Díaz-Santana: "El mexicano, malinchista musical"

sábado, 22 de diciembre de 2018 · 09:23
Para Luis Adrián Díaz-Santana Garza (Monterrey, 1970), creador del libro Historia de la música norteña mexicana, en el extranjero se produce mayor interés y conocimiento por nuestra música popular que en el propio país. Panorama de la música popular mexicana (banda, bolero, dance, danzón, norteña, pop, rap y rock) y los 20 ensayos de estudiosos que él compila en La investigación musical en las regiones de México se publican ahora en Zacatecas, donde es investigador de la universidad autónoma. CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Durante casi dos décadas, el historiador de la música y músico profesional regiomontano Luis Adrián Díaz-Santana Garza (1970) coleccionó más de 550 fichas que conforman las 187 páginas de su nuevo volumen Panorama de la música popular mexicana (banda, bolero, dance, danzón, norteña, pop, rap y rock), publicación de Texere Editores y Crónica de Zacatecas. Radicado en esa ciudad con su esposa, la también investigadora Sonia Medrano Ruiz, explica para Proceso a manera de preámbulo: “Hace 15 años, indagaba en torno a la música tradicional durante el porfiriato en el estado de Zacatecas, y generalmente eran desconocidos los nombres de los músicos que emergían de los archivos, desde aquellas hojas amarillas de los viejos diarios…” Un trabajo de investigación suyo, Historia de la música norteña mexicana (Primer Premio Museo de Historia Mexicana 2013), le confirmó “con mayor claridad, el desconocimiento que sobre música popular poseemos en la academia” de nuestro país: “Pude localizar algunas biografías de filarmónicos mexicanos en publicaciones estadunidenses, aunque a veces salpicadas de una mirada colonialista.” Sus conclusiones son contundentes: “¿Por qué hay un mayor interés y conocimiento de nuestra música popular en el extranjero? ¿Por qué no es importante para los mexicanos nuestra tradición sonora?” Doctor en Humanidades y docente investigador titular “C” por la Unidad Académica de Artes de la Universidad Autónoma de Zacatecas “Francisco García Salinas” (UAZ), Díaz-Santana anuncia a la par la salida de otro volumen coordinado por él, con 20 ensayos de autores diferentes, apenas publicado por su institución: La investigación musical en las regiones de México. Y se responde a sí mismo: “Parece que hay un desprecio hacia muchos géneros de músicas, quizá como resultado de un sentimiento de inferioridad tan extendido entre los mexicanos, pues por lo general tendemos a enaltecer el trabajo de cantantes y grupos musicales extranjeros, al mismo tiempo que estigmatizamos la producción de solistas y agrupaciones mexicanas que a todas luces tienen calidad. El mexicano en general es malinchista, musicalmente hablando.” No al prejuicio En su prefacio de Panorama de la música popular mexicana… (tomo con prólogo de Benjamín Muratalla, subdirector de la Fonoteca del INAH), Díaz-Santana explica: “Todavía en la segunda década del siglo XXI, incluso en investigadores mexicanos, se conservan prejuicios sobre la música popular (…) Prevalece un discurso elitista que dicta que hay músicas ‘superiores’ e ‘inferiores’, músicas ‘nocivas’ y ‘edificantes’, reproducido obsesivamente en comentarios de los medios masivos y en las redes sociales que incluso afirma que géneros como el reguetón es la ‘no música’, aunque es imposible vaciar de todo significado cualquier canción. “Algunas personas aluden a ciertos versos de música de banda o narcocorridos con la finalidad de mostrar una supuesta vulgaridad…También se suele comentar que las músicas urbanas son artificiales y falsas, fabricadas expresamente para obtener ganancias económicas; sin embargo, dichos géneros no surgen de la nada, comparten elementos de otras músicas tradicionales, incluso muy antiguas…” Y añade: “En las diversas investigaciones que he realizado sobre música tradicional, he visto que muchos ejecutantes de instrumentos en las zonas rurales del país han recibido una formación musical rigurosa, altamente disciplinada e incluso más antigua que la enseñanza que se encuentra en los conservatorios. Lo más curioso de estas discusiones coloquiales era que resultaba cierto que los detractores de los géneros populares nunca los habían escuchado, no eran «consumidores» de los mismos, por lo cual eran absolutamente ignorantes del tema.” El volumen, más un inventario “breve y valioso” que un diccionario, aporta términos ordenados alfabéticamente con nombres de bandas, orquestas, géneros, compositores, intérpretes e instituciones (como la Fonoteca Nacional), útiles tanto al investigador como al público. Diálogo intergeneracional La investigación musical en las regiones de México (UAZ/Texere) es el otro nuevo volumen de Luis Adrián Díaz-Santana Garza, cuyas 272 páginas invitan a un diálogo intenso entre una veintena de estudiosos y mujeres investigadoras de la música popular con sus eventuales lectores, ya sean expertos o diletantes. “Este libro busca contribuir al conocimiento de la riqueza y pluralidad de las músicas en todo el territorio nacional con investigaciones recientes que un grupo de académicos realiza en diversas regiones de México, yendo desde la historia colonial hasta la cibercultura musical, pasando por prácticas musicales tradicionales, la construcción de instrumentos musicales y las músicas de minorías étnicas”, manifiesta Díaz-Santana. Además de la gran variedad de temas, la publicación “fue un diálogo intergeneracional, pues algunos colaboradores cuentan con una larga trayectoria académica, mientras que otros son jóvenes promesas de los estudios musicales”. Con extensas citas bibliográficas e ilustrado con fotos a colores, ejemplos en pentagrama y gráficas rítmicas, el libro se divide en dos grandes bloques: Estudios musicológicos e históricos, y Etnomusicología. Un tercero y final es más corto: Música y tecnología, que comprende trabajos de Claudia Cecilia Morales Hernández (INAH/UNAM), y Música y cibercultura: la virtualidad en la musicología, por Álvaro G. Díaz Rodríguez, director de la Orquesta de Cámara de Ensenada, Baja California. (Según Wikipedia, un glitch en informática es un error que no afecta negativamente al rendimiento del programa.). Sorprende cuatro textos dedicados a Zacatecas: Los antiguos archivos musicales de las iglesias de Zacatecas, México, del propio Díaz-Santana, coordinador del volumen, sobre los descubrimientos en la Catedral de Zacatecas hacia 2014 por su esposa Sonia Medrano Ruiz, pasante del Doctorado en Historia en la UAZ, quien redacta ¡Con gloria y pesetas! La orquesta típica zacatecana de señoritas (1889-1895). Juntos registraron Antología de la Canción Mexicana: Volumen 1. Ella ha ofrecido conciertos en México y el continente americano, obteniendo primer lugar en el Concurso Nacional Jóvenes Ejecutantes 1993, convocado por la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato. Como investigadora graba música mexicana y latinoamericana de los siglos XVIII, XIX y XX. Es analista en Políticas Culturales por la UAM, y maestra en Musicoterapia por la Universidad de UVIC y el Instituto Superior de Estudios Psicológicos de Barcelona, Cataluña. Asimismo, el segundo bloque incluye La música popular en el estado de Zacatecas: el caso del tamborazo zacatecano, por Juan Eduardo Castorena Quintero, y Los niños tingos, la validación de la identidad cultural por medio de la danza: un estudio musicológico, por Héctor Raúl Villa Hernández (“el origen del vocablo “tingo” se basa en el mismo instrumento: teponaxtle o teponaxtli), ambos de la UAZ. Participan también, por ejemplo, la licenciada brasileña en Artes Escénicas por la Universidad de Brasilia, Deiselene de Oliveira Barros Sánchez (universidades de Guadalajara y de Guanajuato), sobre el son afrojarocho; la flautista Natalia Valderrama Rouy, catedrática de la Universidad Veracruzana; José Humberto Sánchez Garza (UNAM) se acerca al rock indígena y urbano; y Mercedes Alejandra Payán Ramírez (Centro Cultural Ollin Yoliztli) analiza la eseñanza del rock. Concluye el autor: “Puede ser que la música tradicional haga asomar nuestro más secreto racismo. A veces, el menosprecio hacia las expresiones de la cultura popular son una farsa: nuestra clase social nos exige una manifestación pública de censura y hasta repugnancia hacia ellas, aunque la disfrutemos secretamente en la intimidad del hogar.” Este texto se publicó el 16 de diciembre de 2018 en la edición 2198 de la revista Proceso.

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