"Sepulturas" para los hombres de guerra

viernes, 7 de junio de 2019 · 11:41
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Robert, nacido en Tijuana y con anhelos del sueño americano, se convierte en un veterano de la guerra de Vietnam destruido tanto física como interiormente. En una confusión que va en aumento, rumia su suerte y sus recuerdos. Sepulturas, de Hugo Alfredo Hinojosa, dirigida por Emma Dib y protagonizada por Arturo Ríos, Bárbara Eibenschutz y Rodolfo Arias, es una obra que nos adentra en la oscuridad del ser humano después de una experiencia de guerra: la pérdida de sentido y de una ética que guíe el camino, prevalecen junto con el instinto de sobrevivencia y el rencor ante lo vivido. Robert se ha quedado solo y es el responsable. Sufrir y enfurecer es lo que le queda ante el abuso que otros ejercen sobre él, ahora que está viejo. El doctor y la enfermera lo cuidan y exacerban los nervios de este hombre que fue autoritario y déspota y que ahora, consciente de sus incapacidades, se encuentra completamente desprotegido. La dramaturgia de Sepulturas es compleja. Entrelaza diversos niveles de apreciación y de construcción de metáforas. Las realidades mentales son realidades paralelas en este espacio claustrofóbico. Robert vive su cuerpo maloliente en una casa de retiro a la cual se internó por voluntad propia, y se relaciona con las presencias que trae del pasado y revivifica en el presente bajo otros códigos. Estas realidades también cabría interpretarlas como una creación de los mismos personajes que lo torturan, donde la doctora juega a ser su esposa y el doctor a ser su amigo. Bárbara Eibenschutz y Rodolfo Arias interpretan sólidamente a estos dos personajes con un corazón de piedra. Profundizan y alternan personalidades y, desde la mesura, dan vida a seres con dobles intenciones, hipócritas y materialistas, metáfora de nuestra podredumbre social. De igual manera podríamos imaginar que son dos personajes distintos interpretados por el mismo actor y actriz, como una convención metateatral. A través del personaje de La Vida, entramos y salimos del poema “Tierra luna” de Mario Benedetti, interpretado y cantado por Muriel Ricard, la cual también interpreta a Charlie, ícono de los vietnamitas, quien se le presenta a este militar como una imagen recurrente. Arturo Ríos (que alterna con Humberto Solórzano) se convierte majestuosamente en un excapitán atormentado y comparte su desasosiego desde las entrañas. Es visible su revuelta interior, el dolor que lo arrastra y sus intentos de sacar la cabeza de ese caos mental para sentirse fuerte como cuando estaba en la guerra. En el espacio escénico, diseñado por Arelly Blas y Francisco Álvarez, se concretizan dos planos de realidad donde todo sucede en el interior de un avión de guerra y, al mismo tiempo, sabemos que el personaje se encuentra en la casa de retiro y en los espacios donde convive con personajes de sus recuerdos. Omar Guzmán colabora con su música original y su interpretación para transmitir estados anímicos, y Tolita y María Figueroa son las responsables del diseño de arte. La dirección de Ema Dibb crea atmósferas poderosas y sentimientos entrecruzados, como si los personajes fueran poliédricos y vivieran en el presente perpetuo que es el teatro. Fluye la obra con transiciones bien resueltas y el manejo de los planos interpretativos, dan volumen y solidez a este universo humano en proceso de descomposición. Sepulturas –que en el 2012 obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia del INBA– se presenta en el Teatro Santa Catarina, producida por Teatro UNAM, Fonca, Calipso Producciones y la participación principal de Efiartes.

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