"Pony" y la metáfora de la esperanza

viernes, 12 de abril de 2019 · 11:56
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Mónica es una mujer de la que todos abusan y, para mostrarlo, Gustavo Ott, autor de la obra teatral Pony, lo refleja en el núcleo de la familia, representando al sistema social en el que estamos inmersos. Mónica recurre a su padre para concluir el rito de las cenizas de su esposo, a su hermano para que la apoye económicamente y a su madre para conseguir un trabajo, y todos se aprovechan de ella. La engañan, la estafan y por su ingenuidad le van quitando todo lo que posee. Pony, que está actualmente en cartelera protagonizada y dirigida por Gabriela Betancourt y Ginés Cruz, puede apreciarse desde diferentes capas de realidad, teniendo como punto de partida la familia. De ahí se ramifican símbolos diversos para reflejar, a través de este núcleo, a una sociedad corrupta y egoísta que jamás ve por las desprotegidas y abusadas, y a una población pasiva y callada que no reacciona frente a los embates de la mala fe y el interés económico por sobre todas las cosas. La dignidad humana está por los suelos, los principios éticos inexistentes y la normalización de los comportamientos –en este caso el del engaño y la mentira para beneficio personal– son los que salen triunfantes en esta lucha por la sobrevivencia. ¿Qué puede hacer esta mujer que en situación vulnerable recurre a la sociedad para que la apoye y lo que obtiene es más despojo y sólo abuso? La respuesta es avasallante, y aunque muestra una luz tenue de esperanza, nos quedamos con el corazón apachurrado porque hemos sido golpeados tanto en lo individual (a cuántos no nos han estafado o han abusado de nuestra buena fe) como en lo social y lo político: el poder del capitalismo y el dinero aprovechándose de los débiles, y los débiles sin reaccionar ante tamaña afrenta. El “pony” es la esperanza que puede encontrarse si escarbamos debajo de la mierda y ella es capaz de reconocerse y abrir alguna posibilidad de cambio, de concebir nuestra sociedad desde la esperanza, aunque la interrogante queda abierta. La obra tiene como referencia un momento específico, como son las elecciones presidenciales, y en este ambiente de corrupción y favoritismo la historia de estos personajes se contagia, se impregna y se convierte en una metáfora eficaz. Tanto el texto del venezolano Gustavo Ott, escrito en 2003, como la puesta en escena, eligen el humor y la farsa para mostrarnos a estos personajes que llegan al absurdo. El espectador ríe a carcajadas por la buena caracterización que ambos actores hacen de sus personajes, y llora también al sentirse identificado y enojado por las situaciones que plantean. Gabriela Betancourt interpreta a esta Mónica desvalida que confía en sus semejantes y está dispuesta a ayudar a quien lo necesite, y Ginés Cruz a los tres personajes que despliegan un sin fin de mecanismos para conseguir sus objetivos. Con una estructura dramatúrgica sólida y una interpretación contundente, Pony nos hace transitar por diferentes estados de ánimo, reacciones viscerales y sorpresas que no damos crédito. La maldad humana no tiene límites. Mónica es una metáfora del ser despojado, vulnerable e invisible, al que, mientras tenga algo que proveer, será utilizada para luego ser desechada sin miramientos. En el Foro A Poco No puede disfrutarse con una mirada crítica contundente que nos hace reír pero también sufrir dolorosamente por lo inhumana que es nuestra sociedad frente a los sectores vulnerables, como lo son las mujeres.  Esta reseña se publicó el 7 de abril de 2019 en la edición 2214 de la revista Proceso

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