Alegatos finales en el juicio al "Chapo"; su destino, en manos del jurado

martes, 5 de febrero de 2019 · 10:00
La ola gélida que afecta varias ciudades estadunidenses, entre ellas Nueva York, no le restó interés a las últimas sesiones del juicio contra Joaquín Guzmán. En su alegato final la fiscalía pintó al Chapo como un monstruo que se adueñó de estructuras gubernamentales y criminales, además de cometer numerosos asesinatos; la defensa denunció que el gobierno de Estados Unidos fabricó el “mito” del sinaloense con ayuda de criminales sanguinarios a los que rebajará sus condenas si consiguen hundir a su presunto exsocio. Su destino ahora está en manos de una docena de mujeres y hombres que presenciaron una larga confrontación de argumentos, a veces intensa y por momentos aburrida, pero de gran trascendencia internacional. NUEVA YORK (Proceso).- El futuro del narcotraficante mexicano Joaquín El Chapo Guzmán Loera depende del fallo que emitirán 12 ciudadanos estadunidenses del estado de Nueva York. Luego de 38 audiencias en la Corte Federal del Distrito Este, en Brooklyn, Nueva York, el juicio por narcotráfico y lavado de dinero contra El Chapo concluyó como empezó, en una nebulosa de traiciones, mentiras, acusaciones de corrupción, asesinatos y torturas por parte de criminales que en algún momento de sus vidas estuvieron ligados al Cártel de Sinaloa. “Que no escape a la responsabilidad de sus crímenes y declárenlo culpable de todos los cargos”, exigió al jurado la fiscal del Departamento de Justicia estadunidense, Andrea Goldbarg, el 30 de enero, en su alegato de cierre. “Les ruego a cada uno de ustedes que busquen en su corazón las herramientas para absolver a Joaquín Guzmán”, replicó al día siguiente Jeffrey Lichtman, abogado del Chapo.  Dirigido durante tres meses por el juez Brian Cogan, el juicio contra el líder de una de las facciones del Cártel de Sinaloa expuso una radiografía del poder y control que tienen las organizaciones criminales en México gracias a la corrupción gubernamental, policial y militar. También desnudó a Estados Unidos como una nación con hambre incontenible de estupefacientes, cuyo gobierno está ligado a la corrupción por narcotráfico a la que técnicamente llama “acuerdos de cooperación” con criminales. Lichtman, quien integra junto con Eduardo Balarezo y William Purpura el equipo de defensores de Guzmán Loera, denunció en la última audiencia la sociedad “abominable” entre el Departamento de Justicia estadunidense y narcotraficantes como Ismael El Mayo Zambada García; su hijo Jesús Vicente Zambada Niebla, El Vicentillo; y los colombianos Juan Carlos Ramírez Abadía, Chupeta, así como los hermanos Álex y Jorge Cifuentes. “El Mayo Zambada sigue libre como un pájaro… Joaquín Guzmán Loera es el conejo al que el gobierno ha perseguido desde 1993”, alegó Lichtman ante el jurado y en alusión directa a que la fiscalía pudo hacer un “acuerdo de cooperación” con El Vicentillo para que traicionara a Guzmán Loera a cambio de que la justicia estadunidense no tocara a su padre, “el verdadero líder y jefe del Cártel de Sinaloa”. Frente a los 18 integrantes del jurado (los seis suplentes y los 12 titulares), Lichtman demostró sus cualidades histriónicas y aderezó sus argumentos con sarcasmos, muecas, manotazos y palabras altisonantes para subrayar que el gobierno estadunidense ha mentido para fabricar “el mito del Chapo”. Afirmó: “La DEA es corrupta y en este juicio no se puede decir nada de la corrupción en el gobierno de Estados Unidos sin que se desate un torrente de protestas (de los fiscales)”. Al final del prolongado juicio contra Guzmán Loera, que se inició la mañana del 13 de noviembre pasado y concluyó la tarde del 31 de enero, la fiscal Goldbarg apuntó: “El acusado tenía el plan de conquistar el mundo de las drogas, pensaba que nunca encontraría un jurado como ustedes. En 25 años de carrera criminal se convirtió en el líder del Cártel de Sinaloa con el objetivo de amasar miles de millones de dólares en ganancias. Hay una avalancha de evidencias en su contra; y no dudó en utilizar la violencia, la corrupción y los asesinatos para eliminar a quienes se interpusieran en su camino.” El Chapo la escuchaba muy atento y serio, mientras clavaba su mirada en los integrantes del jurado. Defensa histriónica Los siete fiscales del Departamento de Justicia presentaron ante el juez Cogan a 14 criminales como testigos cooperantes para que testificaran contra Guzmán Loera.  Se trata de narcotraficantes de la talla del Chupeta, quien admitió ante el jurado que ordenó el asesinato de por lo menos 150 personas en Colombia y ejecutó a otra con un disparo a bocajarro en el rostro; o del mexicano Dámaso López Núñez, El Licenciado, quien fue “brazo derecho e izquierdo” del Chapo. Ellos se declararon culpables de narcotráfico y lavado de dinero a fin de que con su traición al sinaloense el sistema judicial estadunidense perdone sus delitos. Sólo si el jurado declara a Guzmán Loera culpable de los 10 delitos que le achaca, la condena de cadena perpetua que se le dictó al Licenciado, por ejemplo, se reduciría a 15 años de prisión; El Vicentillo puede quedar libre en cinco años y El Chupeta en 10, como máximo. “Los testigos estaban diciendo la verdad sobre el acusado; saben que si mienten tienen todo que perder”, explicó Goldbarg para convencer al jurado de que declare culpable al Chapo. Señalando con su mano derecha a Guzmán Loera, que estaba sentado entre la traductora y Balarezo, la fiscal indicó que “el acusado se consolidó como uno de los líderes del Cártel de Sinaloa en asociación con El Mayo, con quien compartía en 50-50 las ganancias de la venta de drogas en Estados Unidos y las decisiones que se tomaban dentro de la organización criminal”. En el juicio, el gobierno de Estados Unidos desplegó centenares de documentos de prueba (evidencias), fotografías, grabaciones de conversaciones telefónicas, videos y transcripciones de mensajes de texto entre El Chapo y sus socios o lugartenientes.  A decir de Goldbarg, ese material demuestra que El Chapo es un criminal ­desalmado y calculador que torturó y asesinó personalmente a sus enemigos, coordinaba envíos masivos de drogas a Estados Unidos, corrompió a policías, políticos y militares en México, y alentó a otros para que ingresaran al negocio internacional del narcotráfico. “Los documentos de prueba lo retratan como un jefe máximo del Cártel de Sinaloa; es de sentido común probar que el acusado es un capo de capos. Ustedes escucharon al mismo acusado hablar de su negocio de la venta de drogas”, insistió la fiscal. A su vez, la defensa de Guzmán Loera en todo momento sostuvo ante el jurado y el juez que las supuestas evidencias contra su cliente están amarradas con mentiras e intereses tendenciosos de delincuentes y asesinos de la peor calaña. Con tal de descalificar a los testigos cooperantes, Lichtman cayó en contradicciones que podrían repercutir en el fallo del jurado. Por ejemplo, durante el interrogatorio a Cifuentes hizo que ese traficante colombiano declarara que en octubre de 2012 El Chapo, por medio de una mujer identificada como “Comadre María”, pagó 100 millones de dólares al entonces presidente Enrique Peña Nieto, aunque éste exigía 250 millones. Durante el interrogatorio a Cifuentes, y pese a las objeciones de la fiscalía, el juez permitió que Lichtman casi obligara al narco colombiano a resaltar que fue El Chapo, no El Mayo Zambada, quien envió el supuesto soborno multimillonario a Peña Nieto. Pero en la última sesión del proceso, y para sorpresa del propio acusado así como de sus abogados Balarezo y Purpura, Lichtman afirmó: “No tiene sentido que haya sido El Chapo Guzmán el que pagó a Peña Nieto los 100 millones de dólares porque no es cierto”. En las dos últimas audiencias Guzmán Loera, que en el resto del juicio se vio tranquilo y enviaba besos a su esposa desde su asiento, se notaba serio, preocupado. Las siete mujeres y cinco hombres que integran el jurado, así como las cuatro mujeres y los dos hombres suplentes parecían aburridos en las dos sesiones de alegatos de cierre de la fiscalía. Goldbarg dedicó más de cinco horas a exponer un resumen de lo que repitió hasta el cansancio sobre la carrera delincuencial del Chapo.  Más atento se vio el jurado al escuchar los argumentos finales de la defensa de un desconocido Lichtman. Aunque en audiencias anteriores se había mostrado técnico e incluso aburrido, en la final demostró por qué es un exitoso defensor de mafiosos. “¿Cómo voy? ¿Bien?”, preguntó Lichtman al corresponsal de Proceso durante un receso de la audiencia. Al reanudarse la misma, buscó la aprobación de la prensa y de su cliente con movimientos exagerados, sarcasmos y groserías. El próximo lunes 4 el jurado se reunirá en privado para comenzar sus deliberaciones. Al menos dos horas antes serán instruidos por el juez Cogan sobre la manera en la que deben llegar a una conclusión. El procedimiento común es que los 12 jurados deben revisar los 10 delitos de los que se acusa a Guzmán Loera en Nueva York, escribir su decisión sobre cada cargo y sus incisos, todo ello sin límite de tiempo. Una vez terminado este proceso, se notificará a Cogan, quien convocará de inmediato a la fiscalía, al acusado y su defensa para que sea leído su veredicto.  El juez les ha pedido a los integrantes del jurado que tomen su tiempo para analizar bien, sin dejarse influir por nadie. Si El Chapo fuera declarado culpable del cargo número uno, el de conspiración para dirigir una organización dedicada a exportar drogas a Estados Unidos, enfrentaría una condena mínima de cadena perpetua. Si es declarado culpable de los 10 cargos, como vaticinan expertos en asuntos legales, le serían dictadas varias cadenas perpetuas.  La audiencia de sentencia no podría llevarse a cabo antes de tres meses. Si la sentencia es condenatoria, Guzmán Loera será recluido inmediatamente en la prisión federal de Manhattan, adonde llegó el 19 de enero de 2017, extraditado por el gobierno mexicano. De ser sentenciado a cadena perpetua, puede permanecer en la ciudad o ser transferido a una prisión de máxima seguridad en otro estado, a la espera de que se cumplan los procedimientos para que ingrese a la prisión de “supermáxima” seguridad de Florence, Colorado, donde purgan condena terroristas y capos, como Juan García Ábrego, del Cártel del Golfo, sentenciado a siete cadenas perpetuas. El 30 de enero la temperatura en Brooklyn era de -13 grados centígrados y el 31 de -17. Sin embargo, la cobertura de los medios internacionales fue masiva. De México cubrieron permanentemente el maratónico juicio representantes de Proceso, La Jornada, Televisa, El Universal, Notimex y el semanario sinaloense Ríodoce.   Esta crónica se publicó el 3 de febrero de 2019 en la edición 2205 de la revista Proceso.

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