CIUDAD DE MÉXICO (apro).- La nueva cinta de El Rey León (EU-2019) es, por un lado, visualmente impresionante: sus escenarios, sus personajes… por momentos parece que podremos respirar su hábitat y oler a sus personajes. Y por el otro, y de manera contradictoria, su realismo resulta sumamente artificial. El resultado es desconcertante, sobre todo si vimos la cinta animada de 1994. La versión realista --generada por computadora-- es dirigida por John Favreau; en sentido estricto no es Live Action porque todo está hecho por animación, y su trama es prácticamente idéntica a la de los noventa, junto con sus canciones: Simba, hijo de Mufasa, deberá salvar su vida y posteriormente reclamar su trono luego de la muerte de su padre a manos, bueno, a garras de su tío Scar (un perverso león con una cicatriz en un ojo)… Si la trama es la misma y la parte visual de la cinta resulta sobresaliente… ¿qué es lo que falla en El Rey León? Curiosamente es el tipo de animación lo que evita que tengamos una conexión emocional con los personajes: y es que las versiones de esta cinta fueron despojadas de su gestualidad, entonces ya no vemos a un grupo de animales comportarse como humanos sino a un grupo de animales que parecen reales, hablando… https://youtu.be/ag8i7Cw-ehE La conexión emocional se pierde y, si no, al menos disminuye lo suficiente como para que El rey León de 1994 sea la ganadora indiscutible en cuanto a comparaciones se refiere. El Rey León de John Favreau no es una cinta emocionalmente poderosa sino una curiosidad tecnológica.