen la muestra Rufino Tamayo: Recuerdos de San Miguel de Allende, integrada a la XXI edición del Festival Internacional de Cine de Guanajuato (GIFF). “No nos encontramos ante simples fotografías de aficionado”, expresan los especialistas de la Fundación Rufino y Olga Tamayo, quienes comparten con Proceso dos fotos inéditas. SAN MIGUEL DE ALLENDE, Gto. .- En el Archivo Olga y Rufino Tamayo, que alberga el Museo Tamayo Arte Contemporáneo, se resguardan 7 mil fotografías estereoscópicas tomadas por el prestigioso pintor Rufino Tamayo, de las cuales 16, sobre San Miguel de Allende, son exhibidas en la Galería Skot Foreman, situada en la Fábrica La Aurora. Centro de Arte y Diseño de esta ciudad. La muestra, con la cooperación de la XXI edición del Festival Internacional de Cine de Guanajuato (GIFF), se inauguró el sábado 21 de este mes de julio y podrá ser admirada hasta el 4 de agosto próximo. Esta faceta de fotógrafo del artista plástico, nacido el 25 de agosto de 1899 en Oaxaca y fallecido el 24 de junio de 1991 en la Ciudad de México, ha sido poco estudiada, según Julio Álvarez, Iliana Sánchez y Yisel Rahal, de Derechos de Autor del Archivo Olga y Rufino Tamayo, quienes adelantan que este proyecto, del cual también son curadores, “es una etapa inicial, ya que nuestro objetivo es realizar más exposiciones a futuro que difundan las fotografías del acervo para que el público conozca y aprecie estas imágenes”. Argumentan sobre esa otra labor artística del creador del óleo sobre tela Animales: “Cabe señalar que Tamayo no se propuso ser fotógrafo y a lo largo de su vida recalcó que su única pasión fue la pintura, pero no nos encontramos ante simples fotografías de aficionado, vemos presente su visión artística que nos ofrece composiciones poéticas.” La exposición se titula Rufino Tamayo: Recuerdos de San Miguel de Allende y se divide en dos temas. El primero aborda el acercamiento de los Tamayo a San Miguel de Allende a partir de la casa que compraron y habitaron por poco tiempo. “Aquí se muestran algunas imágenes de su interior y una fotografía de autor no identificado en el que se observa a Olga y Rufino acompañados por otros personajes en el jardín”, detallan. El segundo tópico se enfoca en las fotografías que realizó Tamayo en la ciudad, ahora considerada Patrimonio Cultural de la Humanidad, “donde encontramos un acercamiento a manera de los viajeros del siglo XIX, en el que se registran paisajes y algunos elementos arquitectónicos y etnográficos”. Especifican que no se posee la fecha exacta de cuándo el creador del mural El día y la noche (ubicado en el Museo Nacional de Antropología) tomó las imágenes de San Miguel de Allende: “Por algunas referencias como la técnica y otros documentos, contextualizamos las fotografías entre la década de los años cuarenta y finales de los cincuenta. “Son en blanco y negro y a color. Se trata de reproducciones de impresiones en plata/gelatina DOP (Development of Print) y película cromógena, que fueron concebidas como fotografías estereoscópicas.”  Los tres especialistas informan que las 7 mil fotografías del Archivo Olga y Rufino Tamayo, forman parte de un corpus documental que los familiares del artista depositaron en el museo con el objetivo de que se preservara, y estén en un futuro cercano al alcance del público. –¿Cuál es la importancia de estas fotos en torno a San Miguel de Allende? –se les pregunta. –Su trascendencia es histórica y artística. En primera instancia, debido al aporte que representan para la historia cultural de San Miguel de Allende; luego, el que se tenga presente que un artista como Rufino Tamayo vivió en el lugar que durante corto tiempo sirvió de hogar y espacio creativo. Allí concibió su obra Amantes contemplando el paisaje (1943), un óleo sobre tela de 95.5 por 78.48 centímetros. Enfatizan que este conjunto de fotografías estereoscópicas se comenzó a conservar el año pasado con el apoyo del Fideicomiso Fondo de la Amistad México-Japón, “mismo que sirvió para realizar un muestreo y ver el panorama sobre la producción fotográfica de Tamayo”. Continúan: “Actualmente se encuentra en proceso técnico, que comprenden el inventario, la clasificación, la catalogación y la digitalización, con el objetivo de preservar parte del patrimonio documental del artista.” Enseguida acentúan: “La fotografía de Tamayo abre nuevos caminos para el estudio y análisis de su obra pictórica, ya que consideramos que existe un paralelismo entre sus fotos y sus pinturas, además de generar un acercamiento a una faceta poco estudiada del artista. No obstante, es necesario dimensionar su producción fotográfica dentro del contexto histórico, artístico y de su vida como pintor. “Serán los estudios futuros que se realicen los que podrán otorgar un lugar dentro de la historia de la fotografía en México.” Todo un universo –La Editorial RM publicó en 2015 el libro Tamayo: fotógrafo en Nueva York, de Pablo Ortiz Monasterio, con fotos que el pintor realizó en Nueva York. ¿El artista oaxaqueño captó más ciudades? –El libro de Nueva York fue un acercamiento a una parte de su producción, no obstante apenas nos da una idea de todo el universo. Durante un primer muestreo se encontró registro de 32 países, entre los que encontramos Alemania, Brasil, Egipto, Francia, Grecia, Guatemala, Hong-Kong, Holanda, India, Italia, Jordania, Marruecos, Perú y, por supuesto, México. –¿Cómo es que el creador plástico empieza a ocuparse de la foto? –A partir del contexto en el que las produce podemos darnos una idea. Para ello debemos considerar diferentes factores. Los Tamayo se encontraban en París (se mudan a la Ciudad Luz hacia 1949), y su situación económica fue en ascenso, además de que el pintor se encontraba consolidado como un gran artista. Durante su estancia en Europa realizaron diferentes viajes a países cercanos, además de que en Navidad regresaban a México. Sabemos que durante estos viajes Tamayo acostumbró a llevar su cámara en mano. En esa época la compañía Kodak lanzó al mercado una cámara que permitía a los fotógrafos realizar tomas en tercera dimensión. Y Tamayo siempre se mostró interesado en los avances tecnológicos de su época, así que adquirió una cámara Kodak Stereo Camera con el objetivo de capturar las imágenes que llamaron su atención durante sus viajes.  Por su parte, el fotógrafo Ortiz Monasterio rememora cómo surgió la idea del volumen mencionado: “Todo este material se encuentra bajo resguardo de la Fundación Olga y Rufino Tamayo. Juan Carlos Pereda, subdirector de Colecciones y un estudioso de Tamayo, había estado, junto con la gente de la Fundación, revisando material y había unas cajitas de transparencias. Así que Pereda se acercó a RM y les contó que existía ese material. Entonces RM me pidió que revisara, y cuando el director de RM, Ramón Reverté, vino a México y le platiqué que las imágenes estaban muy interesantes y que podíamos relacionarlas con su pintura y sus intereses culturales… En fin, que tenía varias vertientes.” Prosigue: “A partir de eso, ideamos dos proyectos. Uno, sobre algunas tomas en Nueva York, y, dos, de aspectos de México (como Chiapas y Oaxaca), y de Guatemala y Japón, pero finalmente donde más sacó fotos fue en Nueva York. Esa ciudad le era entrañable y vivió por décadas ahí, y cuando hace esta fotografía ya no vive ahí, retorna, se hospeda en un hotel elegante en La 5ª. Avenida. Hay una foto de Olga, su esposa, saliendo del hotel… revisa la calle de los teatros y todas las zonas que para él eran apreciadas. Así, en lugar de hacer un poquito de todo, decidimos concentrarnos en Nueva York.” Especifica: “Cuando Tamayo es ya la gran figura de la cultura universal, ya había tenido las grandes exposiciones en París, Tokio, y va a Egipto y Sudamérica, en fin, y como la gente culta en esa época, los viajes no eran como ahora un turismo masivo ni existían selfies. Se hacía memorabilia de los trayectos, sobre todo los hombres, pues en las parejas se establecía que era el varón, porque era una actividad más técnica.” Rememora por qué le atrajo este proyecto: “Porque finalmente la gran variable, más allá de que estos temas le interesaron al maestro Tamayo, es que él está ahí con una cámara bastante fácil de operar y que produce dos imágenes al mismo tiempo. Si las ves a una cierta separación, es similar a la distancia que existe entre los ojos, y al cerebro lo confunde y te da la tercera dimensión. Él lo que está haciendo es componiendo en función a las cosas que le interesaban: de si meto o no el edificio, si meto o no al tipo que va en el barco. Se aprecia la gran maestría que tenía Tamayo en términos de la composición. Resulta que son unas fotos de amateur pero creadas con un ojo muy fino y fresco. Esa cámara era con formato cuadrado y Tamayo efectúa cosas súper interesantes, y también con una idea del color de una mirada privilegiada.” Hasta el momento, Tamayo: fotógrafo en Nueva York es el único libro en torno al artista como fotógrafo, y está editado en inglés y español. “Se vendió muy bien en Nueva York, se editaron sólo mil ejemplares. En esa metrópoli estadunidense, Tamayo es una figura muy importante, pero ya no lo pudimos reeditar porque la Fundación Olga y Rufino Tamayo pidió mucho dinero.” Finaliza: “El pintor tenía un ojo educado. Estaba conmovido por lo que veía y quiso dejar testimonio.” Este texto se publicó el 22 de julio de 2018 en la edición 2177 de la revista Proceso.

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