En artes visuales: ¿cambio o continuidad?

viernes, 16 de noviembre de 2018 · 12:26
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Sin poder ocultar el deslumbramiento que les provoca el sector privado que domina el mercado y la gestión internacionalista del arte contemporáneo en México, el equipo de transición-cultura del presidente electo Andrés Manuel López Obrador, presentó el pasado miércoles 7 de noviembre la Mesa de Diálogo dedicada a las artes visuales. Organizada en el contexto de los Espacios de encuentro y diálogo de la Secretaría de Cultura en Transición, que se realizan en el Auditorio del Centro de Cultura Digital en la Ciudad de México, la mesa sorprendió tanto por el perfil de los dos anfitriones como por su pésima participación. A diferencia de otras mesas en las que sus anfitriones plantearon, con datos específicos, el estado, problemáticas y retos de la temática a tratar –como la correspondiente al Patrimonio Cultural Nacional en la que participaron el exdirector del Fideicomiso del Centro Histórico, Inti Muñoz, y el actual y próximo director del Instituto Nacional de Antropología e Historia, Diego Prieto–, en la sesión dedicada a las artes visuales la anfitriona Mariana Munguía se limitó a mencionar de manera general algunos ejes temáticos, y Homero Fernández a recordar que muchas de las inquietudes que expresó el público ya estaban en la agenda de la próxima Secretaría de Cultura. Sin embargo, y al margen de su cuestionable participación, lo más interesante –y lamentable– de estos anfitriones es su vinculación profesional con el sector económico que ha determinado en México la promoción comercial y museística del arte contemporáneo vinculado con el mainstream: Mariana Munguía es desde hace varios años directora del Patronato de Arte Contemporáneo, A. C. (PAC) y, aun cuando su protagonismo es mucho menor, Homero Fernández proviene de la Fundación Alumnos 47.  ¿Qué argumentos y, sobre todo, qué valores éticos, sociales y artísticos tiene el equipo de transición de la Secretaría de Cultura del gobierno de López Obrador, para definir a los anfitriones como “invitados de lujo” y considerar como un “privilegio” su presencia? Sin necesidad de los ejes temáticos planteados por Munguía –que por su generalidad no señalan problemáticas concretas: “inclusión y vinculación en las políticas culturales, economía cultural (…), sistema de becas, educación artística, participación ciudadana, representación y proyección internacional del arte mexicano”–, algunos artistas y promotores compartieron inquietudes entre las que destaca la carencia de espacios de exhibición.  Producto tanto de la sobreproducción que genera el mecenazgo del Sistema Nacional de Creadores como de sus exigencias de exhibición, la dificultad de contar con lugares para exponer se relaciona con los privilegios que tiene el PAC para instalar, en museos gubernamentales, a creadores vinculados con sus patronos o proyectos patrocinados. Considerando las necesidades y exclusiones de la comunidad artística, ¿no es contradictorio que el equipo de transición incorpore al PAC como parte de la solución? Además de la propuesta del fotógrafo Gerardo Suter de vincular la creación que se produce en las universidades con las instancias gubernamentales de promoción, una de las peticiones más urgentes es la de incluir a los ilustradores como creadores artísticos para que sean beneficiados con la Ley de Derechos de Autor y el programa fiscal de Pago en Especie.   Como se ha mencionado en esta columna desde el 2000, es urgente reestructurar la administración gubernamental de las artes visuales. La inclusión de los poderes fácticos del arte contemporáneo en la Cuarta Transformación que propone Andrés Manuel López Obrador, provoca cuestionamientos y desilusiones que sólo el tiempo podrá aclarar.   Ese texto se publicó el 11 de noviembre de 2018 en la edición 2193 de la revista Proceso.

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