Sin apoyo gubernamental, productores crean sistema agroforestal alternativo para el cultivo de banano

jueves, 25 de octubre de 2018 · 21:32
COLIMA, Col. (apro).- Prácticamente sin apoyo gubernamental, productores de banano desarrollan un sistema agroforestal alternativo para el cultivo de la fruta, basado en la permacultura, que va más allá de la agricultura orgánica y genera mayores resistencias contra la plaga de la sigatoka negra. En entrevista, Carlos Alberto Orozco Mendoza, uno de los impulsores del proyecto de la Finca Guinea —ubicada en la comunidad de Caleras, municipio de Tecomán—, afirma que en México no existe un modelo similar a nivel comercial, cuya idea surgió en Costa Rica, donde realizó sus estudios de ingeniero agrónomo. Con este sistema, dice, se pretende retornar a los orígenes de este cultivo, que es de sombra, por lo que dentro de las plantaciones fueron incorporados alrededor de 900 árboles de leucaena por hectárea, uno por cada dos plantas de banano. Una de las ventajas del uso de esa especie arbórea –añade-- es el hecho de que filtra el nitrógeno, además de que “quisimos retomar el origen de la planta de banano, darle las condiciones de humedad, temperatura y menos radiación solar, pues no es de sol, es planta de semi penumbra”. En estas condiciones, la plantación requiere menos de la mitad de aplicaciones de los aceites minerales que normalmente se utilizan en los cultivos orgánicos para quedar a salvo de la sigatoka negra, con frutos de calidad de exportación, recalca Orozco Mendoza. Implementado desde hace dos años sobre una superficie de 20 hectáreas, el proyecto arroja actualmente una producción semanal de entre 15 y 18 toneladas de banana, que son enviadas a Estados Unidos. “Nos habíamos fijado como meta tres años para ver si era viable, pero ya con dos años vemos que sí lo es”. No obstante, uno de los obstáculos que enfrentan los productores es el de la comercialización en México, pues buscan que el consumidor sepa cómo se está produciendo esta fruta, porque no sólo es un banano que no se produce con pesticidas químicos, ni siquiera orgánicos, sino que es un banano que aporta al medio ambiente, ya que con los 900 árboles por hectárea se produce fijación de carbono. “Queremos que se conozca nuestro sistema porque el plan de nosotros es comercializar en México, confiamos en que el mercado mexicano crecerá mucho en la demanda de productos saludables, pero no sólo es saludable, sino que está aportando al medio ambiente”. Carlos Alberto Orozco refiere que el siguiente año pretenden dejar de usar plásticos, por lo que están haciendo pruebas con henequén para amarrar, sin embolsar, pues desean que sea un banano orgánico congruente. En promedio, abunda, el cultivo convencional de banano utiliza entre 150 y 200 kilogramos de plástico por hectárea al año —incluidas bolsas y envases de insumos—, cantidad que se convierte de mil 500 a 2 mil toneladas al multiplicarlas por las 10 mil hectáreas de plantaciones que hay en la región. El especialista menciona que, aunque tendría derecho, la Finca Guinea todavía no recibe bonos verdes y hasta la fecha no les ha sido proporcionado ningún respaldo del gobierno federal. “Recibimos apoyo del gobierno estatal para el sistema de riego, relativamente poco, después fuimos a la Sagarpa y no nos dieron nada, pero independientemente del poco o nulo apoyo que hemos tenido del gobierno, seguimos adelante. Ha sido muy complicado, el mayor obstáculo es financiero, son inversiones importantes, pero lo hemos sacado adelante”. A final de cuentas, indica, las dificultades económicas “nos impulsaron a crear este sistema más compacto, más eficiente; yo agradezco esa parte, que no hayamos tenido recursos, que todavía no los tenemos por completo, porque eso nos ha permitido ser más eficientes en todo”. Expone que una gran ventaja del sistema son los árboles, que aportan un beneficio que ha permitido reducir la aplicación de productos orgánicos a la mitad, porque “fijamos carbono con la siembra de los árboles, y si hacemos un balance de energía, de cuánto contaminas, creemos que estamos muy cerca del equilibrio; otra ventaja es el manejo del agua, tenemos un sistema de riego por aspersión muy bajo, rasante al suelo, regamos de noche, cuando la humedad relativa es alta, y los métodos de aplicación de los productos van más dirigidos al follaje, lo que reduce mucho las pérdidas”. Y adelanta que uno de los planes en la finca es incorporar otros cultivos como papaya y piña, porque los tres vienen de sistemas tropicales, pues a su juicio estos productos pueden sobrevivir con el mismo principio. Por su parte, María Eugenia Ramírez, integrante del proyecto, expresa que el principal objetivo es ofrecer un producto cien por ciento de calidad y que la mayoría de las personas lo consuman. “Si hablamos con una serie de productores sobre los logros que hemos tenido no lo creen, dicen que no se puede, pero la credibilidad está entre más certificaciones se muestren. Nuestro producto vale por lo que es realmente en su interior, no tuvimos a quién copiarle, dónde buscar literatura, todo se fue desarrollando en la práctica”. Respecto del proyecto de la Finca Guinea, Namay Martínez Oseguera, asesor en agricultura biodinámica, considera que con la combinación de esta última hay buenas expectativas y pueden venir cosas interesantes derivadas de la introducción de otros cultivos. “Hay estudios muy sesudos de investigadores, biólogos y otras gentes de ciencia que han descubierto que ciertos ecosistemas en México en realidad no fueron creados por la naturaleza, sino por las civilizaciones antiguas, un ejemplo es la asociación del maíz, frijol y calabaza, pero también han descubierto que en ciertas regiones las selvas que están ahí en realidad han sido creadas”. Martínez considera muy interesante el proyecto de la Finca Guinea porque “es como el inicio de un nuevo paradigma, un agroecosistema, es como agarrarle el paso, conocer más a profundidad cómo funciona la naturaleza y, sin ir contra ella, de algún modo copiarle, ayudarla y crear ecosistemas de distintos tipos de plantas, que convivan y al mismo tiempo sean productivas y comercializables”.

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