El guionismo, con Garciadiego, en la cumbre del Ariel

lunes, 24 de junio de 2019 · 11:13
Este lunes 24 la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas premiará con el Ariel de Oro a Paz Alicia Garciadiego y Héctor Bonilla, dos figuras de nuestro cine, en la Cineteca Nacional. Proceso entrevistó a Garciadiego, primera guionista cinematográfica que obtiene esta presea. CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- La escritora de cine Paz Alicia Garciadiego recibirá el Ariel de Oro 2019, “un acicate para seguir trabajando”, manifiesta. –Para usted, ¿qué significa dicha presea que otorga la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC)? –Es curioso… Hace dos meses terminamos el rodaje de El diablo entre las piernas, dirigida por Arturo Ripstein, una historia de viejos; no es biográfica, pero refleja mi mundo y la gente que me rodea. Me da pánico que el Ariel de Oro sea el sello del fin de mi carrera y el principio de recibir homenajes post mortem. ¡Espero que no sea el caso! “Sin embargo, me da muchísimo gusto recogerlo porque, increíble pero cierto, soy la primera guionista de cine dedicada sólo a escribir textos cinematográficos a la que se le da este premio. Antes lo obtuvo Emilio Carballido, muy reconocido y famoso porque era autor de teatro. Y los guionistas de cine trabajamos en la oscuridad. Por eso me importa mucho.” La ceremonia de la 61 entrega del Ariel será la noche de este lunes 24 en la Cineteca Nacional y la transmitirá Canal 22 por sus dos señales. Cabe recordar que a la AMACC no se le asignó apoyo económico en el Presupuesto de Egresos de la Federación 2019 (Proceso 2205). Nacida el 4 de septiembre de 1949 en la Ciudad de México, Garciadiego cursó Estudios Latinoamericanos en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. En 35 años de carrera, 17 de sus guiones han sido filmados, 15 de ellos bajo la dirección de su pareja sentimental Arturo Ripstein (1944): El imperio de la fortuna (1985), Mentiras piadosas (1988). La mujer del puerto (1991), Principio y fin (1993), La reina de la noche (1994), Profundo carmesí (1996), El evangelio de las maravillas (1998), El coronel no tiene quien le escriba (1999), Así es la vida (2000), La perdición de los hombres (2000), La virgen de la lujuria (2002), El carnaval de Sodoma (2006), Las razones del corazón (2011), La calle de la amargura (2015) y El diablo entre las piernas (en postproducción). Para Alberto Cortés hizo el guion de Ciudad de ciegos (1990) y también para Noche de paz (1989), de Ximena Cuevas. Ha recibido varios galardones, por ejemplo: con Profundo carmesí ganó en el Concurso Iberoamericano de Guion del Festival Internacional de La Habana (1995), la Ocella de Oro por Mejor Guion en la Mostra Internazionale di Cinema de Venecia (1996), y la Concha de Oro al Mejor Guion por La perdición de los hombres, en el Festival de San Sebastián (2000), entre otros. Fue nominada para los Premios Goya, en 2000, por El coronel no tiene quien le escriba. Sus guiones han sido publicados en Argentina, España y México. En 2013 se le concedió la Medalla “Salvador Toscano”. En cuarto plano Para Garciadiego, el guionista de la pantalla grande ocupa el cuarto plano: “Cuando uno llega con una productora, el guion ya está hecho. No ven al guionista, dan por sentado: ‘¡Bueno!, así es la historia.’ Un relato puede ser contado de dieciséis maneras y el guionista es el que elige cómo se cuenta. Luego la modifica el director; pero el origen de la historia, cómo se cuenta y de cómo se mira, empieza con el escrito cinematográfico.” Sólo dos guiones los ha realizado por encargo: La reina de la noche y El coronel no tiene quien le escriba. “Hemos tenido la fortuna de casi elegir, yo y Ripstein, lo que queremos contar”, resalta. –¿Cómo es crear mancuerna con un director que además es su pareja, él con un estilo y usted con otro estilo? –Llevamos quince películas juntos. Ya no discierno cuál es el estilo de él y cuál es el mío. Nos hemos amalgamado enormemente, poseemos gustos perversos, entonces, a los dos nos gusta lo mismo, es una gran ventaja. Como pareja no es fácil; como todas las parejas del mundo, lo que sí hemos logrado preservar, y lo mantenemos como pendón, es que cuando trabajamos hablamos profesionalmente, no somos pareja. No se nos juega el ego con eso de “yo gano”. Sé que la gente moriría de ganas de que dijera: “Y nos jalamos el pelo, cada quien defendiendo su punto de vista”. Pero entendemos en dos palabras lo que es necesario narrativamente. Destaca sobre los personajes que ha creado, siempre en situaciones críticas: “Me gusta escribir personajes al borde de la quiebra, porque son los que me conmueven, son con los que me identifico”. –¿En qué momento se encuentra usted como escritora de cine? –¡Ah!, espero seguir escribiendo. Me da muchísimo placer, más en las tardes sobre todo de lluvia; sentarme en mi estudio, ver cómo se van pintando de plateado las ramas de las plantas de mi casa y escribir… Creo que me reivindica con este mundo horrible en el que vivimos, porque vivimos en un mundo espantoso. Escribir es mi escape y mi revancha. “Ariel de la victoria” Al cuestionarle sobre la situación en la cual se encuentra la AMACC, evoca una historia singular: “El único Ariel que tenemos en la casa es el que le dieron a Risptein por Mejor Película con El Imperio de la fortuna. Un mes antes de la ceremonia, habíamos tratado de empezar la filmación de Mentiras piadosas, una película sobre un adulterio, y el funcionario en turno, ‘el licenciado’, para entendernos en términos mexicanos –cuyo nombre prefiere no acordarse Garciadiego–, nos la canceló el día que arrancábamos el rodaje. ¡Ya con los bomberos en la calle, las mangueras, los actores maquillados, en fin…!” Y “el licenciado” empezó a jugar al gato y al ratón con Ripstein. “Le daba citas y no lo recibía. Le había dado una para un martes y los Arieles eran un lunes, y Ripstein se dio cuenta que los Arieles eran la única posibilidad, la única carta que poseía en las manos. Entonces le dieron el Ariel por Mejor Película, se paró en el escenario, levantó el Ariel, luego lo puso en el piso, y dijo: ‘¡Para qué quiero este Ariel si ese señor, ‘el licenciado’, no me permite filmar! ¡No quiero un Ariel si no me dejan rodar!’… Milagrosamente, ese mismo día se levantó la película y por lo tanto es el único Ariel en la casa. Es el Ariel de la verdadera victoria.” El presidente era Miguel de la Madrid, “y por razones del destino aparecieron dos productores; pero el verdadero uso concreto del Ariel lo vimos ese día... El Ariel sirvió para vencer a un licenciado, burócrata, ensoberbecido. Y los mexicanos sabemos qué es eso”. Este texto se publicó el 23 de junio de 2019 enla edición 2225 de la revista Proceso

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