Los pequeños mundos de Kandinsky en México 

lunes, 5 de noviembre de 2018 · 09:30
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Considerado uno de los más importantes pioneros del arte abstracto universal, el artista ruso Vassily Kandinsky expuso en México por primera vez en 1931, en la Sala de Arte de la Secretaría de Educación Pública, junto a tres artistas de la misma corriente estilística: Lyonel Feininger, Alexej von Jawlensky y Paul Klee, con quienes integró el grupo Los Cuatro Azules. Inaugurada el 4 de noviembre de aquel año, la muestra fue recibida con reservas. El muralista Diego Rivera consideró entonces que presentar la exhibición aquí era como ‘meter la soga en casa del ahorcado’. Y es que ni siquiera en Europa, lugar de su nacimiento, el arte abstracto estaba consolidado. Así pues, la muestra se constituyó “en un hito de la historia de nuestro país”. Así lo recordó Miguel Fernández Félix, director del Museo del Palacio de Bellas Artes, recinto que, a ocho décadas de aquella muestra colectiva, presenta por primera vez una retrospectiva individual del artista nacido en Moscú el 16 de diciembre de 1866 y fallecido el 13 de diciembre de 1944 en Neuilly-sur-Seine, Francia. Abierta al público la noche del 31 de octubre con el título Kandinsky. Pequeños mundos, muestra sesenta obras provenientes de diferentes colecciones del extranjero: La Galería Estatal Tretyakov y el Museo Estatal de Bellas Artes, ambos de Moscú, Rusia; el Centro Georges Pompidou, de París, Francia, los museos Solomon R. Guggenheim y Metropolitano de Arte, de Nueva York, y del Instituto Getty de Investigación y el Museo de Arte del Condado de Los Ángeles, todos ellos de Estados Unidos. La selección fue curada por Fernández Félix y Xavier de la Riva Ros, con asesoría académica de Natalia Avtonomova, “una de las mayores expertas en la vida y obra de Kandinsky en el mundo”, informó la directora general del INBA, Lidia Camacho, quien añadió que la exhibición permite adentrase a las diferentes facetas estilísticas del artista ruso, “creador que buscó liberarse de todas las ataduras de su tiempo”. A decir suyo su importancia radica en ello pues el pintor se convirtió en pionero de “uno de los paradigmas más importantes de la modernidad, que es la abstracción”, no obstante haber iniciado su quehacer pictórico “tardíamente” cuando tenía treinta años: “Pero cuando muere a los 74, deja un legado que no tiene parangón en la historia del arte porque, además de pintor, fue un gran filósofo de la pintura, un gran conocedor de la música y para los historiadores del arte legó libros tan importantes como La espiritualidad en el arte o El jinete azul”, enfatizó la funcionaria durante un recorrido para medios previo a la apertura al público de la exposición. La edición de dicho libro de Premia la nave de los locos, dice en la introducción: “Desde su mismo título, este libro de Wassily Kandinsky nos sitúa en gran medida en la formula pragmática de los expresionistas y, a la vez, nos expresa, por primera vez, la tendencia a la unificación sistemática de una teoría artística. No es casual que en lugar de una simbiosis de las artes o de su aglomeración con miras a una eficacia, se vea intervenir el concepto de la reciprocidad técnica entre ellas. De lo espiritual en el arte es la respuesta personal de un pintor ante las dificultades particulares de su oficio y a la necesidad de trazarse un esquema teórico en el cual apoyarse para esclarecerse a sí mismo vital y artísticamente.” Obra importante Si bien la exposición no contiene numerosas obras de gran formato y sí varios grabados, dibujos y unas cuantas ediciones bibliográficas, Fernández Félix puso énfasis durante el recorrido en que hay una representación “del mejor Kandinsky”, y en el hecho de que al realizar su obra el artista no piensa en si el formato o tamaño pueda determinar si una pieza es más o menos importante que otra. Así respondió a la insistente pregunta de los reporteros que cuestionaron la ausencia de algunas obras, por ejemplo. el óleo sobre lienzo Composición 8 del Guggenheim de Nueva York, recinto que posee más de cien cuadros de Kandinsky. Y según información del propio recinto fueron adquiridas por el propio Solomon R. Guggenheim, asesorado por la artista Hilla Rebay, seguidora del ruso. Destacó en cambio, que está en Bellas Artes “una pintura importante” perteneciente al Centro George Pompidou de París, titulada Los remeros del Volga, una pieza de 49 por 66 centímetros ubicada al inicio de la muestra. Y puso en relieve que no se buscó traer determinadas obras, sino que originalmente se elaboró de un guion y a partir de ahí se solicitaron los préstamos. No se reveló el costo total de la exposición, ni el montó de los seguros de las obras, pero sí que el INBA invirtió 12 millones de pesos, y contó con el patrocinio de la Fundación Mary Street Jenkins y BBVA Bancomer. La colección se ha organizado en cinco apartados y se da cuenta de las distintas facetas del pintor y su imaginario, describe información del INBA: “Del ícono religioso a la música tonal, del expresionismo y el fauvismo al geometrismo de la Bauhaus, de las leyendas populares rusas a las formas biológicas plasmadas en su obra más tardía. Es decir, la exposición muestra las distintas facetas que Kandinsky abordó a lo largo de su vida artística”. La primera sección es “Raíces rusas”, donde se presentan obras predominantemente figurativas. Viene luego “La inundación del color” con una serie de obras realizadas entre 1898 y 1914. La primera de ellas es un paisaje del puerto de Odesa, ubicado hoy en Ucrania, pero que pertenecía a Rusia, destacan los guías del recorrido. Es totalmente figurativa, y se ve una barca como elemento central, pero ya marcada con la paleta de color que caracteriza al artista. Cuentan que Kandinsky asistió en Moscú a una muestra de artistas impresionistas y vio Los almiares, del pintor francés Claude Monet, una serie dedicada a esos montones de trigo o almiares que los campesinos forman tras la cosecha. La colección está actualmente dispersa en museos como el Orsay en París y el Marmottan Monet. Seis se exhiben en el Instituto de Arte de Chicago. Según los guías Paula Arredondo Sánchez y César Martínez Bourget, los objetos en la serie de Monet son irreconocibles para Kandinsky pero el nombre le da la pista. Se pregunta entonces si es realmente necesario el objeto o basta con plasmar formas que remitan a él, y así comienza a difuminar cada vez más sus trazos. El último cuadro de sala Improvisación 7, es ya abstracto, con una explosión de color en donde, explican, está la traza de la misma barca del puerto de Odesa, pero no se reconoce totalmente. La tercera sección es “Sinfonías de Moscú” y da cuenta de otro periodo clave en la obra del pintor, su paso del expresionismo al arte pre geométrico-abstracto. Destaca las obras Nublado y Óvalo Blanco. Le sigue en el cuarto tema “Abstracción geométrica”, donde se ve “al que quizá sea el Kandinsky más conocido”. Están las obras realizadas en sus años en la Bauhaus y las geométricas. Aquí se incluye el portafolio de obra gráfica Pequeños mundos, del cual toma su el título la exposición. Acompañan las series graficas dos citas del propio artista, para quien “el grabado (punta seca) es ciertamente de naturaleza aristocrática: sólo se pueden producir muy pocos ejemplares de buena calidad, que además son siempre diferentes, de modo que cada copia es única”. La segunda destaca: “La litografía, por el contrario, tiene la capacidad de producir copias en número ilimitado (…) se acerca a través del empleo del color (…) constituye en cierto sentido un sustituto del cuadro. De este modo aparece con claridad la naturaleza democrática de la litografía.” La sección quinta Microcosmos permite ver cómo Kandinsky fue atraído por las formas microscópicas, los libros de biología y embriología, las amibas, la ciencia en general. Esta etapa de su vida creativa concluye cuando presionado por el gobierno alemán el pintor debe exiliarse en París. Explosión de color Al final de la exposición hay una sala, creada por Fernández Félix, dedicada a su relación con los músicos de la época, el cambio entre los siglos XIX y XX, que “revelan el interés que sentía por encontrar los elementos de la abstracción en la música y poder transponerlos en la plástica”. Se pueden ver en la sala cuatro videos con obras de Richard Wagner, Alexandr Scriabin, Arnold Schönberg y Modest Mussorgsky. Además, un mural que es la reinterpretación del conjunto mural Salón de la música, que los alumnos de la Bauhaus, realizaron en 1931. En el sitio hay un piano y habrá conciertos didácticos, con horarios por confirmar. El director del Museo del PBA cuenta que Kandinsky fue un viajero que visitó los principales centros de arte de Europa, como Múnich, donde logra entrar a los principales talleres como alumno, aunque finalmente deja la formación artística formal porque los maestros le criticaban el uso exuberante de la paleta de color. Incluso le sugieren pintar sólo en blanco y negro, cuando, finalmente, ese uso del color fue el camino para su estilo pictórico propio. La exposición estará abierta de martes a domingo de las 10:00 a las 17:00 horas, hasta el próximo 27 de enero de 2019 en el Museo del Palacio de Bellas Artes (avenida Juárez y Eje Central Lázaro Cárdenas, Centro Histórico). Habrá un programa de actividades paralelas, como conferencias. La próxima Pintura abstracta, transgresión de límites, con el filósofo y crítico de arte Jorge Juanes, el jueves 8 a las 17 horas en la Sala Diego Rivera del PBA. También se ofrecerán recorridos virtuales, sesiones didácticas y la presentación del catálogo de la muestra, el martes 4 de diciembre a las 17:00 horas, en la Biblioteca Vasconcelos en Buenavista. Para más información dirigirse al correo mpba@inba.gob.mx.  

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