El verdadero infierno de los Diablos

domingo, 12 de mayo de 2019 · 10:24
Los Diablos Rojos del México corren el riesgo de sufrir un infierno en su propia casa. Dünn Arquitectura Ligera, la firma que instaló parte del techo del moderno y flamante estadio Alfredo Harp Helú, demandó por incumplimiento de contrato a la empresa que administra el inmueble. En el pleito destacan reclamos como el sobrecosto de la obra, deficiencias en el diseño y supuestos defectos en su estructura. Por si fuera poco, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, atizó el fuego: el jueves 2 dijo que fue un error construir el estadio de beisbol en la Ciudad Deportiva.   CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- El estadio Alfredo Harp Helú –inaugurado el 23 de marzo último por el presidente Andrés Manuel López Obrador– se encuentra en el centro de una disputa legal. La empresa Dünn Arquitectura Ligera, S.A. de C.V., demandó al Centro Deportivo Alfredo Harp Helú, responsable de la operación del recinto, por incumplir el contrato que ambos firmaron para la construcción e instalación de la estructura metálica y la cubierta del inmueble. El estadio costó 3 mil 500 millones de pesos, cuatro veces más que el presupuesto inicial de 800 millones. De acuerdo con Luis Villaseñor, abogado de Dünn, el coste del inmueble se incrementó porque la empresa de Harp le fue haciendo modificaciones al diseño de la estructura del inmueble sobre la cual se debían instalar las columnas y el techo que cubren dicho escenario. Ello causó que se incrementaran “al 100%” los costos de estas obras que realizó la empresa que representa. No obstante, la administradora del inmueble asegura que los precios los elevó la firma de arquitectura. En enero pasado, el Centro Deportivo Alfredo Harp Helú impidió que los trabajadores de Dünn continuaran con sus labores, argumentando que los costos se habían incrementado muy por arriba de lo pactado. Entonces, Dünn interpuso una querella ante un Juzgado en Materia Civil de la Ciudad de México, la cual demanda concluir las labores para las que fue empleada y el pago de los salarios adeudados. En un documento que entregó a Proceso, Dünn sostiene que nunca contó con el “proyecto definitivo de inicio de la obra”, lo que, según la empresa, era esencial para “un buen desarrollo y conclusión del proyecto”. Se quejó de innumerables cambios de diseño que, “a la fecha, se siguen presentando” y puso en duda el diseño estructural de la obra e, incluso, señaló “el temor fundado de que dicha estructura colapse”. Lo asentó de esta manera:  Dünn “exigió judicialmente que se llevaran a cabo peritajes (en la estructura del estadio) a fin de determinar si los cálculos del diseño estructural son correctos y, en su caso, establecer las medidas que deberán adoptarse para garantizar la seguridad y funcionamiento de la misma, ante el temor fundado de que dicha estructura colapse”. El nudo que se teje entre esta compañía y los responsables de la obra y del estadio es la figura de una “contragarantía” otorgada por la juez a la empresa de Harp Helú, también propietario del equipo Diablos Rojos del México, mediante el pago de una fianza equivalente al monto total reclamado por el interesado. Por medio de esta garantía, el Centro Deportivo Alfredo Harp Helú, S.A. de C.V., pudo contratar a otra firma para concluir los trabajos de la estructura y el techado que, según el acusado, Dünn abandonó. Y eso fracturó un contrato que estaba firmado desde hace tres años.  De acuerdo con el sitio https://mexico.leyderecho.org, una contragarantía consiste en la caución que el tercero puede exhibir para dejar sin efectos la suspensión. Y ésta, en términos de lo previsto en el artículo 126 de la Ley de Amparo, “tiene que ser bastante” para restituir las cosas al estado que guardaban antes de la violación de garantías y para pagar los daños y perjuicios que sobrevengan al quejoso en el caso de que se conceda el amparo. Las tareas encomendadas a Dünn se encontraban en “un 95 o 97% de avance. Sin embargo, a partir del 4 de marzo pasado, 19 días previos a la inauguración del estadio, sin justificación alguna se impidió el acceso al personal de Dünn para terminar los trabajos”, indica la firma de arquitectura en un documentado entregado a este semanario, el pasado 15 de abril. La razón de Dünn es continuar con los trabajos y alerta sobre posibles riesgos: “Esperamos en breve resolver los puntos de controversia y poder concluir debidamente los trabajos que se nos contrataron y que quedaron pendientes. No nos hacemos responsables por cualquier trabajo realizado por compañías ajenas a Grupo Dünn sobre la estructura”. Esta empresa fundamenta sus motivos en función al correcto funcionamiento de la estructura que soporta la techumbre del estadio, tomando en cuenta, expone, factores como los asentamientos disparejos en el subsuelo del inmueble, los constantes cambios al diseño original y el comportamiento de la estructura una vez que empezó a trabajar.  “Es indispensable que además se lleve a cabo un dictamen técnico por peritos imparciales debidamente calificados en este tipo de estructuras, tanto del cálculo estructural como de la estructura y de la obra civil, que se realice un monitoreo constante y permanente de la estructura y de su buen funcionamiento”, reitera la empresa que ha realizado otros proyectos como la fachada que luce el estadio Cuauhtémoc, en Puebla, y que actualmente se encarga de las estructuras y los techos de los estadios de la próxima Copa del Mundo de futbol, Qatar 2022. Lo anterior, añade, aun cuando el perito responsable de la obra, como el calculista de la misma, han aprobado la calidad y seguridad de la estructura, dictámenes que deberán ser ratificados por los citados especialistas. Sin luz de la CFE En un recorrido por el inmueble con José Ortiz, director general del estadio; ingeniero Alfredo Athié, director responsable de la obra; Alicia Andonegui, directora de operación, y Othón Díaz, presidente ejecutivo de Diablos Rojos del México, surgen más detalles: El acabado del piso en el pasillo principal que da acceso a las gradas luce lleno de grietas, las cuales están ceñidas a cortes arquitectónicos para evitar que las fisuras se extiendan sobre la plancha de concreto, según la explicación de los especialistas del equipo de beisbol. El estadio opera con plantas de emergencia a más de un mes de su apertura oficial; no tiene el servicio de la Comisión Federal de Electricidad porque, de acuerdo con los responsables del estadio, aún no concluye el proceso y aguardan la respuesta de la Secretaría de Energía.  “Es un trámite en el que se tienen que elaborar una serie de documentos que deben tener la autorización de la Secretaría de Energía, la cual aprueba que la unidad verificadora realice el proceso. Luego viene la unidad verificadora y se puede hacer toda la validación y conexión”, detalla el presidente ejecutivo de Diablos Rojos. El estadio también carece de agua potable y el servicio lo obtiene mediante la compra de pipas, reconoce Díaz. Hay un problema más: las filtraciones del subsuelo de la Ciudad Deportiva, que incluye el propio estadio, no cesan por más que la empresa de Harp Helú haya instalado una planta que succiona el líquido para ser enviado a un cárcamo ubicado al comienzo del puente peatonal que conduce al flamante escenario. El suelo inestable sobre el que se edificó el inmueble es considerado “arcilloso” –dicen los ingenieros de la organización deportiva–, incluso el cimiento de la obra con una profundidad de 42 metros y una estructura con 5 mil toneladas de peso nunca llegó a piso firme. Lo construyeron al recurrir a cierta técnica basada en la inyección de mil 200 pilotes para amortiguar los efectos de un hundimiento disparejo. Según los especialistas entrevistados, eso permite que el inmueble pueda resistir el impacto de un sismo de magnitud 8.5. Descartan riesgos El presidente Andrés Manuel López Obrador acudió el 23 de marzo último a lanzar la primera bola en el reluciente estadio Alfredo Harp Helú, donde el mandatario fue recibido entre rechiflas, reclamos y recordatorios familiares. El caso es que una semana después de inaugurado aparecieron cuadrillas de trabajadores soldando las partes bajas y altas de las columnas de la estructura en el contexto de la serie Diablos Rojos-Tigres de Quintana Roo, válida para la primera fecha de la temporada de la Liga Mexicana de Beisbol.  José Ortiz, responsable de la administración del estadio, defiende la calidad de la obra: “No tiene ningún problema, se lo aseguramos. El inmueble está operando perfectamente y en excelentes condiciones. En una obra de esa magnitud nadie se la va a jugar para irse por la libre”. Igual sucede con la profundidad de los pilotes de la estructura. La ingeniera Alicia Andonegui, directora de operación, explica que el suelo sobre esta zona en la que antes fue un lago “tiene diferentes capas de profundidad, dependiendo de qué parte del lago estamos. La capa superdura está hasta abajo y tiene una determinada profundidad.  “No todos los edificios llegan a la capa profunda. Hay capas conocidas como de cristales, digamos intermedios, que son semiduras, y existen varias a diferentes profundidades. En función del tipo de estructura es el nivel que la gente de mecánica de suelos determina que se puedan meter los pilotes y a qué profundidad. “En el caso de este edificio se decidió no poner los pilotes hasta la capa profunda, que son 60 metros, porque al encontrarse en una zona de lago el estadio tiene que irse hundiendo con el terreno, y de manera uniforme. De lo contrario, sucederá como el Ángel de la Independencia, donde la estatua se empieza quedar arriba”, expone Andonegui. El director responsable de la obra, el ingeniero Alfredo Athié, dice que para la construcción del estadio recurrieron a una empresa especializada en estudios de mecánica de suelos de renombre: Carlos Gutiérrez Sarmiento (CGS Geotecnia y Cimentaciones). “Ellos son especialistas, ellos tuvieron las descargas, el peso que va bajando al subsuelo por cada una de las columnas. Nos recomendaron hacer una cimentación para cumplir con el reglamento que considera los asentamientos, las capacidades de carga y todo lo que conlleva.  Este inmueble, agrega Andonegui, no puede quedarse arriba uno, dos metros o más, y se va a comportar y a hundir todo regular, porque para empezar todos los pilotes están en la misma profundidad. En segundo lugar, la estructura fue diseñada para tener un peso y una repartición uniforme. De tal forma que todo el edificio se va a comportar de una misma manera. Esto es ingeniería. –¿Fue un riesgo construir el estadio en un terreno inestable por el que antes pasaba un río? –Nunca. Si usted contrata a especialistas que saben de la materia puede construir lo que quiera en la zona donde considere. La única diferencia será el costo. Si este estadio nos costó mil millones, por ponerle un ejemplo, a lo mejor si lo muevo a otro lado me va a costar 800 millones, para eso es el reglamento. Para eso hay que entender qué es lo que hay que hacer y en qué zona, donde varían muchos elementos por eventos sísmicos, vientos, carga viva, el grupo de la estructura –responde Athié. Para el director general del estadio Alfredo Harp Helú, José Ortiz, “toda la información que tenemos está sustentada en estudios serios y formales realizados por expertos”. Pero la empresa de Harp Helú no exhibió los documentos que respalden los estudios y trámites aprobados por las autoridades para la puesta en marcha de la construcción del estadio.  Tampoco entregó una resolución de un juez de distrito que supuestamente le otorgaba la razón al Centro Deportivo Alfredo Harp Helú para prescindir de los servicios de Dünn.  Por su parte, el presidente ejecutivo de Diablos Rojos, Othón Díaz, se comprometió a entregar la documentación respectiva. No ocurrió así. Sin embargo, en una comunicación que ofreció a este semanario expuso que en la construcción del inmueble “adicionalmente se contó con la participación de un Director Responsable de Obra (DRO), así como de corresponsables en seguridad estructural, en diseño urbano y arquitectónico y de instalaciones, entre otros”. Los documentos que dio Othón Díaz contienen un análisis de la firma AD TEC, contratada por Harp Helú como responsable de obra, sobre los asentamientos diferenciales, las fisuras en el firme de concreto –expuestos con anterioridad por ingenieros encargados de la obra– y los trabajos de soldadura. En el primero de los casos refiere sobre la plataforma temporal que se construyó en su momento en el área de juego para la circulación de las grúas en las maniobras de montaje de los módulos de la cubierta y que cuenta con más de 180 pilotes a 60 metros de profundidad. Dicha plataforma, agrega, constituyó una estructura independiente al estadio y fue demolida una vez retiradas las grúas y terminado el montaje de la estructura. “En tales circunstancias no se ha producido a la fecha, ni debería producirse en opinión de los diseñadores, ningún tipo de hundimiento diferencial”.  Respecto del firme del concreto, reitera que no constituye un elemento estructural de la obra: “(…) Esta capa superior, al constituir un acabado, puede ser eliminada y cambiada las veces que sea necesario sin que cause algún riesgo estructural”. Y aquí su versión sobre los trabajos de soldadura en la fachada principal: “Se están realizando actividades de preparación de conexión para la colocación de la membrana PTFE en la parte inferior de la estructura. Y se continúan realizando ajustes relacionados con trabajos de pintura y de instalaciones. Con base en lo anterior, los diseñadores estructurales opinan que el comportamiento estructural del inmueble, luego del sismo ocurrido en días pasados (aunque menor), así como la inauguración, es satisfactorio tal y como se esperaba por ellos mismos y por nosotros”. Error oficial  El litigio sigue abierto y sólo Dünn Arquitectura Ligera se dice dispuesta “a que se conozca la verdad”. Eso es lo que hace la diferencia entre ambas instancias. En entrevista con Proceso, el abogado de Dünn, Luis Villaseñor, asegura que en realidad la empresa que él defiende dejó lista las bases para colocar la segunda membrana. Incluso “tenemos la segunda membrana que no hemos colocado porque es parte del litigio”. El litigante aclara que la firma de arquitectura fue la que presentó la demanda en primera instancia, en enero pasado, y que la empresa de Harp Helú presentó una contrademanda en los primeros días de marzo. “La realidad sobre este proyecto es que se elevaron muchísimo los costos sobre lo inicialmente presupuestado. El diseño original fue modificado sustancialmente. A nosotros nos contrataron por una cantidad de dinero sin un proyecto definido. Ese es el problema de esta construcción. Nos contratan con base a un estimado de las toneladas de estructuras, y a medida que nos empiezan a pedir cambios, los costos se incrementaron al ciento por ciento. No es que nos hayamos ido más arriba de lo que estaba contratado, pero ellos nos solicitaron cambios al contrato y trabajos extra”, dice Villaseñor. –¿Cuál fue la razón de tantos cambios al proyecto? –Por la urgencia de iniciar lo antes posible el proyecto y una mala coordinación de la obra. Es lo que consideramos que pasó. El origen del problema es por mal diseño y por no tener listo un proyecto que inició antes de que estuviera terminado.  “El diseño de la estructura tenía muchísimas complicaciones. Esto es importante: fabricamos conforme a los planos y a la información que nos iban proporcionando. La estructura debe de tener unos cálculos matemáticos de que va a soportar las cargas a las que será sometida. Confiamos en la persona que hizo esos cálculos. Pero en el momento que la estructura empezó a trabajar comenzaron a aparecer problemas que no se habían considerado en el diseño original. “Nosotros sí detectamos que se estaban presentando asentamientos en la estructura que no eran uniformes”, alerta el abogado. “Sí aparecieron algunas fallas que habrá que ver cuál es su origen...”. El 2 de diciembre de 2014 con el decisivo impulso del entonces jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, y del director del Instituto del Deporte de la Ciudad de México, Horacio de la Vega, se anunció la construcción del estadio sobre un predio de siete hectáreas de la Ciudad Deportiva.  El costo de la inversión –se dijo– era de 60 millones de dólares, equivalente a 800 millones de pesos. La obra estaba calculada para su inauguración en marzo de 2017, pero dos años se retrasó la apertura. El estadio fue edificado con un costo superior a los 3 mil 500 millones de pesos. El jueves 2, la sucesora de Mancera, Claudia Sheinbaum, calificó como un “error” de la administración pasada la construcción del inmueble en terrenos de la Ciudad Deportiva de la Magdalena Mixhuca, aunque ella misma acompañó a López Obrador a su inauguración.  “Me parece un error que el estadio de Diablos se haya construido en la Ciudad Deportiva. Podría haberse construido en muchos lugares, ¿Por qué?, porque era un espacio público”, dijo en conferencia de prensa.   Este reportaje se publicó el 5 de mayo de 2019 en la edición 2218 de la revista Proceso

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