Festejan en Chiapas los 30 años del Frayba; clérigos resaltan legado de Samuel Ruiz García

martes, 19 de marzo de 2019 · 22:22
TUXTLA GUTIÉRREZ, Chis. (apro). A 30 años de la creación del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas (Frayba), clérigos que acompañaron a su fundador, el obispo Samuel Ruiz García, destacaron su gran legado en favor de los pueblos y comunidades indígenas que, ante la embestida gubernamental, siempre tuvieron a un protector y defensor de sus derechos. En el marco del 30 aniversario del Frayba, este martes se presentó el informe “Frente a la violencia, la espiral de luchas y resistencias”, donde se detallan los agravios a los pueblos originarios de Chiapas, la violencia contra las mujeres, y otras luchas y resistencias que han intentado ser apagadas sin éxito. Pedro Faro, director ejecutivo del Frayba, encabezó el acto junto con los consejeros del organismo, el obispo de Saltillo, Coahuila, Raúl Vera López; el sacerdote dominico, Gonzalo Ituarte, y Jorge Santiago, un laico que ha trabajado en las comunidades indígenas de Chiapas. Todos fueron colaboradores cercanos de Samuel Ruiz. “Es evidente que no somos sadomasoquistas. No es que veamos el dolor, la muerte, el sufrimiento, la tortura y la desgracia porque nos regocijemos en ello. Es exactamente por el amor a la vida, a la libertad, a la dignidad, por el caminar en el dolor con los pueblos de Chiapas, como hemos llegado hasta aquí”, dijo Ituarte. Y destacó que celebrar 30 años del Frayba es festejar su gestación desde el corazón de los pueblos originarios, desde el corazón de la aspiración de la gente a vivir su plenitud y ejercer sus derechos. “Somos defensa de derechos humanos, porque existe ejercicio y aspiración a que esos derechos sean realidad. ‘Tatic’ Samuel fue capaz de leer los signos de los tiempos, de leer la mayéutica. El obispo Samuel Ruiz supo transformar el acompañamiento de su pueblo con proyectos como el Frayba”, puntualizó Ituarte. Samuel Ruiz –abundó-- creó el Frayba con la esperanza de que algún día no tenga necesidad de ser y existir. Y desde hace 30 años, dijo, el Frayba ha estado cada vez más cerca de la gente y de sus aspiraciones. Sin embargo, su existencia sigue siendo necesaria. En su oportunidad, Raúl Vera López, obispo de Saltillo y exobispo coadjutor de Samuel Ruiz García en Chiapas, resaltó que ‘Tatic’ Samuel creó espacios incluyentes e hizo crecer un proyecto más allá de la iglesia, y creó espacios como el Frayba para ver y defender los pueblos agraviados. “Siempre fue más allá, cada día fue abarcando más a la humanidad. Por eso los pueblos indígenas le dieron el título post mortem “jCanan Lum”, que significa cuidador de los pueblos, y se le encomendó ahora ser cuidador de los pueblos del mundo”. Recordó que alguna vez se le preguntó a Samuel Ruiz cómo pudo hacer posible la creación de grandes proyectos dentro de su Diócesis, y él sólo respondió que se allegó de gente conocedora, gente experta que sabía trabajar y acompañar a los pueblos. Sobre el informe “Frente a la violencia, la espiral de luchas y resistencias”, Pedro Faro sostuvo que trata de esbozar los símbolos en perspectiva histórica de estos 30 años del Frayba al lado del pueblo organizado. Ahí, dijo, se cuentan las graves violaciones a los derechos humanos perpetradas por todos los niveles de gobierno, en particular durante el crítico sexenio del expresidente Enrique Peña Nieto y del exgobernador Manuel Velasco Coello, responsables junto con los poderes fácticos de ocasionar la profundización de los conflictos, que sitúa a la población en una crisis civilizatoria. Frente a la ausencia de verdad y justicia, abundó, los pueblos persisten en los caminos de la resistencia construyendo sueños y esperanzas en alternativas frente al olvido y en respuesta a la compleja realidad que se vive en México. Y destacó que en este recuento se evidencia que el Estado mexicano, pese a haber firmado y ratificado diversos instrumentos de derechos humanos, de carácter vinculante en el ámbito interamericano e internacional, en la realidad no cumple con sus obligaciones de prevenir, investigar, sancionar y reparar las violaciones cometidas. Por ello, apuntó, las iniciativas autónomas como La Otra Justicia construida desde los pueblos tiene el propósito de resistir contra el olvido y abonar a la verdad, justicia y no repetición de graves violaciones a derechos humanos. “Por tanto, los pueblos no olvidan y señalan a los responsables y combaten de frente a la impunidad en México. La memoria es identidad, como una historia construida por sobrevivientes que el Estado no puede silenciar”, precisó Faro.

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