Irán y Arabia Saudita: mujeres bajo severas sentencias

jueves, 14 de marzo de 2019 · 23:12
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Aunque la participación de las mujeres en la sociedad y las restricciones que les imponen las leyes son muy distintas en Irán y Arabia Saudí, estas dos naciones -enemigas entre sí- han saltado a las noticias en estos días por la toma de medidas legales contra defensoras de los derechos humanos y de las mujeres, en procesos auspiciados por los sectores políticos más conservadores. En un proceso marcado por un secretismo tan estricto que ni siquiera se puede precisar el número de imputadas, el miércoles 13 inició el juicio contra alrededor de 10 feministas saudíes. La mayoría de ellas fue detenida en mayo del año pasado y, aunque tampoco han sido aclarados los cargos, se cree que las acusan de haber mantenido contacto con “entidades hostiles” al reino, por lo que de ser halladas culpables podrían recibir sentencias de hasta 10 años de prisión. El lunes 11, la abogada defensora de derechos humanos iraní Nasrin Sotoudeh, bajo arresto desde junio, fue condenada a 38 años de cárcel y a recibir 148 latigazos, por espionaje, hacer propaganda e insultar al líder supremo de la República Islámica. Sentencia severa El caso de Sotoudeh es interpretado como parte de la lucha política entre facciones rivales. Encabezados por el presidente Hasán Rouhaní, que ganó las elecciones de 2013 y se reeligió en 2017, los reformistas están en su segundo periodo en el poder. Enfrentan, no obstante, un complejo sistema político bajo control de los conservadores, desde el líder supremo que está en la cima de la pirámide, hasta varios órganos de vigilancia y, sobre todo, el poder judicial: aunque han sido los jóvenes y las mujeres, con sus demandas de liberalización de la vida cotidiana, los que le dieron la victoria a Rouhaní, los jueces han jugado un papel clave en el esfuerzo por impedirla, castigando las infracciones con severidad. Por ejemplo, una pareja de novios que hizo una petición de matrimonio en un centro comercial, y que se abrazaron cuando la chica dijo que sí, fue detenida, también el lunes 11, acusada de “ofender el honor público en un acto a imitación de la degenerada cultura occidental”. Aunque la obligación legal de ocultar el cabello bajo un jiyab (que muchas de ellas evaden con coqueta creatividad) da una imagen de extrema opresión, las mujeres iraníes nunca han dejado de jugar un papel importante en la sociedad, lo que les da el poder para resistir las muchas de las limitaciones que les han pretendido imponer desde el triunfo de la revolución islámica de 1979. Esa misma insurgencia política, liderada por el ayatolá Ruhollah Jomeiní, descansó en una fuerte movilización femenina no sólo para vencer la dictadura del shah Mohamed Reza Pahlevi, sino también para enfrentar en el campo de batalla a los ejércitos invasores iraquíes de Sadam Husein, en los años 80. Actualmente, las mujeres no están legalmente obligadas a aceptar la tutela masculina, participan en roles directivos en la iniciativa privada y en el gobierno, encabezan la cuarta parte de los ministerios, tienen sólo el 4% de los escaños parlamentarios, pero constituyen el 63% del estudiantado universitario, y en las manifestaciones pro-reformas suelen ser mayoría. Muchas de ellas son abogadas, como Shirin Ebadí, fundadora del Centro de Defensores de los Derechos Humanos y Premio Nobel de la Paz 2003, que desde 2009 vive en el exilio. Una de sus colaboradoras se hizo cargo de defenderla en la corte: Nasrin Sotoudeh, hoy de 55 años, quien también ha representado a periodistas, activistas, militantes de la oposición y mujeres detenidas por hacer actos políticos quitándose el jiyab en público. En 2010, Sotoudeh fue encerrada en confinamiento solitario en la prisión de Evin, la más temida de Irán, juzgada por conspiración para dañar la seguridad del Estado y por hacer propaganda, y recibió una sentencia a 11 años de cárcel. Además, le prohibieron ejercer la abogacía y salir del país. Fue liberada en 2013, junto con otros 10 presos políticos, por el gobierno entrante de Hasán Rouhaní. Después recibió el Premio Sájarov de Derechos Humanos, otorgado por el Parlamento Europeo. Los jueces no la habían perdonado, sin embargo, y la policía la volvió a detener en junio pasado, en un gesto de desafío al presidente Rouhaní. En protesta porque no se le permitió escoger abogado, Sotoudeh se negó a acudir a la Corte Revolucionaria Islámica de Teherán, que la juzgó en ausencia por promover la corrupción y la prostitución, espionaje e insulto al líder supremo. El nuevo jefe de la magistratura, Ebrahim Raisi, pertenece a la línea dura del conservadurismo y parece haber utilizado el caso de Sotoudeh para enviar el mensaje de que será implacable: la sentencia sorprendió porque es inusualmente severa. Apaciguar a los clérigos Las mujeres saudíes eran las únicas del mundo que tenían vedado manejar automóviles. El príncipe Mohamed bin Salmán (conocido como MBS), quien es el hombre fuerte del país desde que su padre Salmán ascendió al trono, en 2015, ha prometido reformas liberales y desde junio de 2018, esa restricción fue eliminada. Pero un mes antes, metió a la cárcel nada menos que a quienes combatieron esa prohibición, entre ellas las activistas Loujain al-Hathloul, Aziza al-Yousef, Eman al-Nafjan y Hatoon al-Fassi, quienes también se han opuesto a otras limitaciones, especialmente la que obliga a las mujeres a someterse a la tutela de un hombre: su padre, hermano o marido deben otorgar su consentimiento para todas las decisiones de importancia, como viajar o casarse. En meses recientes, varias jóvenes intentaron escapar a otros países para liberarse de esta tutela, y advirtieron que, de ser obligadas a regresar a casa, serían asesinadas por sus propios parientes. Amigas de las procesadas han denunciado que las mantienen en condiciones degradantes, a veces en confinamiento solitario y bajo tortura, con agresiones sexuales, choques eléctricos y latigazos. En 2014, Hathloul fue detenida cuando intentó pasar manejando de Emiratos Árabes Unidos a Arabia Saudí. Yousef y Nafjan participaron en protestas contra la prohibición en 2013. Yousef además lanzó una petición pública, que sus dos compañeras también firmaron, exigiendo el fin del tutelaje masculino. Por su lado, Hatoon al Fassi es una historiadora que ha demostrado que en el antiguo reino árabe de Nabatea, establecido en el siglo III antes de la Era Común, las mujeres tenían más derechos que en la Arabia Saudí del siglo XXI, y encabeza el movimiento para darles el derecho al voto. La Unión Europea, Estados Unidos, Canadá y otros países han pedido que dejen libres a las activistas. Algunos pensaron que la solicitud podría tener éxito si MBS quisiera mejorar su imagen internacional, sumamente dañada a partir de que es el sospechoso principal de haber ordenado el asesinato del periodista Jamal Kashoggi en Turquía, y de que ha encadenado una serie de graves errores en política exterior, incluida la crisis humanitaria que ha dejado decenas de miles de muertos, a partir de su intervención militar en el vecino Yemen. Pero el joven príncipe también tiene problemas internos qué resolver: algunos observadores creen que el levantamiento de la prohibición de conducir indignó a la clerecía conservadora, y detener a las feministas es una forma de apaciguarla.

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