El Salón Acme y el dominio del arte emergente

lunes, 18 de febrero de 2019 · 13:37
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Con un modelo de negocio basado en el espectáculo, la experiencialidad y el entretenimiento, el Salón Acme sobresalió durante la Semana de Arte en la Ciudad de México –6 al 10 de febrero en paralelo a ZsONA MACO– como un proyecto exitoso, tribal y ambivalente. Emplazado en el atractivo y cuestionable contexto postromántico y gentrificador del Proyecto público Prim, el Salón Acme manifestó el poder social y económico de su marca desde la entrada al evento. Custodiado por un cuerpo de seguridad que con su sola presencia recordaba la amenazante –o deprimente y clasista– situación social que existe en la Colonia Juárez, el Salón ya no es sólo una propuesta para dar visibilidad a creadores y curadores que “están desarrollando su trabajo en México”: ahora, también es un negocio de tipo ferial para que galerías prestigiosas presenten proyectos específicos. Creado en 2013 por los artistas tapatíos Zazil Barba, Álvaro Ugarte, Sebastián Vizcaíno y Homero Fernández, el Salón se inició con dos secciones: una muestra de convocatoria abierta y selección por consejos curatoriales; y una exhibición dedicada a un Estado de la República. Realizado en conjunto con la emprendeduría de proyectos de entretenimiento Archipiélago, el Salón adquirió una presencia cada vez más notoria al instalarse, en 2017, en la casona porfiriana ubicada en la calle de General Prim 30-32. Ruinosa, señorial y con numerosos cuartos que sirven como espacios de exhibición, la casona es un espacio de gran potencia estética en el que casi cualquier obra adquiere un protagonismo especial. Vinculados con el grupo de poder artístico que ha determinado en México la construcción del arte contemporáneo desde la transición al siglo XXI, los creadores del Salón han contado en sus consejos curatoriales con profesionales museísticos como Guillermo Santamarina, coleccionistas como Patrick Charpenel, galeristas como Cristobal Riestra (OMR) y miembros del Patronato de Arte Contemporáneo (PAC) como Patricia Sloane. Concebido como una plataforma para exhibir y vender obras de artistas emergentes, el Salón inició la transformación de su concepto en 2017, al incluir una sección de proyectos galerísticos para intervenciones en sitio específico. Con una primera edición de 9 galerías mexicanas que casi en su totalidad exhibían y exhiben en la feria ZsONA MACO –entre ellas OMR, Arroniz, Galguera, Curro y Machete–, este año el número se incrementó a 23 galerías provenientes tanto de las ferias MACO y Material, como de Londres, Chicago y Los Ángeles. Y también como novedad, en la edición 2019 se incorporó otra sección curada para artistas nacionales e internacionales de diferentes edades en la que, entre otros, se exhibe obra de Guillermo Santamarina y Juan Carlos Caloca quien, en 2015, fue el curador del Estado invitado. Tribal y diseñado con una mercadotecnia experiencial que a través de los espacios, texturas y memorias del inmueble es efectiva tanto para jóvenes como para adultos, Acme es un evento que fusiona el consumo visual y comercial del arte con la apropiación efímera de un lugar nostálgico en el que, como una burbuja, no existe la realidad del entorno.  Al margen de las numerosas obras que podrían percibirse efectistas, comunes o simplistas en otros entornos, en la edición 2019 sobresale la sección del Estado invitado: Michoacán. Curada por el artista michoacano Noé Martínez, la muestra denominada La panza de las ausencias presenta disidencias políticas, que se basan en la utilización de estéticas regionales como un acto de empoderamiento de la propia identidad. El artista Giovanni Guerrero interpretó diversos rituales en un políptico de expresiva pictoricidad. Este texto se publicó el 17 de febrero de 2019 en la edición 2207 de la revista Proceso.

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