El inquietante asesinato en Roma de un líder de la barra de la Lazio
ROMA (apro).— Fabrizio Diabolik Piscitelli, uno de los cabecillas de los hinchas más violentos del equipo de futbol italiano de la Lazio, conocido por su ideología fascista, fue asesinado este miércoles de un tiro en la cabeza mientras se encontraba en el parque de los Acueductos, en la periferia sureste de la capital italiana.
El crimen disparó las alarmas en Roma. En una ciudad en la que el año pasado hubo apenas diez homicidios, y donde a menudo las hinchadas de futbol se han visto involucradas en las tramas más turbias, las autoridades reaccionaron desplegando en el lugar de los hechos un amplio operativo de policías.
Además de ello, la prensa italiana también ha informado sobre la apertura de una investigación a cargo de la Dirección Antimafia (DDA), que de momento no descarta ninguna hipótesis y posibles repercusiones. “Te saco la cabeza”, fue una de las amenazas a periodistas de algunos conocidos de la víctima que se presentaron en el lugar, según denunció el diario La Repubblica.
De acuerdo con el relato de los testigos, cuya identidad no ha sido revelada, el tiroteo ocurrió a las siete de la tarde, en momentos en los que todavía el sol daba luz y Piscitelli se encontraba sentado en un banco del parque romano, al que había acudido junto a su chófer.
El asesinado, de 53 años y jefe de los Irreductibles, una de las hinchadas más peligrosas del campeonato italiano, ha sido vinculado en el pasado a varios escándalos relacionados con la delincuencia romana, entre ellos un reciente caso de corrupción conocido como Mafia Capitale, que involucró hace tres años a una red de políticos, funcionarios y un exterrorista de ultraderecha, Massimo Carminati.
La fe de extrema derecha de Piscitelli no era, de hecho, ningún misterio. Luego de que un rudimentario artefacto explosivo detonara en mayo pasado delante de una de las sedes de su club de aficionados, Piscitelli se había dicho preparado al regreso del traumático periodo de la violencia de los llamados Años de Plomo, la época en los setenta en la que terroristas de izquierda y de derecha —junto con sectores desviados del Estado— cometían asesinatos, secuestros y atentados.
“Si quieren regresar a los años de Plomo, nosotros estamos listos. No veo la hora, seguro no nos echamos para atrás”, dijo, en declaraciones a la agencia de prensa Adnkronos. “Y, claro, nosotros somos fascistas, los últimos fascistas, y no renegamos de nada”, añadió.
“Esto que ha ocurrido podría tener relación con lo ocurrido en vía Buenos Aires en Milán”, aclaraba, al hacer referencia al provocador homenaje a Benito Mussolini realizado en abril pasado por los Irreductibles previo a un partido de vuelta de semifinales contra el equipo Milán en la plaza Loreto de la ciudad, donde el dictador fue colgado por los partisanos italianos en 1945.
Como jefe de los Irreductibles, también saltó a la fama en la prensa internacional al provocar indignación cuando en los últimos años primero se mofó de Ana Frank, la niña asesinada por los nazis, y después tuvo comportamientos misóginos al exigir que las mujeres se sentasen después de la décima fila en el estadio Olímpico de Roma. “Si otras mujeres no pueden ir estaré yo en primera fila de la Curva Nord”, fue entonces la respuesta de una conocida monja italiana, Sor Paola.
Más aún, Piscitelli también había sido vinculado a un tráfico de drogas procedente de España, hechos por los que la Guardia de Finanzas primero lo arrestó y luego le confiscó, en 2014, más de dos millones de euros en bienes.
No era la primera vez. Ya en los años 1991 y 1992 su nombre había sido relacionado con un entonces jefe de la Camorra napolitana, Michele Senese, y su hermano, Gennaro Senese. Con ellos, según las acusaciones de la época, Piscitelli había intentado organizar un tráfico de heroína proveniente de Turquía y de hachís procedente de España.
En otro episodio controvertido, en cambio, fue acusado de amenazas contra el presidente de la Lazio, Claudio Lotito, en el marco de una también ambigua operación a través de la cual esperaba hacerse con la propiedad de la Lazio.