Camilleri ha muerto, viva Montalbano
Un mes resistió el dramaturgo, novelista y poeta Andrea Camilleri hasta que el miércoles 17 exhaló su último suspiro, a sus 93 años, en un hospital de Roma. El autor siciliano más leído de Italia trascendió fronteras con la saga de televisión El comisario Montalbano, estelarizada por Luca Zingaretti, serie producida desde 1999 por la Radio Televisión Italiana (RAI), cuyas 13 temporadas y cerca de 40 capítulos impulsaron traducciones de los libros de Camilleri a 120 países.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Al personaje literario del comisario Montalbano se le ha coronado como el detective más popular del siglo XXI, gracias a más de un centenar de historias publicadas en el mundo entero, por la pluma del dramaturgo siciliano Andrea Camilleri, fallecido en Roma el miércoles 17.
Y sobre todo, por la serie de Radio Televisión Italiana (RAI) con el actor Luca Zingaretti (Roma, 1961) encarnando al probo comisario, en una treintena de capítulos de dos horas de duración cada uno.
En cierta ocasión le habían preguntado a Montalbano cuál era a su juicio el don esencial de un policía. ¿La intuición? ¿La constancia en la investigación? ¿La capacidad de establecer una relación entre hechos aparentemente inconexos? ¿Saber que, si dos más dos suman cuatro en el orden normal de las cosas, en la anormalidad del delito dos y dos podían sumar cinco? “El ojo clínico”, había contestado Montalbano…
(La Nochevieja de Montalbano, traducción del original Gli Arancini di Montalbano (1999) por María Antonia Menini Pagès. Ediciones Salamandra, Barcelona 2001. 333 páginas.)
El 17 de junio, Proceso informó:
“Agoniza Camilleri, el creador del Comisario Montalbano” (https://www.proceso.com.mx/588691/). Hospitalizado en Roma luego de sufrir un ataque cardiaco, ya no se recuperó y falleció un mes después. Había profetizado: “Siento cerca de mí la eternidad”. Nació en Puerto Empédocle, Agrigento, el 6 de septiembre de 1925.
Una de las cosas del lector precoz y experto pirandelliano que pocos estudiosos han analizado es la inclusión de citas musicales en su tinta. Sólo La pista di sabbia (Sellerio, 2007) contiene menciones de las óperas Lucía di Lammermoor, de Donizetti; Rigoletto, de Verdi; La bohème, de Puccini, y… el rocanrol.
Con la cultura se come
Al ocaso del siglo XX, un casi ciego y buen fumador Andrea Camilleri escribió profusamente en dialecto siciliano la saga del singular investigador (de insolente franqueza y una autoironía redentora), participando sin parar en tertulias filosóficas y teatrales. La sapiencia del padre literario del comisario Salvo Montalbano fustigaba a políticos y burócratas culturales, por ejemplo:
“Hace algunos años, en Europa se decidió que las leyes promulgadas se tradujesen al inglés, alemán y francés. El italiano fue excluido, ¿no significa esto un retroceso en nuestra lengua? Incluso nuestros políticos usan términos ingleses para las normas y leyes italianas, por ejemplo: elections day. Es una tontería, hay palabras italianas que significan lo mismo exactamente. Advierto que como en la tecnología donde el uso de términos en inglés es algo corriente, igual opera una práctica en el lenguaje cotidiano. Y en el campo de la moda ni hablar, pues sólo utiliza palabras inglesas.
“Hoy hemos emprendido una guerra infame a los dialectos; pero los dialectos son la fuerza de una lengua. La lengua es nacional, como un árbol que hunde sus raíces en Italia entera y trae palabras desde la periferia hacia el centro. Esas palabras son como una linfa vital, el terreno sobre el cual estas raíces nutren al árbol y plagadas de palabras extranjeras, las hojas palidecen. Es así como las lenguas mueren y en el mundo desaparecen seis lenguas cada 15 días. Una defensa justa de la lengua italiana es absolutamente necesaria. Este es el riesgo que corremos, no hoy; pero sí en unos treinta años.”
De ahí que las traducciones al castellano de sus libros escritos en siciliano suelen traicionar el espíritu de la lengua fuente del novelista. Desde luego, poder leerlo en siciliano resulta incomparable. Aparte del inspector Maigret, de Georges Simenon, para crear su Montalbano Andrea Camilleri se inspiró en el detective Pepe Carvalho, del escritor de novela negra hispano Manuel Vázquez Montalbán. El guiño a Arthur Conan Doyle nos otea claro en el trasfondo jocoso que salpica los diálogos del comisario con su colega y compadre Mimì Augello. Así, en la novela La pista di sabbia (2007), adaptada por Alberto Sironi para la séptima temporada de la RAI (2008), leemos:
–Te pareces a Sherlock Holmes –dijo Mimì.
–¿Y tú serías acaso el doctor Watson?
Sobre su ensayo autobiográfico Comme la penso. Alcune cose che ho dentro la testa (2013), manifestaba indignado:
“Yo he escrito en este libro que con la cultura se come. Porque cuando oigo que Italia es el país europeo que posee el presupuesto más bajo para la cultura, me pregunto hasta qué punto hemos llegado en la imbecilidad de no comprender que todo lo que se gasta en cultura, la cultura habrá de restituir esa suma al triple. Invertir en cultura significa cuidar la zona arqueológica de Pompeya, tener abiertos los museos, disfrutar de nuestras obras de arte, y en el terreno turístico significa muchas cosas más.
“No sé si hago cultura publicando libros; pero al momento cuando en Alemania he vendido, como lo he hecho, seis millones de ejemplares, me escriben preguntando acerca de cómo es la Sicilia, entonces me convierto en una suerte de guía de turistas. No sé si es un hecho cultural, pero de que hago entrar dinero a Italia sí que es cierto. Hicimos la serie El comisario Montalbano en televisión y cuando la BBC la transmitió en Inglaterra la primera noche, yo recibí una carta de un agente de viajes turísticos para efectuar dos vuelos chárter con destino a Sicilia, debido al interés que suscitó en quienes vieron Montalbano allá. La cultura además de intelectualmente elevar a las personas, beneficia las finanzas del Estado italiano.”
(“Andrea Camilleri sul recupero della lingua italiana”, video del 2013 en https://youtu.be/7DEUP24UUCE.)
Pasolini y Tabucchi
En Certi momenti (2015), la nave de sus recuerdos navega a los tiempos cuando conociera a Antonio Tabucchi, Benedetto Croce, Primo Levi o Arthur Adamov, y sus desencuentros con Pier Paolo Pasolini:
“Yo había recibido la propuesta de dirigir una obra teatral de Pasolini titulada Pilade… Le expuse a Pasolini mis ideas sobre el montaje y él pareció sinceramente convencido… Llegados a este punto me hizo una pregunta muy concreta: –¿Qué actores estás pensando contratar? Propuse el nombre de un actor de teatro de gran talento y fama, y añadí que para los demás papeles contactaría algunos exalumnos de la Academia Nacional de Arte Dramático…
“–¿De modo que quieres actores que pronuncien bien el italiano, seriecitos, formalitos, elegantones?
“–Pier Paolo, el cine es una cosa muy distinta, en el teatro es absolutamente indispensable, especialmente en un teatro griego al aire libre, que la voz del actor llegue hasta las últimas filas, de lo contrario no se entiende nada (…)
“Nos separamos con cierta frialdad. Pasaron 10 días y él no dio señales de vida… Pero una noche, en el telediario, me enteré de su terrible muerte (2 de noviembre de 1975)… Al día siguiente llamé por teléfono a los organizadores y, sin explicarles las razones, les dije que no me sentía capaz de poner en escena el Pilade de Pier Paolo Pasolini.”
Tabucchi acababa de publicar su primer libro, Piazza d’Italia (1975), cuando Camilleri quiso conocerlo; sin embargo, siempre se interpuso el destino en una suerte de juego al gato y al ratón (Mis momentos, traducción de Carlos Gumpert Melgosa, Duomo Ediciones, Venecia/Barcelona, 2016. 215 páginas). El cuento de la Nochevieja de Montalbano, “Sostiene Pessoa”, fue un homenaje implícito al creador de Sostiene Pereira. Y aseguró:
“Puedo decir que esa novela me impresionó. Por fin en Italia un escritor se comprometía con un tema tan elevado como el de la libertad individual.”
Este texto se publicó el 21 de julio de 2019 en la edición 2229 de la revista Proceso