Florece en Italia la trata de africanas

sábado, 25 de mayo de 2019 · 09:57
Tienen muchos nombres porque los necesitan para sus clientes. Son las nigerianas que mediante rituales de magia negra son amedrentadas para esclavizarlas y llevarlas a Europa a ejercer la prostitución. Desde hace dos años la Organización Internacional para las Migraciones lanzó una alerta, porque la trata de nigerianas ya alcanzó el nivel de crisis en Italia. Y los grupos criminales implicados, lejos de ser frenados, han extendido sus operaciones en todo el país y amenazan con convertir el fenómeno en un cáncer mundial. MONTESILVANO, Italia (Proceso).- A orillas del mar Adriático, Ngozi aguanta las lágrimas mientras conversa detrás de un matorral con dos voluntarias católicas que intentan aliviar sus penas con un vaso de té, galletas y un rosario de colores. Es una noche en los inicios de la primavera y aún hace frío en la calle. Las dos mujeres tientan a la nigeriana con ofrecerle un nuevo hogar en una casa protegida para las víctimas de trata. Pero Ngozi dice que no puede y rápidamente esconde en el bolsillo de su abrigo una mano a la que le falta la mitad de las falanges. “M’ija, no tengo otra opción...”, afirma sin terminar la frase al tender los dedos sanos hacia el vaso de plástico blanco que contiene la infusión. “Si pudiera, si pudiera…”, añade la mujer cuyo nombre es ficticio por motivos de seguridad, como todos los de las víctimas citadas en este texto. Casi no se oye nada alrededor, sólo algún automóvil que pasa y las olas del mar que se revuelven a pocos metros del paseo turístico del pueblo de Montesilvano, en las afueras de Pescara (centro de Italia), localidad que en los ochenta saltó en algún momento a las crónicas internacionales por las supuestas apariciones de una virgen. Sin embargo, en un pueblo como éste Ngozi vende –forzada– su joven amor a precios económicos. Ella y tantas más. Mujeres jóvenes, la gran mayoría de Nigeria, se prostituyen al aire libre ofreciendo los precios más baratos del “mercado”, víctimas de traficantes que integran redes internacionales con ramificaciones en Europa y África, según informes oficiales y organizaciones no gubernamentales. Es un fenómeno que empezó a detonar la alerta hace dos años, cuando la Organización Internacional para las Migraciones reveló por primera vez que la situación de las nigerianas explotadas en Italia ya había alcanzado un nivel “de crisis”. Medio desnudas bajo cero Italia es su primer destino en Europa. Este país aglutina a casi la mitad de los casos de las nigerianas víctimas de trata registrados en la Unión Europea, de acuerdo con el segundo informe del Eurostat –la agencia estadística europea– sobre la trata. En total se reportaron mil 12 casos en 2018. Aunque los trabajadores humanitarios que operan en la primera línea, atendiendo a las jóvenes explotadas, dicen que los estudios y los datos oficiales sólo logran detectar una parte de la situación. “Sólo le digo que el año pasado contactamos a unas 10 mil jóvenes en la calle”, dice Martina Taricco, psicóloga y voluntaria de la asociación católica Giovanni XXIII, una organización no gubernamental que lucha contra el tráfico de personas en Italia. “El fenómeno de la trata está en constante evolución y varía de ciudad en ciudad. Por ejemplo, en Turín las hacen salir medio desnudas incluso durante el invierno, con varios grados bajo cero. Mientras las que tienen más ‘éxito’ son enviadas a ciudades más grandes. Es un negocio bien estudiado”, añade. Taricco explica otro asunto relacionado con la deuda que adquieren las chicas que son llevadas a Europa: “Bajaron los montos que les deben a los traficantes. Hace diez años las mafias les exigían hasta 80 mil euros por el viaje a Italia. Ahora una deuda promedio está entre los 20 mil y 40 mil euros. Probablemente se debe a la crisis económica”. Destaca que en otros casos “las maman (traficantes que gestionan directamente la relación con las jóvenes) les dicen que deben seguir pagando durante un tiempo indefinido. Lo único que no ha cambiado es que todas están esclavizadas sexualmente en el nivel más bajo de la prostitución: la calle”. Por 10 euros Ngozi baja la mirada y responde con monosílabos o trozos de palabras a las preguntas de las voluntarias. A ratos ni eso. Se ríe nerviosamente. “¿Por qué estás aquí? Ven con nosotras”, le dicen. Las otras chicas no tienen nombres. O peor aún, tienen muchos. Uno distinto por cada vez que hizo falta cambiar de vida, cuando la anterior ya se había cebado demasiado sobre ellas. “¿Cómo te llamas hoy?”, ironizan las voluntarias. “¿Quieres decirme tu nombre real para que recemos juntas?”, les insisten. Toyin camina tan rápido en la arboleda que en la oscuridad de la noche parece una sombra de sí misma. Se ríe y dice frases sin sentido. No debe tener más de 25 años y afirma haber llegado a Italia tras jugarse la vida en ese infierno de guerra y vejaciones para migrantes llamado Libia. “¿Qué te hicieron en Libia?”, se le pregunta. “¡Zaz! ¡Zaz! Eso me hacían”, grita de repente imitando el ruido de un látigo. “Lo único que quiero es no volver allí nunca más”, dice mientras un hombre de tez oscura pasa furtivamente detrás de ella. “¿Te han violado?”, sigue el interrogatorio, pero Toyin no responde; sólo menciona que está ahí porque quiere, que ya nadie la controla. Sin embargo, las voluntarias no creen que eso sea verdad. La historia de Yetunde es distinta. Ella tuvo la suerte de llegar en avión a Italia. Cuenta que incluso tuvo un trabajo como cuidadora de ancianos. Esta mujer trabajó en Palermo y en Florencia, donde ganaba unos 850 euros al mes. Pero la maltrataban y por eso decidió dejar ese empleo y desde hace dos semanas se prostituye en la calle. “Si encontrase otra cosa para sobrevivir, lo dejaría”, asegura. De acuerdo con los testimonios de las jóvenes rescatadas, las redes criminales que trafican con las nigerianas han seguido modelos similares de sometimiento y manipulación en toda Europa. El lugar de inicio de la travesía es, en la mayoría de los casos, el estado de Edo, en el sur de Nigeria, algo que causa sospechas en algunos observadores. “¿Por qué tantas provienen de la zona de Benin City, un territorio con una presencia significativa de cristianos pentecostales?”, cuestiona la monja Gabriella Bottani. Ahí es donde los traficantes, primero, se valen de las supersticiones de magia negra para amedrentar a sus víctimas. Luego los rituales se repiten una vez que las jóvenes llegan a Europa, lo cual se completa con la deuda contraída y las amenazas contra la familia que la muchacha tiene en Nigeria. Por eso, tras llegar a Italia, muchas jóvenes son puestas bajo los cuidados de una maman, que en muchos casos son mujeres de su misma nacionalidad y, con toda probabilidad, antes de ser verdugos fueron víctimas. “Los captores ejercitan sobre ellas un poder increíble. Las violencias físicas y mentales duran años”, añade Bottani, coordinadora internacional de Thalita Kum, una red con presencia en 77 países y de los que son parte unas dos mil monjas de decenas de congregaciones distintas que luchan contra la trata. Otro de los fenómenos observados es que, al haber aumentado el número de nigerianas que son obligadas a prostituirse, han bajado los precios de sus prestaciones sexuales. “Las nigerianas son las más baratas. A diferencia de otras, trabajan sólo en la calle y venden sus cuerpos también por 10 o 20 euros”, subraya la activista Taricco. En esta circunstancia, en los últimos años la policía italiana puso el foco sobre el fenómeno. Los primeros dos grandes operativos fueron en 2016 y se llamaron, respectivamente, “Baba-Loa” y “Ju-ju”. De acuerdo con la información divulgada, las redes de este negocio criminal tenían contactos en Nigeria, Libia y varias regiones del norte de Italia; obligaban a las mujeres a prostituirse bajo la amenaza de ritos vudú y por haber contraído deudas por la travesía “gratuita” por el Mediterráneo para llegar a Italia. Cáncer internacional Uno de los más recientes operativos se realizó a comienzos de abril con un saldo de 13 nigerianos detenidos, presuntos integrantes de una organización criminal llamada Eiye que operaba en Sicilia. Eiye, sin embargo, es sólo uno de los cuatro grupos nigerianos que operan en Italia. Los otros son identificados como Black Axe, Viking y Mefite y todos estarían reagrupados en una organización conocida como Cult, según los investigadores italianos. Las autoridades locales destacan que la mafia nigeriana es la única de origen africano que se encuentra en una fuerte expansión mundial, principalmente en Europa y Libia, país éste donde opera a sus anchas desde el derrocamiento y asesinato de Muamar Gadafi, en 2011. De acuerdo con el FBI, la mafia nigeriana es uno de los grupos criminales más agresivos y expansionistas con ramificaciones en más de 80 países. A decir del fiscal de Palermo, Leonardo Agueci, también existen indicios de que la Cosa Nostra, que tradicionalmente opera en Sicilia, tiene alianzas con el grupo criminal africano para hacerse del mercado de la explotación sexual, del cual hasta ahora se abstuvo por viejos códigos mafiosos. “La relación es, en todo caso, de subordinación. Es decir, los viejos (Cosa Nostra) controlan a los nuevos (los nigerianos)”, agrega Agueci. De acuerdo con las investigaciones, los beneficios derivados de la prostitución son reinvertidos en negocios más rentables, como el tráfico de drogas. Un reflejo está en el número de detenidos nigerianos que aumentó de 679 a mil 604 de 2007 hasta marzo de 2019. En julio de 2003 una comisión parlamentaria de Roma describió a los grupos nigerianos como “los más peligrosos del tráfico de estupefacientes y de la prostitución”. Dos años después la misma comisión los identificó como un colectivo “tan evolucionado que puede interactuar ‘entre iguales’ con las organizaciones locales”. Para 2012 se les vio como una “red criminal ligada a lobbies y a grupos de calado étnico-religioso, así como a centros de poder transversal”. De acuerdo con ese mismo análisis, en 15 años los criminales nigerianos pasaron de operar en la región de Campania y en la zona norte de Italia a tener influencia en todo el país. “Históricamente la presencia de las comunidades nigerianas en Italia empieza en los ochenta, especialmente en Piamonte, Lombardía, Véneto y Emilia-Romaña”, se lee en el informe de 2018 de la Dirección de Investigación Antimafia de Italia. La primera detención de un nigeriano narcotraficante en Italia ocurrió en 1987. Luego la acción de estos grupos se amplió a partir de los noventa hacia el centro y sur”, añade el informe de los agentes antimafia italianos. Este reportaje se publicó el 19 de mayo de 2019 en la edición 2220 de la revista Proceso

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