César Moheno honra a Guillermo Tovar de Teresa

viernes, 28 de diciembre de 2018 · 11:15
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- El historiador César Moheno escribió este artículo para la agencia Apro, luego de la apertura al público, el pasado jueves 20, del museo-casa de Guillermo Tovar de Teresa en la calle Valladolid 52, colonia Roma Condesa, en la Ciudad de México. Moheno fue director de la Biblioteca de Antropología e Historia, así como secretario técnico del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y miembro de la coordinación de Asesores de la Secretaría de Educación Pública. También es autor de varios libros, entre ellos “Mayas. Espacios de la memoria”. *** ¿Cómo llegó este libro aquí?, me pregunté un día en la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia (BNAH) al ver en sus márgenes las notas de lectura de don Antonio de Mendoza, primer virrey de la Nueva España. El ejemplar que despertó tales cuestiones es ‘De re aedificatoria’ de Leon Battista Alberti, en su edición publicada en París en 1502. El tratado, originalmente de arquitectura, busca encontrar la justa medida de lo humano, donde en la vida pública no sobre ni falte nada, aquel lugar del mundo que nos permita descubrir la belleza como el sentimiento donde la perfección se alcanza. Es, en suma, de acuerdo con la lectura de Antonio de Mendoza, el tratado para fundar en ‘la polis’ el mundo de la belleza como forma de organizar el universo de los hombres. Así, al cabo de sus páginas, descubrimos el diálogo entre el virrey novohispano y el humanista latino que hace entender al primero que la ‘polis’, dispuesta con planificación y respeto a las reglas, puede alcanzarse como obra de arte de la política. Toda una lección para cualquier gobernante de hoy. La sociedad como universo perfecto de los hombres es la utopía como forma de la belleza. Imagínense el viaje: El manuscrito de Alberti se escribió hacia 1452 en el entorno de Florencia, su autor murió en 1485, se editó este ejemplar en París en 1502, llegó con Antonio de Mendoza a nuestras tierras en 1535 y recaló en los fecundos estantes de la BNAH en la frontera entre los siglos XX y XXI gracias --y he aquí la respuesta a mi pregunta aquella-- a la prodigalidad de Guillermo Tovar de Teresa. Lo donó para compartirlo, generoso, después de haberlo analizado con su proverbial sabiduría para escribir en 1992 ‘La utopía novohispana del siglo XVI. Lo bello, lo verdadero y lo bueno’, con presentación de Octavio Paz, y en colaboración con Miguel León Portilla y Silvio Zavala. En ellas, como en todas las páginas que escribió Guillermo Tovar, se tejen las historias de su tan increíble y tan grande vida, y las historias de sus libros, que ya son hoy obra monumental del arte mexicano. Miren si no. Niño prodigio, gran autodidacta, publicó su primer libro a los 20 años, y desde ese 1976 salieron de su pluma 39 obras en 44 volúmenes. Sea sobre los órganos y retablos de la Catedral de México o la arquitectura y la carpintería mudéjar en la Nueva España; sobre Gerónimo de Balbás, Miguel Cabrera o Luis Lagarto; sobre el mundo y los artistas barrocos, las monjas novohispanas o las utopías virreinales… parecería que nada le es ajeno. Siendo todos lecciones de novedosas formas de hacer historia, tres de sus libros, sin embargo, me parecen los mejores:
  • ‘La ciudad de los palacios. Crónica de un patrimonio perdido’, el pionero volumen que nos hizo saber de las más terribles formas de acabar con la grandeza de nuestra Ciudad de México. Ante tanta destrucción, en cada página esta obra nos recuerda a Yorgos Seferis cuando en su “Salamina de Chipre” reza: “Señor, ayúdanos a recordar/ la causa de esta violencia:/ avaricia, dolo, egoísmo,/ la desecación del amor;/ Señor, ayúdanos a arrancar esto de raíz…”.
 
  • ‘Pegaso o el mundo novohispano en el siglo XVII’, publicado en 1993, más completo todavía en 2006 y que hizo decir a Octavio Paz que “la suya es una contribución esencial a la historia de las ideas que han formado a nuestra cultura y a nuestra nación”.
 
  • ‘Crónica de una familia entre dos mundos. Los Ribadeneira en México y España’, publicado en Sevilla en 2009 y que, siendo un ejemplar caso de microhistoria, haría saltar de gusto a Luis González y González.
  Abierta ya su casa a la visita pública desde el pasado jueves 20 como museo, el siguiente movimiento para enriquecer su legado ha de ser emprender una nueva edición de sus obras. Porque Guillermo Tovar de Teresa es parte de un linaje que viene de Carlos de Sigüenza y Góngora y que pasa por Carlos María de Bustamante, Alfredo Chavero, Joaquín García Icazbalceta y Francisco del Paso y Troncoso. En su vida repleta de fertilidad, su obra es un monumento de generosidad, de erudición, de instinto y de sabiduría. México merece ver reunida la obra de Guillermo Tovar de Teresa, un historiador de civilización y para la civilización. Honrarlo a él es honrar a la historia de la cultura mexicana.  

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