La emergencia climática condiciona el intercambio hídrico transfronterizo

viernes, 19 de julio de 2019 · 15:47
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- La crisis climática afecta a los recursos hídricos compartidos entre Estados Unidos y México, lo cual obliga a replantear los acuerdos bilaterales firmados por ambos países para administrar el agua. El reporte de diciembre último Compartiendo el río Colorado y el río Grande: cooperación y conflicto con México, elaborado por tres especialistas del Servicio de Investigación Legislativa (CRS, en inglés) –adscrito al Congreso de EU–, alerta del impacto de la emergencia climática sobre ambos cuerpos de agua. “Cambios hidrológicos en el río Bravo en Nuevo México (EU) y en la frontera, específicamente condiciones climáticas que pueden alterar la disponibilidad de agua y el flujo estacional, podrían complicar más los envíos entre ambos países y exacerbar los déficit del recurso”, señala el documento, elaborado por Nicole T. Carter, Stephen P. Mulligan y Charles V. Stern.

Compartiendo El Río Colorado y El Río Grande by Revista Proceso on Scribd

El reparto hídrico se vuelve más complicado durante sequías, de las cuales ambas cuencas son propensas a sufrir por años. Desde septiembre último la sequía ha afectado la naciente del Bravo, mientras que en el río Colorado las condiciones secas en la cuenca aparecieron en 2012, persistieron en varias magnitudes en octubre de 2016 y reaparecieron prominentemente en 2018. México es un país altamente vulnerable a los efectos de la crisis climática, como huracanes poderosos, sequías, inundaciones y aumento del nivel del mar. Varios estudios avizoran estrés hídrico en el norte mexicano y el suroccidente de EU para 2040. El río Colorado, uno de los más controlados del mundo, fluye por siete estados estadunidenses, cruza el borde y desagua en el Mar de Cortés, del lado de México. Para este país uno de los problemas yace en las aproximadamente 40 presas construidas a lo largo del cauce para irrigar campos agrícolas y generar electricidad y que cortan la vertiente fluvial. Mientras, el río Bravo, Grande del lado estadunidense, recorre el borde y separa ambas naciones. Para administrar ambas corrientes, los vecinos rubricaron primero en 1906 la Convención entre los Estados Unidos Mexicanos y los Estados Unidos de América para la equitativa distribución de las aguas del río Grande, mediante la cual el segundo entrega anualmente 74 millones de metros cúbicos del Río Bravo a México en Ciudad Juárez (Chihuahua), provenientes de las presas Elefante y Caballo en Nuevo Mexico. En 1944 signaron el Tratado de Aguas Internacionales, que estipula que México entregará cada año a su contraparte 431.7 millones de m3 del Río Bravo, en ciclos de cinco años, mientras que recibirá anualmente 1 mil 850 millones de m3 del Colorado. El acuerdo, que crea la Comisión Internacional de Límites y Aguas entre México y los Estados Unidos (CILAS) define usos prioritarios del recurso, como doméstico y municipal; agricultura y ganadería; electricidad; otros usos industriales; navegación; pesca y caza, y otros destinos benéficos determinados por la comisión. Pero el tratado no provee de agua para propósitos ecológicos. Raquel Gutiérrez, investigadora de la Universidad de Guadalajara, recomendó renegociar los acuerdos para incluir una perspectiva de crisis climática. “Los tratados parten de que hay agua de más y que tienen que repartirla. Va especialmente a actividades económicas. Se debe incluir una lógica de cambio climático, de sustentabilidad. El agua no puede manejarse como se ha hecho hasta ahora. Los acuerdos recientes no contienen escenarios de cambio climático”, cuestionó la también fundadora del Instituto de Derecho Ambiental ante apro. Agua inestable Los factores ambientales ya han afectado las transferencias binacionales del recurso. En varias ocasiones desde 1994 México ha incumplido sus obligaciones de entrega en los quinquenios establecidos por el tratado de 1944. Estadísticas de CILAS indican que el país quedó 15 por ciento por debajo de su cuota en el lapso 2010-2015, diferencia que cubrió a inicios de 2016. Las condiciones secas han contribuido a que las entregas estadunidenses a México en El Paso-El Valle de Juárez caigan por debajo del requerimiento anual de 74 millones de m3 definido por la convención de 1906 entre 2012 y 2018. De hecho, los traspasos estadunidenses hacia México han caído casi 30 por ciento desde que la convención cobró vigencia, pero ese país no está obligado a cubrir esos faltantes. Desde 2013, EU incrementó el porcentaje de cumplimiento de su cuota, de seis por ciento a 100 por ciento en 2017, pero resbaló a 63 por ciento al año siguiente, según datos de CILAS. La tensión hídrica fue particularmente aguda en 2012, cuando los propietarios de derechos de agua de Texas enfrentaron condiciones secas persistentes y México entregó significativamente menos agua que la meta anual. México incumplió sus obligaciones respecto al Bravo al final de los ciclos 1992-1997, 1997-2002, 2002-2007 y 2010-2015. Durante el quinquenio 2015-2020, México ya transfirió mil 497 millones de m3 del río Bravo, por los cuales sólo le falta cubrir 660 millones. Si México incumple el flujo mínimo de traslado de ese afluente durante el quinquenio debido a una sequía extraordinaria, concepto no contenido en el acuerdo, puede compensarlo durante el siguiente ciclo. El Tratado de Aguas faculta a CILAS a avalar que un país retire agua del otro lado en caso de sequía extraordinaria. En 2017, México recibió de EU 1 mil 865 millones de m3 del río Colorado, en 2018, 1 mil 844 millones; y este año, 1 mil 115 millones. En un comunicado del 26 de abril último, la Sección Mexicana de CILAS reconoció la existencia de una prolongada sequía en la cuenca del Río Colorado, “que ya tiene 19 años”. “El hecho de que este año, a la fecha, se tenga una capa de nieve equivalente al 138 por ciento (en la naciente del río), no asegura la disponibilidad de agua para los usuarios de la cuenca en el corto, mediano y largo plazo, sobre todo considerando que en el año 2011 se tuvo una capa de nieve superior a la actual y eso no mejoró de manera sustancial las condiciones de la cuenca debido a la sequía persistente, por lo cual la variabilidad climática continúa como una amenaza a las asignaciones”, advirtió el organismo. El Buró de Reclamaciones del Departamento del Interior estima el flujo natural promedio del Colorado entre 1906 y 2016 en 18 mil 255 millones de m3, pero decayó a 15 mil 295 millones entre 2000 y 2016. En 2012, esa dependencia documentó que la demanda del agua de la cuenca excedía en algunos años a la oferta en EU y previó que ese desbalance empeoraría en las siguientes décadas. En los manantiales montañosos de la cuenca del río Bravo “las temperaturas invernales y primaverales subieron entre 1958 y 2015 y las cumbres nevadas han remitido, lo que contribuye con la escorrentía de la nieve derretida, la lluvia prematura en la primavera y los flujos decrecientes” al final de ésta y los meses veraniegos, señala el informe de CRS. Actualizaciones obligadas En años recientes, ambos países han buscado cómo mejorar la gestión hídrica compartida sin tocar los tratados bilaterales reinantes. De esa cuenta, signaron en noviembre de 2012 el Acta 319 o Medidas Temporales de Cooperación Internacional en la Cuenca del Río Colorado y que expiró en diciembre de 2017. El documento considera recortes proporcionales para todos los usuarios si el nivel del Lago Mead, creado por la presa Hoover, se encontrara por debajo de una elevación de 1 mil 075 pies. Ese nivel sirve de base para determinar situaciones de escasez y acotamientos de transferencia de agua para los estados de Arizona, California y Nevada. “Los años subsecuentes a la firma del Acta 319 mostraron que las acciones acordadas serían insuficientes para evitar un potencial colapso del sistema”, reconoció CILAS. Tras dos años de negociaciones, ambos gobiernos suscribieron en septiembre de 2017 el Acta 323, que permite a México compartir recortes de envíos durante épocas secas, inversiones conjuntas para mayor protección ambiental, acciones para promover la conservación del líquido, la creación de una reserva de agua en México, mediante la cual el país puede retrasar sus entregas a EU y almacenar ese volumen en el lago Mead para aumentar el nivel de las aguas. El acuerdo, que fenecerá en diciembre de 2026, establece el Plan Binacional de Contingencia ante la Escasez de Agua, que consiste en realizar ahorros voluntarios de manera proporcional a las asignaciones de cada país. “Hay que evaluar a las instituciones transfronterizas para ver qué les falta y modificarlas. De su buen funcionamiento dependen ambos lados”, planteó Gutiérrez. Otro asunto pendiente son los 36 acuíferos transfronterizos, vitales para abastecer de agua a zonas habitadas y en épocas secas, y sobre los cuales no existen acuerdos binacionales. El reporte de CRS advierte de que muchos de ellos han decaído en “volumen y/calidad” y del conocimiento limitado sobre la magnitud, tasas de agotamiento y calidad de los acuíferos. “Niveles hídricos decrecientes, calidad de agua deteriorada y uso de recursos subterráneos en aumento han despertado preocupaciones sobre la disponibilidad a largo plazo del agua subterránea de la frontera”, enumera el documento. El presidente de EU, el republicano Donald Trump, aún no cuestiona el reparto de agua fronteriza, pero eso podría ser cuestión de tiempo. El presidente del Comité de Recursos Naturales de la Cámara de Representantes de Texas, Lyle Carson, le planteó a Trump, en una carta del 2 de julio de 2018, que el tratado de 1944 “debe ser renegociado o Estados Unidos debe detener el envío de agua a México hasta que (ese país) sea recíproco y se comprometa a un cronograma de entrega firme”. Además, el Congreso estadunidense requiere del Departamento de Estado desde 2014 un reporte anual sobre las transferencias hídricas de México y las medidas para mejorar el cumplimiento del tratado. Cuestionado sobre la hipotética renegociación de los tratados, el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, respondió en su conferencia matutina del jueves 18 que “es una revisión que tenemos que hacer, es algo que debemos de revisar, en efecto, buscando que no se nos afecte y que se cumpla lo que está establecido en el acuerdo, empezando por ese tema”

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