Sergio Ramírez equipara a Ortega con Somoza

viernes, 1 de marzo de 2019 · 18:32
Sergio Ramírez Mercado, escritor nicaragüense y Premio Cervantes 2017, trae a colación un pasaje de la historia del país centroamericano. Abril de 1954, Anastasio Somoza García, precursor de la dinastía de los Somoza, devela un atentado en su contra en el que están involucrados exoficiales de la Guardia Nacional (GN) desafectos al régimen y civiles opositores. Un total de 20 personas, entre los que estaba el jefe militar del complot, el exteniente GN, Adolfo Báez Bone, fueron ejecutados tras ser torturados. Sus cuerpos parcialmente quemados, luego los enterraron en fosas comunes. Mientras otros siete, entre ellos el excapitán GN Adolfo Zavala, fueron capturados y sometidos a Consejo de Guerra.
“El poder castiga de dos maneras: una por frías razones de estado, castiga con la cabeza, pero no con el hígado. Sin embargo, se complica cuando reprime o se venga por razones también personales, eso que en Nicaragua se llama “pasada de cuentas”. Ahí se vuelve visceral”, reflexiona el escritor nicaragüense.
Y agrega: “Me parece que eso es lo que ha estado ocurriendo aquí, sobre todo con algunos compañeros. Creo que el poder tomó conciencia de que en este alzamiento había gente que ellos consideraron que debieron permanecer en sus casas por lealtad de sus padres porque provenían de la tradición sandinista. Y, peor, cuando fueron los padres o los abuelos quienes salieron a las calles”, comentó Ramírez. Cita el caso del coronel retirado Carlos Brenes, exguerrillero sandinista del Frente Sur y fundador del Ejército Popular Sandinista –hoy Ejército de Nicaragua–, quien fue capturado en agosto de 2018 y está siendo juzgado por los delitos de terrorismo, crimen organizado, entorpecimiento de servicios públicos y daño agravado. Se le acusa de dirigir los focos de resistencia cívica en algunas ciudades del país, entre abril y julio del año pasado. Su familia, en cambio, reitera que es inocente de los delitos imputados. Y, refieren que el régimen no le perdona que el pasado 16 de mayo de 2018, casi un mes después del estallido social en Nicaragua, el coronel retirado Brenes, coordinador de un movimiento de militares retirados, leyó en la plaza “Pedro Joaquín Chamorro Cardenal”, del barrio indígena de Monimbó, Masaya, un pronunciamiento de exoficiales del Ejército de Nicaragua en retiro, exigiendo la salida de Daniel Ortega del poder. “Yo lo conocí muy bien”, comentó Ramírez, “es un hombre íntegro, valiente”, refiriéndose al coronel en retiro Brenes. No es el único militar retirado que está siendo sometido a un juicio sin gozar de las garantías procesales y penales. También está Tomás Maldonado, exmayor del Ejército de Nicaragua, acusado y juzgado por los mismos delitos. La Fiscalía le imputa haber dirigido y armado a los jóvenes y pobladores que se mantuvieron en los retenes de Carazo, departamento ubicado al sur de la capital. Sin embargo, su familia insiste que es inocente y que por los tranques de la cabecera departamental de Carazo –ubicada a unos 40 kilómetros al sur de la capital– se movilizaba predicando el evangelio, ya que ahora es pastor evangélico. Ramírez cree que, tras esos juicios irregulares y cuestionados por los organismos internacionales de derechos humanos, prevalece una voluntad de ensañamiento por parte del régimen de Ortega.
“Me parece que esa ha sido una característica estos meses, la venganza, el odio. Reprimir por odio, o por venganza”.
Sin embargo, insiste en que ese no es un fenómeno nuevo en la historia de Nicaragua. “El viejo Somoza (García) apretaba las tuercas cuando consideraba que era necesario. La forma en que castigó a los amotinados (en abril de 1954) fue un acto de venganza pura contra los traidores. Ese fue un momento del somocismo de fiereza vengativa”, insistió el célebre escritor. También cita a Anastasio Somoza Debayle, el heredero de la dinastía Somoza, quien dirigía o torturaba personalmente a connotados opositores, entre ellos a Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, exdirector del diario La Prensa y hoy Mártir de las libertades públicas, en el llamado “Cuarto de costura” en la destruida Casa Presidencial. Recuerda que la venganza está también reflejada en la historia de Centroamérica. Cita la obra de Rafael Arévalo Martínez, guatemalteco, ¡Ecce Pericles!, en la que aborda la vida del dictador Manuel Estrada Cabrera, presidente guatemalteco por un periodo de 20 años. “Uno lee ahí pasajes que parecen del realismo mágico”. Ramírez relata la anécdota de que Estrada Cabrera se disponía a visitar la Escuela Militar, y los cadetes en lugar de presentarle armas, dispararon contra él. Sobrevivió de milagro. “No solo mandó a matar a todos los del atentado, sino que demolió la Escuela y sobre el terreno baldío mandó a echar sal”, refirió.   Paralelismo dictatorial Durante las protestas y marchas cívicas multitudinarias, que se registraron en Nicaragua entre abril y agosto del año pasado, una de las consignas más populares rezaba “Daniel y Somoza, son la misma cosa”. Ramírez indica que el paralelismo Somoza y Ortega se completó con la represión y la muerte de al menos 325 nicaragüenses. “Creo que los muertos en tan pocos meses, completan la figura de dictadura para mucha gente”, sostuvo. Agregó que el somocismo tuvo varios periodos a lo largo de casi 50 años de dictadura. Hubo periodos de tranquilidad y crecimiento económico; otros de represión selectiva o generalizada; y otros hasta de democratización obligada. Al respecto, recordó que Luis Somoza Debayle, el primer heredero de la dinastía, prohibió la reelección presidencial presionado por la política exterior de Robert J. Kennedy y su Alianza para el Progreso. Paradójicamente, Daniel Ortega, exguerrillero que participó junto a otros comandantes sandinistas en la caída de la dictadura somocista, restableció la reelección presidencial indefinida en 2013, asegurándose que la Asamblea Nacional bajo su control partidario (63 votos de 92), aprobara reformas constitucionales que le permitieron posteriormente conseguir su tercer periodo presidencial continuo, tras ganar los comicios de 2016, los que según el Poder Electoral –también bajo su control partidario– ganó supuestamente con mayoría abrumadora.   Europa abre puerta El pasado 18 de enero, el presidente del Parlamento Europeo, Antonio Tajani, denunció que el régimen de Ortega había cancelado una visita oficial a Nicaragua del 23 al 26 de ese mes, de una misión de 11 eurodiputados, presidida por el español Ramón Jáuregui Atondo. “Ayer (17) canceló una visita de los eurodiputados para la semana que viene, esto es inaceptable. Llegarán pronto las sanciones contra la dictadura en Nicaragua, lo digo aquí alto y claro. No nos vamos a quedar callados y vamos a reaccionar”, dijo Tajani en esa oportunidad. Poco después, el régimen de Ortega dio un paso atrás y reiteró la disposición a atender la visita oficial de la misión de eurodiputados a Nicaragua. Así, del 22 al 26 de enero, visitaron el país y lograron reunirse con el propio Ortega, con representantes de la oposición y por primera vez, después de meses de silencio y de aislamiento, los parlamentarios europeos lograron entrar a las cárceles de mujeres y de hombres para entrevistarse con presos políticos, entre ellos los periodistas Miguel Mora y Lucía Pineda, director y jefa de información del Canal 100% Noticias, que fue intervenido y silenciado desde diciembre pasado. Los nicaragüenses –a través de las redes sociales– pudieron ver asombrados y admirados, el coraje y el temple de ambos periodistas detenidos desde el pasado 21 de diciembre, mientras transmitían y permanecían en la sala de redacción. Su juicio se ha reprogramado en más de una ocasión y se ha fijado el 25 de marzo como fecha para dar inicio al juicio en su contra. La Fiscalía los acusa de “fomentar e incitar al odio y la violencia” y “provocación, proposición y conspiración para cometer actos terroristas”. Los eurodiputados, al concluir su visita oficial, llamaron al gobierno de Ortega a retomar el diálogo nacional suspendido desde junio pasado, y demandaron tres condiciones mínimas: la liberación provisional de los manifestantes presos (casa por cárcel), que cesen las limitaciones a las libertades y el acoso a los líderes sociales y, permitir el retorno al país de los organismos internacionales defensores de los derechos humanos. En respaldo a esas demandas, el pasado 14 de febrero de 2019, fecha en que se celebra el Día de San Valentín, el presidente del Parlamento Europeo le envió a Ortega una carta en tono nada amoroso. En la misiva oficial lamenta que el mandatario no ha dado ningún paso que permita deducir intención alguna de satisfacer esas peticiones y, por el contrario, lamenta que algunos personajes de la oposición, con los que se entrevistaron los eurodiputados, fueron luego sometidas a presión y acoso. Por otro lado, lamentó la indolencia del gobierno a la hora de tomar iniciativas que permitan una vía de salida a la crisis actual. Ante estos hechos, “le anuncio que el Parlamento Europeo hará pública su condena y pedirá asimismo a la Unión Europea que actúe en consonancia con la gravedad de la situación que se vive en Nicaragua. Si el régimen no da muestras concretas de que respeta las tres peticiones que le han sido solicitadas, habrá muy pronto medidas”, sentenció Tajani, presidente del Parlamento Europeo. Dos días después, Ortega se reunió con una delegación de líderes de los principales grupos económicos en Nicaragua, acompañados del representante del Vaticano en el país y del presidente de la Conferencia Episcopal, Cardenal Leopoldo Brenes. De ese encuentro surgió el compromiso de retomar el diálogo entre el gobierno y la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia y se fijó el 27 de febrero para celebrar el primer encuentro, bajo un nuevo formato de negociación que implica delegaciones más pequeñas y sin transmisión en vivo por televisión. El 27 de febrero, horas antes de iniciar la primera ronda del diálogo, el régimen ordenó la liberación bajo la figura de casa por cárcel para 100 detenidos por participar en las protestas sociales entre abril y julio del año pasado, que paralizaron al país y que despertaron la solidaridad internacional. Sin embargo, se asegura que permanecen en las cárceles unos 500, la gran mayoría en prisión sin haber pasado siquiera a juicio público. “Aquí la única solución es el diálogo y yo estoy completamente de acuerdo con eso. Me parece que estamos al borde de una situación muy delicada y el gobierno tiene que saberlo, leen las cifras todos los días, por lo tanto, es un elemento muy importante para empujar una negociación, porque, por otra parte, no hay alivio a la crisis, los créditos de las agencias internacionales están cerrados. Lo único que puede aliviar un poco la situación del gobierno son las remesas, pero no son suficientes”, apuntó Ramírez. Se estima que entre marzo y diciembre de 2018, de acuerdo a cifras oficiales, se retiraron alrededor de mil 352.4 millones de dólares en depósitos del sistema financiero nacional, lo que ha obligado a los bancos a suspender los créditos, a fin de reducir los riesgos. Por otra parte, datos del Banco Central de Nicaragua, confirman que el Índice Mensual de Actividad Económica (IMAE), cayó de 3.1% a -5.1%, entre abril y noviembre de 2018, de acuerdo a la variación interanual. Mientras los impuestos reales del gobierno se desplomaron de 1.9% a -23.9% entre el mismo periodo, lo que significa menos ingresos para el gobierno central. “La economía por sí misma, quizás no sería tan importante para el gobierno, sino tuviese consecuencias sociales. En una sociedad pequeña ya hay más de 300 mil desempleados. Ya está impactando el tejido social y eso impacta al régimen y a sus seguidores”. Para aliviarle la presión económica al régimen de Ortega, Ramírez no ve a Rusia, ni a Irán, apoyándolo económicamente, por ejemplo, donándole 500 millones de dólares para cubrir el déficit presupuestario. Tampoco Venezuela tiene capacidad para ayudarlo económicamente como antes.   Diálogo = concesiones Con respecto a la reapertura del diálogo nacional, Ramírez señaló que es importante que este nuevo esfuerzo debe contar con garantes internacionales, que acompañen a la Iglesia católica en su rol de mediación. “Habrá que involucrar a países que tengan la confianza del gobierno. Es decir, no se puede aspirar a que países que tengan una posición firme contra el régimen, sirvan en ese papel nada más. Debe haber también países que no han expuesto opinión, o que, como México, han variado su política exterior”, apuntó. “Sé que es muy delicado opinar sobre esto, hay mucha susceptibilidad al respecto. Pero si queremos realmente una solución negociada, garantizados los acuerdos, aquí vas a tener que sentarte a hablar, a negociar, y vas a tener indudablemente a los obispos, y a países de Europa, de América Latina o de Naciones Unidas, que sean satisfactorios para todo mundo”, agregó. Ramírez reiteró que es al gobierno a quien corresponde impulsar el diálogo, quien está obligado a promoverlo. Al respecto, agregó que la voluntad de negociar tiene que empezar haciendo concesiones, para que del otro lado de la mesa también exista una apertura para hacer concesiones. “Yo no sé cuáles serán, ni quiénes se van a sentar en esa mesa, yo estoy viendo los toros de largo”, agregó el escritor nicaragüense.   Vida literaria Sergio Ramírez, autor de numerosas novelas y cuentos, entre los que destacan Margarita, está linda la mar, Premio Alfaguara 1998, asegura que desde que recibió el Premio Cervantes 2017, el pasado 23 de abril de 2018, no ha podido cumplir con algunos de los compromisos vinculados al prestigioso premio internacional, ni a su labor literaria. “Dejé mi vida literaria, de escribir, de viajar. Todos los compromisos vinculados al Premio Cervantes los cancelé”, entre ellos viajar a Japón, Alemania y otros. “No podía escribir porque la perturbación de la crisis en Nicaragua, no me daba el espacio anímico que necesitaba para escribir”. En diciembre 2018, finalmente retomó un proyecto de una novela que había abandonado. No quiso entrar en detalles sobre la trama, sin embargo, dijo que espera concluir un borrador en junio o julio de este año. Sobre el evento Centroamérica Cuenta, que nació en Nicaragua y que preside, Ramírez informó que la edición de este año se traslada a Costa Rica debido a la crisis política y social en el país. Se celebrará del 13 al 18 de mayo con el apoyo del gobierno del presidente de ese país, Carlos Alvarado. Finalmente estimó que acudirán alrededor de 150 invitados internacionales, entre los que están escritores, cineastas, guionistas, periodistas.

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