En Guatemala, una foto compromete una mina ruso-suiza

Un grupo de pescadores de una comunidad indi?gena en Guatemala exigio? conocer el impacto ambiental de una mina de ferroni?quel implantada en sus tierras ancestrales. Uno de ellos fue asesinado, y un periodista local fue criminalizado por cubrir la historia. Forbidden Stories, un consorcio internacional de 40 periodistas que publican en 30 medios de comunicacio?n, unio? fuerzas para continuar el trabajo del reportero. Este arti?culo forma parte de la serie “Green Blood”, un proyecto que sigue indagando las historias de periodistas amenazados, encarcelados o asesinados mientras investigaban temas medioambientales. Si no fuera por un periodista que tomo? fotos ese di?a, algunos podri?an decir que no esta? claro co?mo ocurrieron los u?ltimos momentos de Carlos Maaz. Habi?a una nube de gas lacrimo?geno, el caos de una protesta improvisada, el eco de balas y rocas volando entre la multitud. En una fotografi?a, sin embargo, se le ve parado, en medio de la calle, entre los manifestantes, con las manos en los costados, sin arma. Un minuto despue?s, el cuerpo del pescador yace sobre el pavimento y un polici?a, echado atra?s en la parte trasera de una camioneta pickup, con la pistola en la mano, apunta hacia la ca?mara. Las imponentes montan?as verdes de la Sierra de Santa Cruz permanecen impasibles en el fondo, testigas de un asesinato cometido por un hombre en uniforme. La serie de fotografi?as, durante mucho tiempo la u?nica prueba concreta de lo que sucedio? ese di?a. Segu?n su esposa, Maaz fue abandonado durante medio di?a antes de que los aldeanos, conscientes de que las autoridades no iban a mover el cuerpo, lo recogieran y lo enterraran. Carlos Maaz era miembro de la comunidad Maya, Q’eqchi, de Guatemala, un grupo indi?gena con un apego especial a la tierra. Era un pescador artesanal, preocupado por la sospecha de contaminacio?n del lago que era su medio de vida. Tambie?n era padre y esposo. “E?l nos proveyo? y nos cuido?”, dice su viuda Cristina Maaz Pop. “Cuando fue asesinado, ni siquiera pense? en ser feliz. Desde ese di?a ya no me siento segura en ningu?n lugar. Y ahora no hay quie?n me ayude”. La sociedad que esta? en la rai?z de las preocupaciones de los pescadores es Solway, un grupo con dirección rusa, con sede en Suiza y una sociedad de cartera en Malta. Se instalo? en 2011 en El Estor, un municipio remoto oculto en medio de montan?as y colinas, para tomar el control de una mina de ferroni?quel llamada Fenix Project, que vende el precioso mineral a diversas industrias, como la construccio?n o la electro?nica. [caption id="attachment_588951" align="alignright" width="702"]La mina Fenix Project en El Estor, Guatemala. Foto: Jerson Xitumul La mina Fenix Project en El Estor, Guatemala. Foto: Jerson Xitumul[/caption] Impunidad policial Durante la conferencia de prensa posterior a la protesta, la polici?a nego? que alguien haya muerto. Era simplemente una mentira, segu?n Carlos Choc, periodista de la pa?gina web de noticias mayas Prensa Comunitaria, quien tomo? la foto del cuerpo sin vida de Maaz. El perio?dico digital de la comunidad acababa de iniciar un proyecto, de un an?o de duracio?n, que iba a cubrir el impacto social y ambiental de la mina. El proyecto quedo? detenido ese di?a. La investigacio?n criminal sobre la muerte de Maaz estaba paralizada, mientras que las autoridades llegaron incluso a abrir una causa penal contra Carlos Choc. Forbidden Stories, un consorcio de 40 periodistas que publican en 30 medios de comunicacio?n en el mundo, incluyendo Prensa Comunitaria, han retomado el trabajo de Choc. Despue?s de una investigacio?n de ocho meses, descubrimos que tanto las autoridades guatemaltecas como la compan?i?a han mentido de forma repetida sobre lo que le sucedio? a Maaz, asi? como sobre el impacto ambiental de la mina. Tambie?n descubrimos que los reporteros que investigan estos hechos han sido criminalizados erro?neamente por hacer su trabajo. Y que las comunidades Maya Q’eqchi que viven en El Estor tienen razo?n al preocuparse por su tierra y salud.   Una mancha roja “misteriosa” El di?a que murio?, Carlos Maaz, participaba a una protesta con un grupo de pescadores. La causa de su preocupacio?n: una mancha roja que aparecio? en marzo de 2017 en el lago Izabal, el lago ma?s grande de Guatemala, y que atribuyeron a la mina de ferroni?quel. Pidieron un estudio ambiental. Un mes despue?s, el gobierno tomo? muestras de agua y concluyo? que la maleza acua?tica era la culpable de la coloracio?n del lago. Aquella era causada por la Hydrilla, una planta acua?tica invasiva, dijo Alfonso Alonzo, el ministro del Medio Ambiente, “que es roja, la mancha roja es parte del ecosistema del lago. Esa Hydrilla crecio? gracias al agua contaminada por bacterias, por causa de la falta de plantas de tratamiento de aguas residuales en el ri?o Polochic”. Sin embargo, los expertos que consultamos llegan a una conclusio?n diferente. Segu?n el bio?logo brasilen?o especializado en contaminacio?n del agua, Lucas Barreto Correa, “todos los resultados de los ana?lisis existentes muestran una clara evidencia de los elementos caracteri?sticos de las actividades mineras. Hay inconsistencias en las declaraciones oficiales, y se necesita una informacio?n gubernamental ma?s consolidada con respecto a la contaminacio?n presente en el lago”. [caption id="attachment_588941" align="alignright" width="702"]Un pescador en el lago Izabal, en El Estor, Guatemala. Foto: Alfredo Maquin Un pescador en el lago Izabal, en El Estor, Guatemala. Foto: Alfredo Maquin[/caption] Niegan daños ambientales Durante una visita a la mina realizada por los reporteros de Forbidden Stories, la Compan?i?a Guatemalteca de Ni?quel (CGN), que opera en la mina, nego? catego?ricamente cualquier dan?o al medio ambiente. “No dan?a al lago porque, de hecho, tanto Pronico [la planta de procesamiento de metales] como CGN tienen programas de monitoreo ambiental”, dijo Carlos Ferna?ndez, director de una reserva natural administrada por la mina. “Tenemos certificaciones [de la Organizacio?n Internacional de Normalizacio?n], y estamos comprometidos con los estudios de impacto ambiental autorizados por el Ministerio de Medio Ambiente y el Ministerio de Energi?a y Minas, y esos compromisos son una gran responsabilidad que cumplimos como empresa”. La empresa matriz Solway dijo que los niveles de contaminacio?n no habi?an cambiado desde que la planta comenzo? a operar. Los pescadores no lo creyeron y afirmaron que la sospecha de contaminacio?n les estaba afectando significativamente. “No podremos vivir de los peces si continu?an contaminando nuestra agua”, dijo Alfredo Maquin, uno de los pescadores. “¿De que? vamos a vivir, que? les daremos a nuestros hijos? ¿Do?nde vamos a trabajar?” Finalmente, el Ministerio de Medio Ambiente anuncio? en una nota sumamente corta que se celebrari?a una reunio?n a 60 kilo?metros de distancia del pueblo para abordar las inquietudes de los pescadores segu?n el padre Ernesto Rueda Moreno, sacerdote que ejerci?a como contacto local para las autoridades. Sin embargo, habi?a rumores de que se inciaban procedimientos penales contra ellos por bloquear el paso de los camiones desde la mina unas semanas antes. “Los pescadores temi?an ser arrestados”, recuerda el padre Ernesto.   David y Goliath Cuando se reunieron al amanecer del 27 de mayo de 2017, se dieron cuenta que las autoridades guatemaltecas los habi?an abandonado. La respuesta de los pescadores fue organizar un bloqueo. No era el primero que armaban. Por su parte, la polici?a ya estaba de camino. Cuando los pescadores comenzaron a tirar piedras, los polici?as respondieron con balas. Una hora y media despue?s, Maaz yaci?a sangrando y muerto en el suelo, herido en el pecho por un polici?a. Dos an?os y un informe de bali?stica ma?s tarde, el ministro de Medio Ambiente todavi?a niega que una persona haya muerto. Cuando periodistas de Expresso (Portugal) y Le Monde (Francia) lo enfrentaron en su oficina de la ciudad de Guatemala, e?l continuo? da?ndole vueltas a un tecnicismo: “No se hizo ninguna investigacio?n, no se pudo hacer ninguna investigacio?n, ningu?n fiscal ni nadie del estado oficialmente estuvo ahi? para verificar si esa persona habi?a muerto”, dijo. Por ende, nadie ha sido responsabilizado por el asesinato de Carlos Maaz. En cambio, han sido criminalizados tanto los pescadores como los periodistas. Las o?rdenes de detencio?n emitidas en agosto de 2017 acusaron a siete de ellos de “amenazas”, “incitacio?n a cometer delitos” y “asociacio?n ili?cita”. Los pescadores fueron inicialmente procesados por una manifestacio?n anterior durante la cual bloquearon una carretera en El Estor y acusados por detener en su coche a empleados de la mina. Choc y su colega Jerson Xitumul solo fueron mencionados en los expedientes judiciales posteriormente. “Creemos que los hechos presentados por la compan?i?a como acusacio?n no fueron suficientes para justificar una orden de arresto”, dijo el abogado de Choc. “De lo que hemos analizado en el expediente, hemos visto que se basa en identificaciones hechas por el abogado de la empresa que no estaba presente en el momento de los hechos”. Segu?n Jose? Felipe Baquiax, un juez que preside la sala de lo criminal del Tribunal de Guatemala, los tipos de cargos presentados contra los pescadores y los periodistas suelen ser los que se usan contra el crimen organizado, no contra los manifestantes. “La libertad de expresio?n esta? reconocida en la Constitucio?n, por lo que esto no constituye un delito”, subrayo? Baquiax. “Debo decirle que no he visto aqui?, desde que empece? como juez hasta ahora que soy magistrado, a nadie condenado por haber participado en una manifestacio?n”. Para los dos reporteros de Prensa Comunitaria, estos cargos significaban la amenaza de arresto. Jerson Xitumul paso? un mes en una de las ca?rceles ma?s peligrosas del pai?s antes de que se le permitiera regresar a casa bajo arresto domiciliario. En julio de 2018 se retiraron todos los cargos contra e?l, pero decidio? abandonar el periodismo. Cuando Carlos Choc vio lo que le habi?a pasado a su colega, decidio? esconderse. “Teni?a que vivir clandestinamente”, recuerda. “Todo mi corazo?n esta? en mi ciudad, mi pasio?n por mi trabajo periodi?stico esta? en El Estor, pero hubo momentos en los que me desespere?”. Durante ese tiempo, Choc se separo? de sus hijos y tuvo que vender la mayor parte de sus posesiones al no poder trabajar. Choc comenzo? a trabajar en el mundo del periodismo hace 12 an?os y se unio? a Prensa Comunitaria en diciembre de 2016. Prensa Comunitaria es la pa?gina web de noticias mayas en Guatemala cuyo objetivo es “documentar la voz de la comunidad y sus diferentes luchas”. Choc describe su trabajo simplemente como “decir la verdad”. Su pasio?n por el periodismo se remonta a su adolescencia. “Cuando teni?a 15 an?os, recuerdo que a mi padre realmente le gustaba escuchar fu?tbol”, recuerda sonriendo. “Recuerdo que cuando e?l poni?a la radio, a veces me gustaba narrar el juego. Ahi? es donde nacio? mi trabajo como periodista. Luego, fui conociendo un poco ma?s y tambie?n descubri? la necesidad que existe en nuestras ciudades y en nuestro pueblo de poder informar de la realidad de las cosas”. Las tensiones entre las comunidades maya Q’eqchi, las autoridades y la mina han ido aumentando durante de?cadas. En El Estor, la operacio?n minera de ferroni?quel ha significado una reduccio?n del gigantesco pulmo?n verde que era el bosque. Desde el cielo, ahora se puede ver una mancha de color naranja alli? donde estaban los a?rboles: edificios y tuberi?as cubiertas de polvo de mineral. En 2007 y 2009, las expropiaciones originales, necesarias para el establecimiento de la mina, provocaron acusaciones de violaciones y asesinatos por parte de la polici?a y las fuerzas de seguridad de la mina. En ese entonces, la mina era propiedad de una compan?i?a canadiense, Skye Ressources, antes de que la compraran otros canadienses, la compan?i?a, Hudbay, quienes finalmente la vendieron a Solway.   Empleados arriesgan sus vidas En El Estor, los rusos reemplazaron a los canadienses en 2011, pero la compan?i?a operadora sigue siendo la Compan?i?a Guatemalteca de Ni?quel. La seguridad industrial de la empresa ha sido cuestionada repetidamente. En 2016, la explosio?n de una caldera mato? a cinco trabajadores. “Muchos de nosotros les advertimos que esta caldera era peligrosa y lo ignoraron”, explicaba Manuel Ramos Ochoa, exempleado. “Esta?n interesados en producir, producir, producir... ¡No les importa la vida de nadie!” La viuda de uno de los trabajadores muertos en el accidente cuenta una historia similar. Ella desea permanecer en el anonimato por temor a que, al hablar, la compan?i?a pueda quitarle la compensacio?n financiera que recibe como resultado de la muerte de su esposo. “Cuando e?l murio?, siguieron trabajando”, dice. Su esposo habi?a advertido varias veces sobre los problemas con la caldera hasta el di?a fatal de la explosio?n. “Su jefe dijo que no importaba, que siguiera trabajando, que nada iba a suceder. Incluso dijo que habi?a ma?s muertos [en Rusia] y que eso no era nada, que estaban acostumbrados a perder personas”. En una declaración, el presidente del Consejo de Solway, Dan Bronstein, confirmó que en la mañana del 13 de agosto de 2016, el día que explotó la caldera, ocurrieron problemas en un almacén temporal de desperdicio, una unidad auxiliar de la caldera. “El personal de la planta térmica detectó que el muro de la tolva se había descompuesto”, dijo. Pero “de acuerdo a la documentación del diseño de una caldera de este tipo, este tipo de desviación no requiere detener el trabajo”, señaló sobre la decisión de no apagarla. Agregó que la compañía está reemplazando la caldera dañada con otra de un fabricante diferente y que otra caldera, idéntica a la que explotó ha sido apagada. Expertos contratados por la compañía operadora y una investigación gubernamental fueron incapaces de establecer la causa de la explosión, aseguró. [caption id="attachment_588944" align="alignright" width="702"]Humo rojo sale de la mina de ferroni?quel Fenix Project. Foto: Jerson Xitumul Humo rojo sale de la mina de ferroni?quel Fenix Project. Foto: Jerson Xitumul[/caption] Contaminan de noche Fuera de la mina, las preocupaciones sobre su impacto ambiental esta?n creciendo. Si bien no hay pruebas definitivas de que las operaciones mineras hayan causado problemas a los pescadores y a las personas, existen pruebas de un dan?o ambiental creciente. Los aldeanos reportaron haber visto humo rojo saliendo de la mina de noche. “Por la noche, quitan los filtros, cuando esta?n procesando sus productos”, dijo Ochoa. “Piensan que la gente no lo ve, y al final, nadie dice nada al respecto”. Un portavoz de la mina nego? que su planta de procesamiento emitiera vapores rojos por la noche, a pesar de la evidencia fotogra?fica de lo contrario. Forbidden Stories probo? la calidad del aire durante un mes con un sensor ambiental. Los resultados muestran picos de concentraciones de parti?culas finas seis veces ma?s altas que las recomendaciones de la Organizacio?n Mundial de la Salud. “Estos son los niveles que se pueden medir en China durante los principales episodios de contaminacio?n”, dijo el cienti?fico atmosfe?rico Boris Quennehen. En un comunicado, Solway dijo que “las concentraciones excesivas de [parti?culas finas] en las comunidades esta?n asociadas con fuentes de polvo no relacionadas con las plantas: polvo de la carretera, incineracio?n de residuos en los campos y madera utilizada para cocinar”. “Estamos preocupados porque eso tiene un impacto a largo plazo”, dice Anibal Coti, director de un centro me?dico en El Estor. “Hay personas que ingresan con problemas bronquiales, problemas de asma, bronquitis, neumoni?a”.   Confrontan a ministro Durante una visita a la mina en abril, los reporteros de Le Monde y Expresso enfrentaron a Maynor Alvarez, gerente de asuntos comunitarios de la CGN. E?l simplemente les respondio?: “El monitoreo se lleva a cabo, no solo para el agua: para el agua, el polvo y el ruido. Y el monitoreo se lleva a cabo perio?dicamente de acuerdo con lo que la ley ordena. Tenemos fe, yo como Pronico, yo como autoridad, yo como comunidad, tenemos fe en estos monitoreos”. En cuanto al gobierno, los aldeanos sienten que se han ignorado en gran medida sus preocupaciones. “Los gobiernos nunca piensan realmente en los pueblos indi?genas”, explica Cristo?bal Pop, el li?der de la asociacio?n de pescadores. “Lo que les importa son solo los intereses, do?nde hacer dinero con las empresas, que les puede dar buenas ganancias, independientemente de la vida de la gente, del campesino, de los indi?genas”. Despue?s de pasar un an?o y medio escondido, el periodista Carlos Choc finalmente pudo ver a un juez en enero y logro? evitar la prisio?n preventiva. Ahora esta? esperando una audiencia sobre su caso. “Nunca pense?, durante los 12 an?os que trabaje? como periodista, que algu?n di?a pasari?a por esto debido a mi trabajo”, dijo. “Se? que las falsas acusaciones van a terminar. Y cuando todo esto termine, no quiero llorar”.

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