Un soneto de Waldo Leyva en la despedida de Fernández Retamar
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Estas son las palabras con las cuales el poeta Waldo Leyva despidió de manera muy personal a su colega Roberto Fernández Retamar, fallecido este 20 de julio a los 87 años:
“Nos dejó su obra sobre la que volveremos, y esperamos que las generaciones que nos sucedan encuentren respuesta a sus propias búsquedas.”
Amigos y colegas entrañables, el poeta y ensayista Fernández Retamar, quien fuera director de Casa de las Américas, y Leyva, consejero cultural de Cuba en México desde 2017, compartieron algunos sonetos “en una suerte de mano a mano” a través de mensajes en internet. De esa experiencia propia del siglo XXI, Leyva rescata para siempre su “Rara certeza”, entregado a Proceso:
Porque llegaste a ser “ese Roberto”
En lucha con el verso y con la vida
Tienes, más que del tiempo, otra medida,
Esa rara certeza de que el puerto
No espera al marinero, pues lo cierto
Es que siempre es un punto de partida,
Y la rada no es boca sino herida,
Y hasta el mar finge ser otro desierto.
Pero Roberto, hermano, también sabes
Que el misterio es la vida, no la muerte,
Y ese mar, ese puerto, y ciertas naves
Son siempre una sorpresa. ¿Quieres verte
después que ya no estás? Las cosas graves
siempre tendrán su sitio, esa es la suerte.
Y es que Fernández Retamar fue figura imprescindible de la cultura cubana. Dejó, dice Leyva, un legado cultural palpable, no sólo como diputado de la Asamblea Nacional del Poder Popular y miembro del Consejo de Estado (cargo que asumió entre 1998 y 2013), sino como intelectual cuyo pensamiento quedó plasmado en diversas publicaciones de ensayo, crítica y poesía.
Al preguntarle sobre las obras preferidas de Fernández Retamar, expone:
“De poesía hay varios volúmenes como Historia antigua, Poesía reunida, Poeta a la antigua esperanza… éste en especial de gran significado, pues él perteneció a la generación que hace la Revolución cubana. Fidel nace en 1926 y él en el treinta, así que fue uno de los grandes de la Generación del Cincuenta, que viene de una generación marcada por la frustración de la Revolución de 1930, cuyos jóvenes no derrotan al tirano Gerardo Machado. Pero renace de nuevo, así que no es un título simple, tiene mucho significado.
“Escribió unos treinta libros de poesía. La antología Nosotros los sobrevivientes, cuyo título viene de uno de sus poemas titulado “El otro”. Creo que toda su poesía es importante, toda, completa. También está Calibán, cuyo título viene de uno de los personajes de Shakespeare, un bárbaro, para hacer referencia precisamente a la realidad latinoamericana. Es Todo Calibán una tesis sobre la civilización de la barbarie refiriéndose a los latinoamericanos, el tercer mundo, un libro esencial que tiene que leerse, conocerse, sin duda imprescindible, un libro de cabecera”.
También lo recuerda como un seguidor de José Martí, de quien escribió varios volúmenes (fue fundador del Centro de Estudios Martianos). Por ejemplo, Lectura de Martí (1972) e Introducción a José Martí (1975), pues a juicio de Leyva, el prócer “siempre fue una de sus preocupaciones, no sólo estudiando al personaje como el apóstol de la independencia de Cuba, sino como un gran pensador”.
Retamar, además, “fue un gran crítico de poesía. Hay un libro de análisis, La poesía contemporánea en Cuba, que estudia la poesía de 1927 a 1950, y un libro de ensayo, Ensayo de otro mundo, sobre la reflexión de la realidad y la realidad latinoamericana, y un libro en particular titulado Para una teoría de la literatura hispanoamericana, esencial para entender la tradición lírica de América Latina, una especie de referencia permanente por lo que fuimos, a dónde vamos y hacia dónde deberíamos ir”.
Previamente entrevistado por la agencia apro, Leyva había recordado su labor al frente de la Casa de las Américas, histórica institución de cultura cubana que dio a conocer su deceso:
“Estuvo vinculado desde muy temprano, primero como fundador de la Revista Casa de las Américas, un medio que ha contribuido a lo mejor de la promoción de la literatura latinoamericana, y después como presidente donde se dedicó a desarrollar el vínculo de Cuba con la literatura latinoamericana y con lo mejor del pensamiento universal”.
–¿Cómo recordarlo?
–Como un hombre de letras, de pensamiento, pero también de acción cultural. Dejó una huella y un ejemplo, un intelectual comprometido que no sólo hace una obra significativa desde el punto de vista literario, sino que puso toda su capacidad para promover la cultura y desarrollo de Cuba. Polémico como todo pensador, hubo gente que lo estimó y quien lo estimó menos, pero siempre siendo un hombre íntegro y un martiano consecuente.
Este texto se publicó el 28 de julio de 2019 en la edición 2230 de la revista Proceso.