'Perfectos desconocidos”: 'Remake” que no termina por cuajar

viernes, 11 de enero de 2019 · 11:21
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- La cinta dirigida por Manolo Caro es un remake de una comedia italiana, bastante efectiva, homónima, en donde un grupo de amigos decide compartir, durante una cena, lo que llega a sus celulares sin ningún tipo de filtro. Lo que implica que habrá algunos mensajes incómodos y potencialmente destructivos. La versión de Manolo Caro no es tan afortunada como la versión original; se siente carente de espontaneidad. Como ocurre con todas las películas de Caro, los chistes se convierten en meras ocurrencias que sólo divierten al director y seguramente a varios miembros del equipo. En una noche de eclipse lunar, siete grandes amigos se reúnen para cenar. Los anfitriones son, por parejas, un cirujano plástico muy paciente llamado Alonso (Bruno Bichir) y una psiquiatra controladora llamada Eva (Cecilia Suárez). A la reunión van llegando Ernesto (Miguel Rodarte) y Flora (Mariana Treviño), un matrimonio que se ve un poco desgastado por la rutina; Mario (García-Rulfo) y Ana (Ana Claudia Talancón), pareja con mucha pasión. Por último, ese sí solo, llega Pepe (Franky Martín), quien se suponía debía llevar a su nueva novia para que todo el grupo la conociera. Todos son amigos desde hace mucho tiempo con excepción de Ana, quien acaba de llegar al grupo, y atacada constantemente por Eva. A los pocos minutos de la reunión nos damos cuenta de que en el grupo ronda mucho la hipocresía y los ataques pasivo agresivos, por lo que no resulta tan extraño que Eva haya propuesto un juego perverso en el que todos deben poner sus celulares en la mesa y dar a conocer los mensajes o notificaciones que vayan llegando. Total… ¿qué puede pasar? Y es que al fin y al cabo todos venden la idea de que no tienen nada que perder. Por su puesto, el caos irá gestándose de tal manera que a leguas se puede visualizar una explosión devastadora. La historia tiene los elementos necesarios para una comedia efectiva, light y comercial, pero Caro no los mezcla de la manera adecuada, por su necesidad de darle un sello autoral a través de ocurrencias que se sienten disociadas de la estructura narrativa. El resultado es una comedia que pretende ser chistosa, cuya falta de espontaneidad genera un sentimiento de antipatía hacia la historia y los personajes mismos.

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