Macedonia: baja participación en referéndum debilita a Zaev para acuerdos de paz con Grecia

viernes, 5 de octubre de 2018 · 21:45
SKOPIE (apro).- El referéndum sobre el cambio de nombre de Macedonia en Macedonia del Norte, que debía poner fin a la disputa con Grecia y encaminar Skopie hacia la integración en la Unión Europea (UE) y la OTAN, no alcanzó el quórum necesario para que la consulta fuera considerada válida. De hecho, el mensaje enviado por los ciudadanos macedonios el pasado 30 de septiembre ha sido contradictorio. De los votantes, más de 90% se dijo en favor al cambio de nombre y al acercamiento euro-atlántico, lo que le sirvió al gobierno del país para anunciar que el proceso de integración empezado en junio con Grecia seguirá adelante. “Espero que los diputados de (la coalición conservadora) VMRO-DPMNE respeten el deseo de la mayoría de los que votaron”, dijo el primer ministro macedonio, el progresista Zoran Zaev, tras el cierre de las urnas, interrumpido varias veces por los aplausos de sus seguidores. “¡Macedonia será miembro de la OTAN y de la UE!”, añadió, mientras afuera, en las calles, sus detractores festejaban la escasa afluencia. “El plan seguirá siendo el único. Ahora votaremos en el Parlamento, puesto que, además, considerado todo, es un buen resultado”, dijo a Apro Martin Popov, uno de los organizadores de la campaña de apoyo al referéndum. La baja participación de los votantes no bloquea en sí el proceso de paz con Grecia, al tratarse de un referéndum consultivo, por tanto, no vinculante. Pero debilita al actual Ejecutivo ante el debate que se espera en los próximos meses para la ratificación del pacto en el Parlamento macedonio, donde el gobierno tiene que obtener el voto de los dos tercios de los diputados. También puede afectar a Grecia, cuyo primer ministro Alexis Tsipras, tiene que volver a obtener la aprobación del Parlamento heleno. El gobierno ha argumentado que la participación en el referéndum fue baja debido a que en el país vive menos gente de la censada. El censo más reciente data de 2002. Desde entonces muchos macedonios han emigrado al extranjero. La cifra de 1.8 millones de votantes era difícil de alcanzar debido a la disminución de la población. Además, Zaev ha contado nuevamente con el apoyo del bloque occidental, Estados Unidos y la UE, quienes, tras la cita han vuelvo a respaldar el camino euro-atlántico de Macedonia. “El apoyo a la OTAN en Macedonia es fuerte y firme. Macedonia tiene ahora la invitación de los 29 aliados para unirse a la OTAN. La membresía a la OTAN significa estabilidad y prosperidad económica”, consideró la embajada estadunidense en ese país. “Estados Unidos festeja los resultados positivos del referéndum celebrado en Macedonia a través del cual se han aceptado los acuerdos de paz de Prespa (el lago donde se firmó el acuerdo entre Skopie y Atenas”, consideró el portavoz del Pentágono, Dana White, en una intervención el pasado 1 de octubre. “Nosotros apoyamos con firmeza los acuerdos de Prespa y apoyamos el gobierno de Skopie para que pueda determinar el futuro de este país en este momento histórico”, añadió. “El voto de los sí ha sido significativo”, dijo por su parte el comisario europeo de Política Europea de Vecindad, Johannes Hahn. “La puerta de la OTAN está abierta”, afirmó asimismo el jefe de esa organización, Jens Stoltenberg. El gobierno de Tsipras, primer ministro griego, también festejó el resultado “determinado y valiente” de sus vecinos macedonios y dijo que, para Atenas, los acuerdos de Prespa siguen siendo válidos. El mapa y el acuerdo El referéndum ha desdibujado el mapa sociodemográfico del pequeño país balcánico. “No nos esperábamos tener una participación tan baja en muchos municipios de mayoría albanesa. Eso nos ha sorprendido”, explicó a Apro Martin Popov, uno de los organizadores de la campaña de apoyo al referéndum. Destaca, asimismo, la mayor participación en la capital, Skopie, donde alrededor de 50% votó a favor del pacto greco-macedonio, y la muy baja de ciudades como Ilinden, cuyo nombre evoca la insurrección macedonia a comienzos del siglo pasado contra el entonces imperio otomano. El plazo límite, en todo caso, es el mes de diciembre, fecha establecida para que Macedonia apruebe el acuerdo mediante el cual finalizaría la disputa con Grecia que persiste desde hace 27 años. La hipótesis menos probable, aunque no descartable, es que —junto con el pacto— naufrague también el ejecutivo del socialdemócrata Zaev, algo que implicaría elecciones anticipadas en el país y consecuencias imprevisibles para la región. En este contexto, Zaev empezó la semana pasada negociaciones para convencer a los demás partidos de apoyar el acuerdo de paz. Según algunos observadores, Zaev necesita el apoyo de entre 10 y 15 diputados en el Parlamento que, sumados a lo de su coalición —en la que también figuran los llamados partidos albaneses—, le permitirían aprobar la ley y cambiar la Constitución macedonia para, de esta manera, aprobar los acuerdos de paz. Mitko Janchev, jefe de la oposición conservadora, considera que la mayoría de los macedonios apoya la integración en la OTAN y en la UE, pero no acepta el acuerdo con Grecia, que implica el cambio de nombre. Una de las razones que juegan a favor de Zaev es que la OTAN está preocupada por la supuesta influencia de Rusia en la región, algo a lo que la organización quisiera poner fin con el cese de las hostilidades con Grecia. Además, el acuerdo es visto como un modelo a seguir ante las otras dos crisis que afectan a los Balcanes. La primera es la volatilidad de las relaciones entre Serbia y Kosovo, los cuales a su vez están negociando para encontrar un acuerdo de cooperación y que, según el más reciente plan, implicaría concesiones territoriales de Kosovo a Serbia. Y está el caso de Bosnia y Herzegovina, país que celebra elecciones este fin de semana, en medio de una gran inestabilidad política y socioeconómica y donde el mensaje nacionalista en los últimos años ha crecido de manera significativa. En ambos casos, se trata de naciones cuyos problemas tienen origen en el periodo posterior a la desintegración de la Yugoslavia socialista (1945-1991) y donde las tensiones étnicas no se han apagado nunca completamente.

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